Archivo por meses: abril 2005

Escudo papal


De heráldica, sólo sé que no sé nada (aunque debe ser divertido… y cómo no recordar aquel capítulo de Huck Finn). Así que no puedo opinar demasiado sobre el escudo de armas de Benedicto XVI.
El que quiera (como Huck) saber qué significa cada cosa, puede averiguarlo acá.

Por cierto, la historia del oso (parece el animal es un oso, aunque Disputations tenga derecho a albergar sus dudas) no viene mal para ilustrar lo que decíamos ayer.
… hace referencia a la leyenda del Obispo Corbiniano, que predicó el Evangelio en la antigua Baviera y es considerado el padre espiritual de la Arquidiócesis de Munich-Frisinga.
Según la tradición, cuando el obispo viajaba a Roma, un oso devoró al animal de carga que llevaba. Corbiniano obligó al oso a llevar sobre su espalda el equipaje hasta la Ciudad Eterna. Una vez en Roma, lo dejó libre.
Me gusta que el escudo del Papa (y de este Papa) incluya una referencia a semejante historia.
Temo, eso sí, que a algún funcionario de nuestro gobierno lo escandalice la ilustración inferior, que la interprete como una publicidad (si el Barça se ha subido al tren no es de extrañar que también lo haga el Vaticano, pensará), y una provocación de las multinacionales contra nuestro país. Y que se niegue a admitir el escudo exija y al Vaticano su rediseño, ofreciendo de paso (como gesto de buena voluntad, y para demostrar que de esas cosas acá sabemos) los servicios de los diseñadores gráficos que pergeñaron la nueva bandera de la provincia de Buenos Aires.
# | hernan | 30-abril-2005

La casa de Loreto y movidas así

Todo un temita el de esta discusión en ETF —disparado por lo de la casa de Loreto— sobre estas historias antiguas «demasiado milagrosas», que hoy nos cuesta escuchar con la ingenuidad confiada de antaño.

¿Qué debemos hacer con estas historias?
¿Seguir confiando a pie juntillas en ellas, como si nada, reprimiendo nuestro moderno «sentido crítico», y aun nuestro sentido del ridículo —y asumir que nuestros impulsos escépticos son simple falta de fe?
¿Considerarlas como puras fantasías, sólo útiles -religiosamente edificantes- en tiempos más infantiles (sea esto una virtud, un defecto, o ninguna de las dos cosas) pero que hoy, por una cuestión de urgente honestidad intelectual y de vivir con fruto nuestra fe en el tiempo que nos toca, debemos rechazar (en cuanto historias «reales»)?
¿O qué?

Ariel, el que inició el tema, se inclina por lo segundo.
Abel no está de acuerdo —claro que tampoco da por buena la primera opción— y entre otras cosas dice:
Es verdad, la exacerbada fantasía que parece querer «confirmar» el misterio de la Fe por medio de seudomilagros es nocivo para la Fe.

Pero no menos nocivo es que perdamos hasta tal punto la capacidad de poetizar que terminemos arrinconando lo poético sólo para nombrar el Misterio… y en definitiva tal vez ni lleguemos a poder nombrar el Misterio porque no sepamos ya cómo se hacía eso.

Si en vez de tomarlo como «pruebas» de la Fe (y por lo tanto, seudomilagrosas y falsas) entendieras estos relatos como el cerco en el cual se hace posible «ejercitar» nuestro lenguaje para poder nombrar el Misterio, tal vez adquirirías cierta prudencia con el uso de la palabra «fantasía».
[…]

Me parece una estupenda alegoría para utilizar la «historia» de la casa de Loreto como trampolín para explicar aspectos complejos y delicados de la fe.

Pienso que todas esas historias seudomilagrosas tuvieron originalmente ese sentido. Sólo cuando los creyentes dimos por tan obvio el arraigo de la fe entre el pueblo que dejamos de buscar caminos para propagarla y arraigarla más, es decir, sólo cuando la fe se clerizalizó (en la modernidad), esas «historias» pseudomilagrosas se desgajaron de su verdadero sentido y pasaron a formar una mitología absurda.

Ahora bien, para ello hay dos remedios, uno rápido y el otro lento.

El rápido es sacarse de encima todo lo que huela a mito, que es el camino que propoponía Ariel.

Para mi gusto, eso deja una fe racionalista, que al poco tiempo se pierde, porque no es auténtica.

El otro, más lento, es volver a conducir esos relatos a su fuente de sentido originario, para lo cual hay que hacer previamente el lentísimo trabajo de volver a ayudar a que la gente goce escuchando contar historias.

Estamos como cuando empezó la propagación del cristianismo: hay que realizar la doble tarea catequética y cultural: la catequética es acercar la fe al pueblo, la cultural es acercar al pueblo hacia su propio lenguaje, al que quedó escondido tras los disparates calculadores del racionalismo.
Creo que Abel tiene razón, aunque no estoy seguro de que sea la respuesta completa. Pero por ahí debe andar el asunto, digo yo.
# | hernan | 29-abril-2005

Misterio y luz

«Sin la transmisión del pecado original, sin este misterio que es el más incomprensible de todos, nosotros somos incomprensibles a nosotros mismos. El nudo de nuestra condición se desarrolla y se entrelaza en este abismo. De suerte que el hombre es más incomprensible sin este misterio que lo que es este misterio para el hombre
Lo decía Pascal, en su característico modo; a veces un poco forzado para mi gusto… pero si es forzado, también tiene fuerza.

Ahora… eso se puede decir de todos los misterios ¿no? De los misterios de verdad, en el sentido religioso («místico») de la palabra.
Para usar (y acaso forzar) otra vieja imagen: los misterios son de esas cosas que, aunque fijemos la vista en ellas, no podemos ver bien. Y no porque sean oscuras, sino al revés, porque son demasiado luminosas.
Para el caso, es lo mismo, dirá el cínico; no se ven.
No es lo mismo: porque lo luminoso ilumina. Si no podemos mirar el sol, sí podemos mirar -y gracias a él- lo que él ilumina. Que no es poco.

Bien que hoy estas comparaciones suenan a retórica vacía. Es una lástima; sobre todo porque, en general, tienen razón; en general, son retórica vacía.
Pues los misterios que el incrédulo ve como objeciones (y pienso en lo que decíamos la semana pasada, el caso de los «mostruos inocentes», y en general el dolor y el mal) muchos creyentes los ven como … eso: objeciones. Objeciones que, afortunadamente, podemos (o confiamos en que los sabios podrán) resolver, pero objeciones al fin. Un lugar de nuestro frente de batalla que se ve vulnerable, pero que tiene buena defensa.
Cuando debería ser nuestro punto fuerte, nuestro batallón de ataque.
(Y perdón por decir «nuestro»: no hablo del catolicismo exclusivamente…. y perdón por meter imágenes batalladoras en este contexto, a mí tampoco me llenan)
# | hernan | 28-abril-2005

Bibliofilias y erratas

Como buen argentino -aporteñado- obediente del ritual, ya fui, ví y compré.
Tres libritos. No mucho. Pero bastante, considerando que uno frecuenta librerías y no debería beneficiarse demasiado de estas ferias; y que los libros importados nos son caros.
Compré:
  • «La última del cadalso», de Gertrude von Le Fort.
    La novelita que inspiró «Diálogo de Carmelitas» de Bernanos. Ya la leí, y es mejor de lo que esperaba. De Editorial Bello, (chilena) que tiene otras cuantas cositas de interés; editan cosas de C. S. Lewis, por lo cual están haciendo ruido con la próxima película sobre las «Crónicas de Narnia» (ahí me enteré que el director es el de «Shrek» y «Shrek 2»; el volante que repartían es muy poco prometedor; pero habrá que ver).
  • «Gramática esencial de la lengua española», de Seco.
    Estoy grande para aprender a escribir, pero igual me gusta leer sobre estos temas. Y estaba barato. Ya he aprendido un par de cositas.
  • «La Iglesia – Páginas selectas» , de J. H. Newman. De editorial Monte Carmelo. Todavía no leí casi nada; pero pareciera que no es una edición muy cuidada que digamos (y por $100 uno esperaría algo mejor). Pocas veces he encontrado semejante rejunte de erratas como en esta página, leída al azar. Copio la cita corregida (erratas van abajo) porque, más allá de eso, el tema tiene su interés actual:
    La conducta de Newman en lo que concierne a las conversiones [1] ha sido mal interpretada. (Extracto de su diario personal)

    Rogers (Lord Blackford) preguntó el otro día a Ward cómo era que los católicos me comprendían tan mal; es decir, supongo, por qué tenían una opinión tan baja de mí (…). La razón de ello se indica en la observación que la pasada semana dirigió el mariscal de Brighton al P. Ambrosio: «Pues bien, no ha llevado a cabo ninguna conversión [2], como las han realizado Manning y Faber».
    He aquí el verdadero secreto: «yo no hago nada.» La única cosa que vale la pena mencionar es el «resultado».
    Ahora bien, para el cardenal, lo que salta a la vista inmediatamente es un resultado, y las conversiones [3] son el único resultado (…). Por doquier entre los católicos, realizar conversiones [4] es hacer alguna cosa, y no conseguirlas es «no hacer nada». Por lo demás, según la apreciación de la Propaganda, del cardenal (Wiseman) y de los católicos en general, es necesario que sean conversiones brillantes, de hombres importantes, nobles o eruditos, y no solamente de pobres…
    Conviene recordar que en Roma imaginaron ver a toda Inglaterra unirse a la Iglesia. Y según su opinión, el único medio de obtener esa conversión «en masse» es la conversión de personas de posición elevada. «Il governo» se encuentra en todas sus concepciones.
    [1] En la edición: «conversaciones»
    [2] «observación»
    [3] «conversaciones»
    [4] «conversaciones»

    Pobre gran Newman… (y no lo digo por las erratas).
  • # | hernan | 27-abril-2005

    Aprendiendo los postulados

    Según La Nación (y esta no es una columna de opinión de esos analistas, es un «especial del Papa«; la verdad es que acá esperaba algo más …neutral) estos son los postulados de Benedicto XVI. Por ejemplo:
    El nuevo pontífice (¿los anteriores no?) manifestó en muchas ocasiones su oposición a los métodos anticonceptivos . Según sus propias palabras (¿cuáles? ¿dónde? ¿una cita o referencia, por favor?) son «intrínsicamente demoníacos».

    Homosexualidad: Es otro tema que el nuevo Papa considera como una «obra del demonio». (idem)

    Mujeres: Para Benedicto XVI, la Iglesia es un mundo de hombres

    Algunos analistas (ah, tenían que aparecer los analistas…) afirman que incluso una de sus intenciones es acabar con las lenguas vernáculas en misa y regresar a las liturgias en latín.
    # | hernan | 27-abril-2005

    Tiempos viejos

    Un par de entradas de «En el umbral del apocalipsis«, anteúltimo volumen del diario de Leon Bloy:
    4/sept/1914 – Los diarios confirman la elección del cardenal Della Chiesa, que ha declarado su intención de tomar el nombre de Benedicto XV.
    El gobierno se traslada heroicamente a Burdeos.
    Los rusos, conquistadores de una parte de la Prusia oriental, denominarán en lo sucesivo Petrogrado a San Petersburgo, signo maravilloso -y ridículo- de un odio impío…

    6/sept/1914 – «Le Matin» se regocija por haberse elegido un papa político, estilo León XIII. «La Iglesia -dice- ha padecido demasido con el divorcio llevado a cabo por Pío X entre la santidad y la política» (!). Ofrezco un millón al que me explique esa frase.
    Recién había empezado lo que después se llamaría la Primera Guerra Mundial (de ahí la alusión irónica a la heroicidad del gobierno). En los meses por venir, Bloy cubriría de injurias al nuevo Papa por su neutralidad, por su negativa a condenar a Alemania; esto puede decir algo sobre Bloy -a quien, ya lo sabrán, yo puedo perdonar todo, como una madre a su hijo- sobre el Papa, o sobre la guerra; no sé.
    Nada nuevo bajo el sol. Ni las almas, ni los diarios.
    # | hernan | 26-abril-2005

    Endemientras

    Una queja no constructiva. Ni destructiva. Una queja nomás.
    Me molesta -por decirlo con suavidad- que el párroco (que tiene un afán inmoderado y, según creo, poco criterioso por «mejorar» los textos de la Misa) en lugar de decir el clásico:
    … Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
    … diga:
    … Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, siendo Dios, por los siglos de los siglos.
    No digo que esté mal. No sé si está mal. Me dicen que no está mal. Estará bien. Estará mejor. No sé. No se trata de protestar, no estoy rompiendo lanzas por la pureza de la liturgia. No sé absolutamente nada de liturgia.
    Digo nomás que me suena feo.

    El «siendo» me resulta demasiado… temporal; como si ser Dios fuera algo que se hace en el tiempoendemientras.
    Como que le falta un toque de eternidad al asunto, vamos.
  • Juana va por la calle, mirando las vidrieras.
  • José está con los amigos en el bar, viendo el partido.
  • Jesucristo vive con el Padre en la unidad del Espíritu Santo… siendo Dios.

    Me dirán que le estoy buscando la quinta pata al gato. Les diré que vuelvan a leer el párrafo que empieza con «No digo que esté mal».
    O, más fácil, que no me hagan caso.
  • # | hernan | 26-abril-2005

    Zapatos rojos

    «Zapatos rojos, zapatos rojos / con esa facha adónde vas…»

    Curioso cuánta atención ha concitado el tema del color de los zapatos papales; además del palio, y otros detallecitos rituales.
    No menores, tal vez, no sé.

    Pero lo de los zapatos me hizo acordar de esos versos de aquella canción que solía canturrear mi mamá; (del Club del Clan, tal vez ? [*])… Veo ahora en Google que es prácticamente desconocida -y con buenas razones.
    -Y entonces para qué lo metés ? A quién le puede hacer gracia eso?
    -A mí, nomás (bueno, por ahí también a mi hermana).

    No sé si a algún descolgado se le ocurrirá ver una especie de parábola eclesial en ciertos versos (» Voy con rumbo / a un nuevo mundo / un perro amigo me sigue atrás. / Tirale un hueso, tirale un hueso, / pobre sabueso, que flaco está. / Lo tengo rengo, / un poco enfermo, / pero me sigue sin protestar» ) … pero no fue mi intención. Además, aquello de «si la suerte me acompaña/ mucha plata he de ganar» no pega demasiado con Ratzinger.
    Aunque pensándolo bien … también Jesús hizo parábolas con el dinero ¿no?


    [*Actualizado: Me informa Ricardo que se trata de «Los Náufragos«, con la voz del finado Quique Villanueva]
    # | hernan | 25-abril-2005

    Los expertos no se rinden

    Dicen que Clarín en los últimos años se ha venido a pique en el rubro humor. Y es cierto que la última página ya no hace reír a nadie. Pero en cambio tenemos a los expertos en cuestiones religiosas: es desopilante leer lo que el mismo analista decía antes del martes y compararlo con lo que dice (conteniendo las náuseas) hoy.
    Antes: «Joseph Ratzinger, se despachó ayer con un severo mensaje contrario a cualquier aire de cambio».
    Ahora: «Un Papa en buena posición para introducir cambios en la Iglesia»

    ¿Por qué está «en buena posición para introducir cambios» ? Porque, nos explica el experto, dada su fama de ortodoxo, puede hacer cambios sin que nadie pueda acusarlo de faltar a la doctrina.
    Lógica periodística, como se ve. Que lleva a concluir que todo Papa (o presidente de país o administrador de consorcio), sea de extracción progresista o conservadora, está en excelentes condiciones para hacer cambios: si es de «perfil progresista» puede hacerlos con tranquilidad, pues todos lo esperan; si es de «perfil conservador», lo mismo, pues nadie se atreverá a cuestionarlo.
    Nótese, eso sí, que el razonamiento también serviría para demostrar lo inverso (que está en buena posición para no introducir cambios) y, más en general, para hacer o no hacer cualquier cosa, o seguir una cierta tendencia o a la opuesta. A gusto del periodista.

    Obsérvese por otro lado cómo nuestro experto en cuestiones religiosas plantea las disyuntivas acuciantes de la hora:
    ¿Seguirá siendo el que marca los límites doctrinales o asumirá el papel de un Pontífice que se atreverá a abrir nuevos horizontes?
    (mensaje: si sigue la doctrina, le falta atrevimiento para abrir nuevos horizontes)

    ¿Sobrellevará la enorme brecha entre los principios religiosos y la realidad que viven los fieles en cuestiones como la sexualidad o buscará achicarla con ideas imaginativas y hasta audaces?
    (mensaje: si no proclama que la moral que practica el mundo es la correcta, le falta audacia e imaginación)

    ¿Denunciará con energía la injusticia social y el crecimiento de la escandalosa diferencia entre ricos y pobres o se encerrará en un misticismo ajeno a las necesidades materiales?
    (Eso del «misticismo ajeno a las necesidades materiales» es de una sensibilidad social tremenda! el mismo San Francisco -por no hablar de Jesús- se quedaría sin saber qué decir. Aplastante.)

    ¿Responderá, en fin, a los desafíos que le plantea la modernidad?
    (o sea: ¿será el Papa que los expertos de Clarín esperamos, o nos defraudará una vez más?)
    Y remata con este reflexión melancólicamente esperanzadora:
    Si la elección de Ratzinger no fue sorpresiva, su papado —al menos en parte— podría serlo.
    No sería el primer caso en la Iglesia. Habrá que darle un crédito.
    Bueno. Además de dar risa, también dan un poco de pena.
    Al fin y al cabo, todos tenemos nuestro lado flaco, y todos tenemos dificultad en aceptar alguna palabra divina. Se me hace que, en el caso de estos periodistas, la que se les hace más difícil escuchar, la que su profesión casi les prohíbe aceptar… es aquella de «Tus caminos no son mis caminos».
    # | hernan | 25-abril-2005

    Mejor… siempre es posible

    De la homilía de hoy de Ratzinger (bueno, está bien: Benedicto XVI) en la misa que inaugura su papado:
    No es el poder lo que redime, sino el amor. Éste es el distintivo de Dios: Él mismo es amor.

    ¡Cuántas veces desearíamos que Dios se mostrara más fuerte! Que actuara duramente, que derrotara el mal y creara un mundo mejor. Todas las ideologías del poder se justifican así, justifican la destrucción de lo que se opondría al progreso y a la liberación de la humanidad.

    Nosotros sufrimos por la paciencia de Dios. Y, no obstante, todos necesitamos su paciencia.
    El Dios, que se ha hecho cordero, nos dice que el mundo se salva por el Crucificado y no por los crucificadores. El mundo es redimido por la paciencia de Dios y destruido por la impaciencia de los hombres.
    La verdad es que me hubiera gustado escuchar alguna referencia a Gandalf aquí. Pero también es verdad que todo no se puede pedir…

    Y me voy a releer el sermón. Mientras espero las encíclicas.
    # | hernan | 24-abril-2005

    La señorita Bisturí

    Hay cosas (escritos, sobre todo; pero también canciones, películas, autores) que valoro más de lo que esas cosas seguramente merecen. Cosas que (aunque no necesariamente las considere excelentes) me conmueven, me acompañan, han dejado alguna huella en mí y me complace revisitarlas seguido; y que sin embargo, a juzgar por el juicio de los demás, debo suponer que no valen mucho.
    Y no hablo del juicio de las mayorías o de los especialistas… hablo de los juicios confiables: el de ciertas gentes y ambientes; o el del tiempo.

    Entre esas predilecciones personales incluiría ciertas páginas de los «Pequeños poemas en prosa» de Baudelaire. Ya mencioné uno de ellos.
    Pero estos días (tal vez un poco a cuento de un lindo libro sobre casos neurológicos que he estado leyendo; y también por esas cuestiones eugenésicas -aborto y eutanasia- que decíamos ayer) estoy pensando en otro: «La Señorita Bisturí«, uno de los menos recordados. Y queda dicho, probablemente no valga gran cosa, no lo recomiendo. Pero lo traigo por la cuestión que, según creo, Baudelaire ilustra con mucha fuerza, la moraleja (con perdón) que al final queda bastante explícita.

    En verdad, el relato resulta algo penoso de leer; y tal vez salga ganando si lo resumo. Ahí va, pues.

    … Seguir leyendo
    # | hernan | 23-abril-2005

    1937

    No se trata del año, sino del número. Y como número, no es muy redondo que digamos (casi es primo!). Pero es que hoy se me dio por hacer la cuenta, y no voy a esperar a los 2000.
    Notemos pues que, con este post (y contando los de FdA), llevamos escritos 1937 posts. Siendo el caso que uno tiene pocas cosas para decir, y poca facilidad para decirlas, no deja de ser algo sorprendente; para mí al menos.
    Y acaso pueda servir de aliento para esos que andan dando vueltas y no se animan a arrancar.

    Ah, me olvidaba: gracias a los que leen y a los que comentan.
    # | hernan | 23-abril-2005

    Eugenesia siglo XXI

    Aborto selectivo … y presionado.
    Ya hay un reproche implícito hacia los padres que, detectado el síndrome de Down (por ejemplo) en el feto, deciden no abortar. ¿En cuánto tiempo tendremos un reproche explícito, una condena social, campañas de concientización impulsadas por el gobierno? ¿Cuántos años habrá que progresar para que los padres que tengan chicos Down sean mirados como crueles? Son sus prejuicios reaccionarios, dirán, quieren sentirse tranquilos y virtuosos obedeciendo las reglas de su religión, quieren estar en regla, y no les importa traer al mundo un chico que sufre y que no nunca podrá tener una vida plena; y que también dificultará la vida de los de su entorno; hay que ser…
    Hablamos, hablamos… pero el hecho es que los «monstruos» (los discapacitados, los mogólicos) molestan. No pensamos -por ahora al menos- en suprimirlos, pero «sería mejor que nunca hubieran existido», como dijo Jesús de Judas. Ellos «no cierran», no forman parte del paisaje del paraíso en la tierra que imagina -bien que nebulosamente- el laicismo.
    Es curioso, si bien se mira. Porque la existencia de los discapacitados, el sólo nacimiento de un chico Down, suele ponerse como una objeción contra el teísmo: si existiera un Dios bueno y todopoderoso, no permitiría eso… dicen; y cualquier adolescente puede -y suele- entenderlo y repetirlo. Pero hete aquí que esos seres dolientes, a los ojos del creyente (cristiano o no) jamás fueron una mancha en el universo, siempre se integraron a él, siempre tuvieron un sentido, aunque sea misterioso. ¿Cuántas mujeres se habrán sentido «tentadas en su fe» al ser madres de un chico Down?
    Claro que cuando los creyentes decimos que tal o cual cosa «es un misterio«, los ateos se burlan, creen que estamos cerrando los ojos ante una contradicción, y nos corrigen: «es una contradicción, un sinsentido«. Difícil hacerles entender que, precisamente es al revés: el misterio es lo que tiene sentido. Y esta cuestión podría ser un ejemplo.

    Se me ocurre que Baudelaire supo ver algo de esto (no explicarlo, que eso no se le puede pedir a un poeta; pero sí mostrarlo). Probablemente me equivoque, tiendo a encontrar demasiadas relaciones y puentes entre temas y libros… Pero no por eso renunciaré a dejarle la palabra a Baudelaire. Queda para mañana.
    # | hernan | 22-abril-2005

    Estoy hecho un salvaje

    ¿Y esto?? Bueno… dignos periodistas… católicos, parece. Parecieran necesitar una brújula, por lo menos.

    Ahora, leyendo eso, me da miedo pensar que algún poderoso me haya ofrecido por mail un par de millones de dólares y yo lo haya confundido con uno de esos «scams» nigerianos. Mientras me dedico a revisar mi carpeta de mensajes borrados, recuerdo a todo poderoso que quiera comprarme que mi mail está a la derecha.
    Tendría que pensarlo —la idea es demasiado nueva para mí— pero creo poder asegurarle que por un millón de pesos puedo por ejemplo escribir un post sobre los éxtasis que experimento al rezar todas las noches la oración por la patria pergeñada por nuestros pastores, lágrimas de devoción incluidas (por poco más puedo incluir levitación, o la audición de voces divinas que exaltan la sabiduría del obispo X -a elección del comprador).
    # | hernan | 22-abril-2005

    Hablando de Roma

    Hubo una época a principios de los veinte en que se empleaba con frecuencia la palabra «bolchevique». Se utilizaba de manera indiscriminada para designar a los escolares obstinados, a los empleados que pedían un aumento de sueldo, a los criados impertinentes, a quienes pedían ampliación de los derechos de propiedad de los pobres, y a cualquier cosa o persona que el hablante desaprobara.
    Su único propósito era impedir el debate razonado y la reflexión.

    Creo que hoy corremos un peligro similar, con el uso del término «fascista». Hace poco los escritores ingleses recibimos una encuesta … en la cual se nos pedía que nos definiéramos por uno de dos bandos: los republicanos de España o «los fascistas». Una encarcelación de manifestantes se describe como una «sentencia fascista». Investigar la situación económica de alguien es fascista. La colonización es fascista. La disciplina militar es fascista. El patriotismo es fascista. El catolicismo es fascista. El buhcmanismo es fascista. El culto japonés al emperador es fascista. La caza del zorro es fascista… ¿Acaso será demasiado tarde para llamar al orden?
    Se lo preguntaba Evelyn Waugh, en una carta enviada a un diario londinense. Año 1938.
    Lo cita Joseph Pearce [*] en su libro sobre Tolkien. Y la cita porque también a Tolkien le han colgado el adjetivo.

    Bueno, yo he llegado a escuchar (y más de una vez) que Platón era fascista. Y cualquiera puede traer centenares de ejemplos parecidos.
    Creo recordar (aunque esto de segunda mano) que allá por los 1983 un político (Alfonsín?), al ser interrogado sobre el origen del financiamiento de su campaña proselitista fulminó al periodista respondiendo que esa era «una pregunta fascista». Y cómo no recordar, de aquellos mismo tiempos, el exitoso «enano fascista que todos llevamos dentro»; melancólica muestra del poder creador mítico de nuestros tiempos. (Uno empieza por descreer del ángel de la guarda y termina creyendo en cualquier cosa).

    También recuerdo a Solzhenitsyn (¿en Archipiélago Gulag? ¿o en El primer círculo?) que evoca la puesta en circulación de un adjetivo de finalidad similar, con la misma carga «moral», y que durante unos cuantos años sirvió al gobierno para que todos los buenos ciudadanos soviéticos (él mismo incluido) la destinaran a la condena ideológica y la excomunión social. Y, de igual modo, cualquiera de sus usuarios (él mismo incluido) no habrían sabido definir el significado de esas palabra que manejaban con tanta facilidad (y sin la cual les hubiera sido muy difícil vestir sus pasiones borreguiles de convicciones).


    [* Y él mismo contesta última pregunta: en efecto, era demasiado tarde; pues el mismo «orden» ya había sido incluido dentro de lo «fascista»]
    # | hernan | 22-abril-2005

    El resucitado

    Es tiempo de Pascua. Y aunque alguna parte de mi alma puede decir aquello de Leon Bloy, es sólo una parte. También -por suerte- puedo decir que los textos en que aparece Jesús resucitado, me resultan de los más impresionantes de los evangelios. Si me apuran, diría que me parecen de los más convincentes.
    Y no son mucho más que cuatro episodios (tres en Juan y uno en Lucas).
    La aparición a Magdalena, los discípulos de Emaús, el par de apariciones a puerta cerradas (escena con Tomás el incrédulo incluida) y la aparición en el mar de Galilea.
    Todas muy memorables, y cada cual con su rasgo imprevisto, misterioso, insondable [*]
    La Magdalena que sólo lo reconoce cuando Jesús pronuncia su nombre: María!. Los discípulos de Emaús que tampoco lo reconocen pero sienten «arder su corazón» cuando él les explica las Escrituras.
    El sencillo gesto repetido de comer, para mostrar a los discípulos que no se trata de un espíritu. Y la escena, tremenda, sobrecogedora, en que Jesús los espera en la orilla del mar, de noche… y la comida silenciosa en común… y Juan que nos dice, como la cosa más natural del mundo, que «… ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», pues sabían que era el Señor».

    Como decía el cura en el sermón de Pascua: Creemos esto, sabemos que Cristo resucitó. ¿Qué más queremos?

    [* Han criticado la película de Mel Gibson -entre tantas otras cosas- por casi no ocuparse de la Resurrección. Yo aprecio la objeción -religiosa-, pero, aparte de que la película justamente se llama «La pasión»… ¿cómo filmar eso? ]
    # | hernan | 21-abril-2005

    Subject: Leelo ke es una masa!!! :-))))))

    «Benedicto XVI ya tiene e-mail, los fieles podrán enviar mensajes electrónicos al flamante Papa», dice La Nación.
    Lo que no dice… es lo que cualquier usuario de Internet con alguna experiencia sabe: hay que pensarlo dos veces antes de mandar mails a cierta gente, porque -por ejemplo- te pueden meter en sus «listas de amigos», y bombardearte la casilla con esos dibujitos y powerpoints tiernos – simpáticos – idiotas…
    ¿Que éste no es el caso? Nunca se sabe.
    # | hernan | 21-abril-2005

    Benedicto XVI

    Estimado lector: acaso usted ya sepa que Ratzinger es ahora el Papa.
    Yo no. Todavía no lo .
    Lo voy sabiendo, de a poquito.

    Algunas cosas sueltas:
  • Yo también me pregunto por qué los españoles debemos decir «Benedicto» en lugar de simplemente «Benito». Pero bueno.
  • Hoy, por primera vez, escuché la mención a «nuestro papa Benedicto 16» en el canon de la Misa. Va a costar acostumbrarse.
  • Si JP2 era fea abreviatura para Juan Pablo II, B-16 es peor… parece nombre de vitamina o de avión de combate.
  • Como si fuera poco el cambio de lugar, uno debe acostumbrarse al cambio de nombre. Se me va a hacer cuesta arriba llamarlo «Benedicto 16». Demasiado cambio. (Debería haberse dejado el nombre suyo… ¿José I ? Mejor: Ratzinger I)
  • Leí por ahí que algunos italianos le dicen el «paparatzi»…
  • Algunos se quejan de que este papa no va a viajar tanto como el anterior. Por mi parte, estoy tentado de desear que no viaje en absoluto: cada hora de viaje es una hora perdida para escribir encíclicas. Y se me hace que las encíclicas de éste pueden ser algo especial.
  • Adhiero a lo de Tom, a propósito de cierto sospechoso entusiasmo «bélico» de alguna derecha católica: «Respecto a los que están ansiando un SuperPapa, lo que espero es que se dediquen a aprender del Papa, no meramente a aprobarlo. Que cuando haga algo que los católicos conservadores no esperaban o no querían, se pregunten si eso no encierra una enseñanza para ellos; que no se limiten al rechazo fácil («Bueno, no puede hacerlo todo» o «Nadie es perfecto»).
  • Para leer.
  • # | hernan | 21-abril-2005

    Contento

    ¿Estoy contento?
    Sí… pero distingamos.

    Para empezar, si gustan, podemos distinguir entre estar contentos porque «tenemos Papa» y estar contentos porque «tenemos este Papa».
    Lo primero está reflejado en la alegría de la fumata blanca, el festejo del público en la plaza antes de que anunciaran al elegido. Habemus Papam -todavía no sabemos quién. ¿Hay razón para esta alegría? Claro que sí. Varias razones, en realidad. Desde la más infantiles (la alegría emocionada del niño que entró al cine o al circo, y espera que empiece la función) hasta las más profundas: la dicha (equiparable a la dicha de un nacimiento, «un nuevo hombre ha llegado al mundo») de sentir que la Iglesia -vieja y nueva- es algo vivo, en el signo visible del nuevo Papa; algo que explica bien Amy:
    Habemus Papam… alegría visible en todos los rostros. ¿Por qué? Ya se sabía que íbamos a tener algún Papa. ¿Por qué alegrarse tanto, cuando todavía no sabíamos quién era? … Y sin embargo, estábamos contentos. Aún los escépticos sentían eso. ¿Por qué? […]
    En nuestro corazón, buscamos lo permanente, lo estable. Aquella que fue plantada firmemente, por la palabra y la obra y la promesa de Aquel que caminó y amó hace siglos; la que ha tratado de preservar esa palabra y obra con fidelidad, de continuar evangelizando en su nombre, y la que nos habla a través de ceremoniales antiguos, del arte y de las mismas palabras … y que nos asegura que toda la belleza, solidez y fidelidad que vemos son sólo débiles ecos de lo que nos espera…

    Lo que me emocionó más fue la presencia viva de Jesús, no en un determinado individuo, no en la esperanza de un determinado «rumbo» futuro, sino en el evento total, que es más que un evento, que se extiende hacia el pasado y hacia el futuro, y nos contiene a todos, con los ojos fijos en lo que Benedicto XVI dijo -a Dios le place usar a sus siervos más humildes para que su voluntad de cumpla-, el cuidado de la vida humana, la caridad con el pobre, el perdón y la misericordia; una llamada que viene de milenios, y a través de los milenios es contestada….
    Hay razón, pues, para decir, como dice la fórmula, que «Habemus Papam» es «una noticia grande y alegre». Y sí, en este sentido, estoy contento: tenemos Papa.

    En segundo lugar, «tenemos este Papa».
    Creo que algunos se alegran de que hayan elegido a este Papa … con buenos motivos; otros, con malos motivos. Y lo mismo vale para los católicos que lo lamentan.
    Por mi parte, tengo que decir que mi impresión inicial fue de asombro; realmente no lo esperaba. (Debo estar leyendo demasiados blogs yanquis, que la expresiones «rolling my eyes» y «shocked» son las que primero se me ocurren). No me imaginaba a Ratzinger de Papa, y todavía no logro acostumbrarme.
    Es claro -ya lo dije varias veces- que Ratzinger me cae muy bien. He leído algunas cosas suyas, y todas me parecieron estupendas; y no conozco otro cardenal del que pudiera decir lo mismo (porque de la inmensa mayoría no conozco nada). Pero (en parte por eso mismo!) internamente no lo consideraba un «papable».
    No puedo negar, entonces, que mi asombro tiene también su buena cuota de alegría. Pero aclaremos: esa alegría se funda sólo en lo dicho: la agradable sorpresa de encontrar que un tipo que uno admira y aprecia sea puesto en semejante lugar… la alegría entusiasta y un poco juguetona del que se alegra al compartir de alguna manera la suerte -inesperada- de un amigo.
    Pero mi alegría no es la del votante cuando gana su candidato («hicieron bien en elegir a Ratzinger/tiene mis mismas opiniones/es el que yo hubera votado/es lo que la Iglesia necesitaba»); no es eso. En este sentido, no me alegra ni me entristece esta elección, lo mismo que si otro hubiera sido el elegido. Porque yo acá puedo animarme a criticar sin vergüenza a cualquier obispo (cardenal…o Papa), pero de ahí a creer que puedo discernir -o siquiera sospechar- si éste es mejor que aquel para suceder a Pedro… hay un abismo que espero nunca saltar.

    Pero sí, estoy contento. Casi tanto como estas monjas.

    # | hernan | 19-abril-2005

    Dos botones

    Clarín anoticia que salió una biografía de Ratzinger… hace cinco años. ¿No es gran noticia? Ah, pero es «muy crítica«. Así que … sí es noticia. (Y además, no hay que perder otra oportunidad de deslizar la palabra «nazi» … ya se sabe cómo funcionan estas asociones de palabras…).
    De modo que los lectores se enterarán de que el tal periodista, John Allen, de la NCR (bastante conocido, por cierto), tiene una pésima opinión de Ratzinger. No se enterarán, claro, de los elogios, ni de otras cosas que el mismo Allen escribió hace tres años :
    … Estoy dispuesto a admitir que parte de mi análisis del cardenal Ratzinger estuvo probablemente equivocado, por no entender la complejidad de los problemas que Ratzinger tuvo que enfrentar en más de 20 años en el poder. No es que haya habido mala voluntad de mi parte, sino simplemente que no estaba tan bien informado, no entendía tanto la iglesia universal como la entiendo ahora, tras dos años de vivir la realidad vaticana. La verdad es que hay cosas que uno aprende en Roma, y sería difícil aprenderlas en Kansas City…

    Pero debo insistir en que mi admiración por Ratzinger era sincera, y lo sigue siendo. Repito lo que dije en el libro: si hubiera tenido la posibilidad de que Ratzinger fuera mi director espiritual, no habría dudado en abrirle mi alma, porque estoy convencido de su integridad como sacerdote, como cristiano y como hombre.
    Por su lado, La Nación nos brinda un sesudo análisis que nos detalla cuáles son «los desafíos de la Iglesia» (la palabra «desafío» es una muletilla indispensable en la retórica del mundo empresarial). El autor es un «analista en temas religiosos» de la BBC.
    Ya conocemos la sabiduría de estos analistas -otra que el Espíritu Santo. Y ya conocemos estos análisis: es el mismo eterno texto de siempre.
    Pero por eso mismo, por su absoluta estolidez y absoluta previsibilidad, me extrañó encontrar esto hoy… Uno podría esperar que, hoy al menos, estos analistas se callen. Esto, pensé, es lo que uno podría haber escrito antes de la elección del Papa. si hasta resulta cómico… después de gastar tanta tinta para repetir «la Iglesia debería hacer esto y aquello», terminar reconociendo a regañadientes que… que la Iglesia parece tener otras opiniones, por decirlo de alguna manera. La frase sobre Ratzinger parece un añadido, un non sequitur.
    Y hete aquí que, Google mediante, encuentro que el artículo publicado hoy es un refrito de otro artículo de principios de mes … adaptado a la elección.
    # | hernan | 19-abril-2005

    El viento sopla donde quiere

    Je!
    En términos futboleros, diríamos que esto «es para nuestros amigos que lo miran por TV».
    Pero no es momento de cantitos futboleros. No hay que perder el tiempo.

    ¡Habemus Papam!
    En nuestra profesión de fe la Iglesia se comprende desde el Espíritu Santo como su lugar eficiente en el mundo. Se la considera concretamente desde dos puntos: desde el bautismo (penitencia) y desde la eucaristía. Este punto de partida sacramental lleva consigo una comprensión teocéntrica de la Iglesia: lo importante no es la agrupación de hombres que es la Iglesia, sino el don de Dios que transforma al hombre en un ser nuevo que él mismo no puede darse, en una nueva comunidad que él no puede sino recibir como don. Sin embargo, esta imagen teocéntrica de la Iglesia es muy humana y real, porque siempre gira en torno a la conversión y a la purificación, porque ambas las comprende como proceso indefinido intrahistórico y porque descubre el contexto humano del sentido del sacramento e Iglesia. Por eso la comprensión «material» (partiendo del don de Dios) trae consigo el elemento personal: el nuevo ser de la reconciliación conduce a la coexistencia con todos los que viven de la reconciliación; ésta forma la comunidad, y la comunión con el Señor en la Eucaristía lleva necesariamente la comunión con los convertidos que comen el mismo e idéntico pan, que forman un único cuerpo. (1 Cor 10,17), un único hombre nuevo. (cf. Ef 2,15).

    Joseph Ratzinger (desde hoy, Benedicto XVI)
    # | hernan | 19-abril-2005

    Domingo de ramos (2)

    A Laura no le convence una cosa del post anterior: suponer que los mismos que aclamaron a Jesús en su entrada a Jerusalén fueron los mismos que días después lo rechazaron y prefirieron a Barrabás.
    Es cierto, no hay necesidad de suponerlo.
    Es una suposición que suele hacerse, sin embargo, por la verdad poética -digamos- que encierra (y que para el fin basta): la volubilidad de las masas, la facilidad de estar con Jesús en los momentos de gloria y lo difícil que es manterse fieles en los momentos de humillación. También a Pedro le fue fácil entusiasmarse con la Transfiguración, pero en seguida se rebeló contra la cruz.
    Por otro lado, uno podría argumentar que, si tan sólido era el apoyo popular hacia Jesús, eso no se vio demasiado durante los eventos de la Pasión. Pero -me retrucarán- justamente por eso el juicio se hizo de noche, en secreto.
    Otro podrá decir que las aclamaciones a Jesús «Hijo de David» apuntaban a un Mesías «imaginario», triunfante al modo «carnal»: no sabían lo que decían, eran palabras huecas (y por lo tanto no hay por qué suponerlos «fieles», y negar la posibilidad de que en pocos días se tiraran contra Jesús). Pero se puede responder -y a esto en buena medida apuntaba mi pobre post- que Jesús parece haber aprobado esa aclamación. No les dijo (ni explícitamente ni con sus actos) «Uds no saben lo que dicen». Al contrario, más bien. Como si el «estar (actuar) en la verdad» no necesariamente requiriera «entender»…
    Es tema opinable, en verdad.

    Y veo ahora que Castellani dice algo que viene al dedillo, para ilustrar el punto de Laura… y el mío:
    … Cristo no resistió a esta aclamación, antes bien al contrario, la preparó; era necesaria a su misión. Dos veces los sacerdotes le mandaron que hiciera callar a su gente, que andaba profiriendo (según ellos) disparates y blasfemias. La primera vez, Cristo respondió «Si yo acallo a estos, hablarán las piedras». La segunda vez: «¿No habés leído en la Escritura: De la boca de los niños y de los lactantes sacaré yo una alabanza perfecta, dando a entender que los que aclamaban eran gente sencilla y humilde, comparable a niños; con, por supuesto, una cantidad de chiquilines barulleros y gritones, como suele suceder. Pero su alabanza era «perfecta», es decir, VERDADERA.

    La multitud no era perfecta: nunca lo es.
    Aqui hay una cosa importante: no es la misma esta multitud que la otra del Viernes Santo que pide la muerte de Cristo. El exégeta de la Escritura tiene que ser un poco «detective», es decir, considerar el conjunto de los hechos y dese conjunto deducir otro hecho que no está allí, como Sherlock Holmes. Los autores dicen vulgarmente que era la misma muchedumbre «todo el pueblo de Jerusalén»: no fue así; los partidarios de Cristo después se asustaron y se escondieron; por eso dije no eran perfectos.

    Yo mismo puse un libro una reflexión que es falsa: «Vean cómo es el pueblo de voluble y tornadizo; hoy aclama a uno como Rey y mañana desea asesinarlo, como a Hipólito Yirigoyen». Eso pasa a veces, desde luego; y el poeta Robert Browning hizo un hermoso poema sobre este tema. Pero aquí no fue el caso: los que gritaron «Crucifícalo, crucifícalo» el Viernes no eran los mismos que habían gritado «Hijo de David» el Domingo. Eran dos fracciones del pueblo de Israel…

    «Domingueras prédicas», sermón del Domingo de Ramos de 1965.
    Las mayúsculas son de Castellani; las negritas, mías.

    Otro lector me pregunta si esto lo traigo a colación ahora, en lugar del domingo de ramos, por alguna aplicación a un caso particular. Puede ser, puede ser. Cada cuál sabrá dónde le aprieta el zapato. No es para mí una cuestión teórica, en cualquier caso.
    # | hernan | 15-abril-2005

    Domingo de ramos

    Podría ser un test de esos… pero me faltan algunos detalles. Lo que tengo por ahora es esto:

    Supongamos que ud. se encuentra en Jerusalén, el domingo anterior a la Pascua del año 30. Está entrando Jesús de Nazareth a la ciudad; mucha gente en las calles, entusiasmo y aclamaciones.
    Supongamos que ud. ya conoce a Jesús, ya sabe quién es, y qué le va a pasar. Ud. sabe que los que hoy vitorean al «hijo de David», en pocos días lo rechazarán y harán matar; tal vez ese entusiasta que está frente suyo, agitando palmas, el viernes pedirá que liberen a Barrabás y escupirá sobre Cristo camino al calvario. Bien.
    Pero el caso es que, aun sabiendo eso, hoy usted es un espectador más, es parte de ese pueblo de Jerusalén que recibe a Jesús de Nazareth.
    ¿Qué hace usted?

    1. Mira con veneración a Jesús y con severidad a los aclamadores. Esa alegría es cartón pintado -piensa-, no puedo participar de ella; esta gente no entiende la cruz, no tiene idea de lo que está viendo ni de lo que está vitoreando; ya van a ver lo que se viene…
    2. Piensa con dolor que ese recibimiento no es trigo limpio; trata de buscar la forma «correcta» de recibir a Jesús, de darle «realmente» la bienvenida; intenta aislarse del entusiasmo sospechoso de la multitud, para «conectarse» con Jesús y rendirle un homenaje más espiritual, menos rústico y más verdadero.
    3. No es tiempo de pensar en lo que se viene —piensa— es tiempo de aclamar a Jesús que está entrando a la ciudad. Se une, pues, a los vítores, y se alegra igual que todos y con todos. (Jesús incluido… es de esperar)
    No sé usted, pero yo quisiera poder elegir la última, con seguridad. Pero no estoy seguro.

    Ah… me preguntará usted para qué sirve el test, y qué clasificación determina la elección de las respuestas. Pero ya dije al principio que me faltaban ultimar algunos detalles…
    # | hernan | 14-abril-2005

    Incisividad criolla

    First Things es un medio católico yanqui serio y prestigioso. John Neuhaus (también prestigioso) está en Roma reportando sobre la elección del nuevo Papa. Amy (tal vez el blog católico más conocido) dice que sus reportes «se han tornado lectura obligatoria; llenos de detalles jugosos y observaciones agudas», y sus lectores parecen coincidir; y el blog Papabile también.

    Entre otros detalles jugosos y agudas observaciones, dice J. Neuhaus que el cardenal argentino J. Bergoglio está «bien posicionado en todas las listas; es conocido como un pensador incisivo y un hombre santo de vida austera…».

    Bueno … este… yo con lo de la austeridad, no me meto… ahora… este … lo de pensamiento incisivo … este… cof, cof… ejem… bueno, mejor tampoco me meto.

    Acá tiene que haber alguien que está meando fuera del tarro, con perdón.
    Ojalá sea yo.
    # | hernan | 14-abril-2005

    Más Miyasaki

    Sigo entusiasmado con los anime (dibujos animados japoneses; tema ignorado y hasta despreciado por mí hasta hace muy poco) … pero estos, los del estudio Ghibli, no son los anime típicos; no son los de las series de TV (mucha acción, poco dibujo). Estos, los de Miyasaki sobre todo, son unas obritas de arte.
    Vi estos días otras dos: Mi vecino Totoro y Porco Rosso. Ambas -sobre todo la primera- excelentes.

    Totoro es una historia muy infantil (no todas estas películas lo son) sobre dos hermanas que se mudan con el padre a una casa rural, y «descubren» un «Totoro» (no voy a explicar qué es eso!). Creo que ya se ha convertido en mi película de dibujos animados favorita. Siempre han gustado los dibujos; en su tiempo me impresionó «La Bella y la Bestia»… pero desde entonces Disney ha venido cayendo; me hartó el genio de Aladino, Lilo y Stich tiene sólo algunos momentos felices; y las últimas son flojas y convencionales; Tierra de Osos y Mulan, sobre todo; Pixar también me entusiasmó con Toy Story, pero las que siguieron (exceptuando a Nemo, y tal vez Toy Story 2) me gustaron menos; Los increíbles fue una gran decepción. Como también lo fue Shrek 2.
    Totoro… es otra cosa. Todo el clima que sin saberlo yo le pedía a los dibujos de Disney, lo vengo a encontrar acá. Alegría sin nubes; belleza pura. La niñez como debería ser en el paraíso (y que nuestro recuerdo trata de pintar en base a nuestra infancia real). Creo que nunca había sentido tantas de ganas de ver una película una y otra vez. La crítica de R. Ebert está muy bien (el tipo la pone en su sección «Grandes películas» de la historia del cine).

    Compré luego Porco Rosso, con menos expectativas (y ya lamentando haber agotado lo mejor de Ghibli…). Esta prometía mucho menos: transcurre en Italia (yo quería más Japón!), durante el surgimiento del fascismo (y el protagonista es anti-fascista; ya me venía venir una película con «mensaje» político, el discurso sobre la libertad y… ufa…), una película de hidroaviones de combate (ufa! no quiero películas de «acción»; eso es lo que odié en «Los increíbles»; a mí dame películas lentas!) y el protagonista es un aviador con cara de cerdo (???).
    Bueno. Sospeché mal. Es muy buena, y la disfruté mucho. Muy lindos dibujos -para variar-, trama sin altibajos, gotitas de humor tan sencillo como efectivo (el pirata que quiere sacarse la foto sólo con la chica!) y buen gusto siempre, en todos los detalles. Tampoco aquí hay buenos ni malos; otra constante de Miyasaki, al parecer.
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    # | hernan | 14-abril-2005

    Gloria Olivae

    Estos días la profecía de San Malaquías es mentada… hasta en La Maga!.
    Yo conozco poco y nada del tema, y por principio desconfío de profecías de ese estilo. Pero no puedo opinar. Y veo que alguna gente que no come vidrio se las toma bastante en serio (otros no).
    El que no sepa de qué se trata puede buscar en la web. Por ejemplo.
    # | hernan | 13-abril-2005

    El amor y los estetas

    Alejandro Dolina, es un tipo bastante conocido en Argentina, no tanto afuera. Un intelectual-artista-dilettante, con notables aptitudes para la escritura miniaturista y sobre todo para la comunicación oral: alcanzó la fama, más que por los ensayitos que escribía en revista Humor, por un programa de radio con público (que yo escuchaba religiosamente todas las medianoches hace algunos años). Resultaba (resulta) insólita en nuestros medios esa mezcla de humor campechano, buen decir, fineza estética y elegancia intelectual. Es uno de los pocos personajes públicos que despierta una admiración intelectual/estética (casi espiritual) en unos cuantos devotos (mayoría jóvenes), y también es malquerido por muchos (lo cual también no deja de ser un mérito; en este caso, al menos).
    Yo me encuentro mucho más cerca de los devotos que de los despreciadores, como es fácil sospechar. Recuerdo que en un aniversario del programa llegué a «componer» una quintilla (a modo de reconocimiento) entre los mensajes que los oyentes le envíabamos, y que leyó al aire: «Dolina , negro querido/ de tus oyentes hay uno / que te queda agradecido / por tu culpa ha conocido / a Corsini y a Unamuno».
    Eh, bueno, bueno… tampoco hay por qué reírse… Tenía yo unos 21 años, la «escribí» (mentalmente) en el colectivo 152, camino al programa (a veces iba a verlo a la radio) y, por sobre todas las cosas, fue la primera y última poesía que compuse en mi vida. Puedo estar orgulloso entonces (por no haber reincidido, digo).

    Bien, el caso es que en esos tiempos -no muy buenos, y muy solitarios, para mí- Dolina me fue una ayuda importante (lo de Corsini y Unamuno es lateral, y ni siquiera es del todo verdadero). Después anduvimos por otros caminos. Ahora, muy de vez en cuando lo escucho o lo leo; a veces (pocas) me río como antes; más a menudo me entristezco un poco. Pobre Dolina (debería rezar por él, me digo). Romanticismo sin Dios, el suyo, si no me equivoco. Desesperación pagana. Estadio estético. O algo así.

    Un buen ejemplo de ese lado oscuro de Dolina, de esas cosas tan suyas y que me dejan una impresión tan penosa, algo que encontré en este reportaje; el tipo ha proclamado su obsesión con el tema del amor («Estoy pensando más de la mitad de mi tiempo en el amor») … y al final se sale con esto:
    -¿Le preocupa la decadencia física?
    -Sí, me preocupa. Siendo que estoy obsesionado por el amor, calcule usted que a los 70 años es difícil enamorar personas.
    Horrible. Qué noción tan mísera del «amor» (amor romántico… en el peor sentido de la palabra). Cuánta distancia a lo cristiano. Y lo peor es que, conociéndolo un poco, es claro que no es una mera respuesta de reportaje. Es así.

    Ahora, para no cerrar el post dejando esta mala imagen de un tipo que, a pesar de todo quiero y admiro, debería poner algo de su buen perfil… Pero ya lo hemos hecho; y no hace falta; y, en todo caso, pueden ver esto si gustan.

    (De paso, y ya que estamos; esa novelita de Unamuno sobre el cura incrédulo que cita Dolina en la entrevista tiene miga como para que le dediquemos otro post, otro día).
    # | hernan | 13-abril-2005

    Los iconos y la Encarnación

    Muy interesante [*] esta discusión en Disputations sobre los iconos. ¿Son lícitos los iconos (estatuas, pinturas, estampas) como parte del culto y de la oración? ¿Son necesarios? ¿Son peligrosos? ¿Son idolátricos?

    La respuesta católica a esta vieja cuestión (en coincidencia con la iglesia ortodoxa, y en discrepancia con el islamismo; judíos y protestantes suelen estar más cerca de éstos que de aquellos) es bastante contundente: el segundo concilio de Nicea (año 787) declaró herejes a los iconoclastas (los enemigos de los iconos, que pretendían erradicarlos de las iglesias). Los iconos, entonces, están categóricamente autorizados.
    La discusión está disparada por las consabidas objeciones de Rob (un protestante inteligente que frecuenta Disputations) : «Las Escrituras prohiben las imágenes religiosas», «Si se trata de venerar a los santos, ¿para qué hacen falta las estatuas?» ,etc.
    Tom, que suele estar de acuerdo con Rob, le contesta: «En este asunto, estás rotundamente equivocado».
    Por supuesto, la raíz de la cuestión es el hecho de ser nosotros espíritus encarnados (y en el fondo, lo que está en juego es aceptar la Encarnación del Verbo: cosa que, justamente, los musulmanes y judíos niegan; y a los protestantes aceptan… con dificultades). «¿Por qué son necesarias las estatuas? Es como preguntar por qué es necesario el vino!», dice bien Tom.

    Y, para mejor, todo esto dispara un aporte de un representante del cristianismo oriental (más entendido que el occidental en tema de iconos) que Tom recopila. Y que yo traduciría por completo si tuviera tiempo… Bueno, van algunos párrafos:

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    # | hernan | 11-abril-2005

    Taller de canto gregoriano

    Paso un aviso.
    Está abierta la inscripción para el Taller Permanente de Canto Gregoriano, dirigido por Claudio Morla. El Taller está dirigido a los interesados en la práctica del canto litúrgico medieval y en los temas relacionados: historia, latín, liturgia, poesía, fuentes documentales, etc. No se requieren conocimientos especiales. La actividad se realiza los miércoles de 20.00 a 22.00 hs. en la parroquia Nuestra Señora de La Rábida, Av. Belgrano 1502, Ciudad de Buenos Aires, Argentina.
    Comunicarse con el Te. 4932 8959
    # | hernan | 11-abril-2005

    Lo infinitesimal

    La escuela sociológica francesa casi tiene razón en su explicación -sociológica- de la religión. Sólo le falta algo infinitesimalmente pequeño para tener toda la razón.
    Ahora bien, ese infinitesimal es la semilla de mostaza, la perla en el campo, la levadura en la masa, la sal en la comida. Eso infinitamente pequeño es Dios; es decir, infinitamente más que todo.

    Tanto en la vida de un pueblo como en la vida de un alma se trata de poner eso infinitamente pequeño en el centro. Todo lo que no está en contacto directo con él debe quedar como impregnado de él a través de la mediación de la belleza.
    Eso es lo que estuvo a punto de lograr la Edad Media románica, esa época prodigiosa en la que los ojos y los oídos de los hombres estaban cotidianamente colmados de belleza, simple y pura…
    Lo dice -quién si no- Simone Weil, en «Escritos de Londres». La idea de lo divino como «lo infinitesimal» aparece en otros escritos. Algo muy parecido dice, si no recuerdo mal, respecto de «la gravedad» (lo «mecánico», que opera en todo el universo, nuestra psiquis incluida), que hace casi todo y explica casi todo. Pero lo infinitesimal que deja fuera —el casi— es «la gracia», lo más importante.
    Y trae como ilustraciones (metáforas reales) la abrumadora escasez (precariedad, insignificancia numérica, casi inexistencia) de la materia viva respecto de la materia muerta en el universo. Y lo mismo con la vida inteligente respecto de las otras formas de vida.
    # | hernan | 10-abril-2005

    Fotos de la Iglesia

    Una galería que armé con más de cincuenta imágenes recolectadas de la web, sobre los funerales del Papa, en el Vaticano y en el mundo.


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    # | hernan | 10-abril-2005

    Notas sueltas…

    … en relación al duelo más llorado y más gozoso de los últimos tiempos. Probablemente, de todos los tiempos.
    Me siento más cerca de Juan Pablo II en estos días que cuando vivía entre nosotros. Como si fuera más accesible ahora; bueno, de hecho lo es.

    TSO, de Video meliora…
    Algo de eso hay…
    Se me ocurre que Ratzinger es a Juan Pablo II lo que San Pablo es a San Pedro.

    Un comentador en el blog de Amy
    Yo también había pensado eso. Pero (parafraseando a Mircea Eliade, en una observación referida a Frank Duquesne) las personas que tienen demasiada inclinación a encontrar relaciones, a imaginar analogías de ese tipo, deberían (deberíamos) imponerse cierta ascesis.
    ¿Podemos, a esta altura de las cosas, hacernos una idea cabal (ni de más de menos) de la importancia que tiene el marco de la historia (¿cuál historia? la que ud. quiera) de esto que ha venido pasando en los últimos diez días (y en los últimos 26 años)?
    Yo no. Página 12, tampoco. Pero…
    …Como el Cid, Juan Pablo II sigue ganando batallas después de muerto. Y esto no era para nada predecible, ni esperado.
    Si la palabra «esperado» la usa en el sentido de «previsible», es algo redundante en esa frase. Si la usa en el sentido de «ansiado», es algo … bueno, es Página 12.
    Por cierto: en los dos sentidos es falsa; pero eso es lo de menos.

    Algo nuevo parece haber aparecido en el mundo. Y como todo lo realmente nuevo, su despliegue será tan impredecible como apasionante.
    A pesar de los despistes, a pesar de las categorías… no deja de ser una especie de testimonio.
    … La letanía de los santos fue particularmente hermosa, debe haber nombrado más de cincuenta santos. En lugar del «Ora pro nobis» (ruega por nosotros), cada invocación repetía «Ora pro eo» (ruega por él). Los santos iban agrupados: los Apóstoles (cada uno nombrado por separado), los mártires (especialmente los que murieron en Roma; y también María Goretti y Maximiliano Kolbe), Papas, Doctores y varios de los santos más conocidos de los que el mismo Juan Pablo II canonizó.
    De un reporte por un lector del blog de Mark Shea que estuvo en la misa de los funerales. Qué envidia me da, cómo me hubiera gustado estar ahí…
    No es seguro, y seguramente no es lo más importante del asunto: pero se me ocurre que este funeral puede haber sido para alguno «de los de afuera» una estupenda explicación de por qué para los cristianos la muerte es algo triste y gozoso al mismo tiempo. Y sobre todo, de por qué el santoral recuerda a los santos en el día de su muerte (quien sabe, tal vez en adelante alguno que en otra ocasión se hubiera apurado a usar esa palabrita tan tentadora —necrofilia—, se acuerde de esto y lo piense un poco mejor).
    Fray Nelson enumera (dominico él) características que espera en el próximo papa.
    Está bien. Por ahí andaremos rezando todos los católicos, estos días. No cuesta mucho pedir ni esperar, por lo que podemos pedir y esperar un Papa tan grande como Juan Pablo II.
    Ahora, la verdad… si en estas cosas fuera posible negociar, yo pediría un poco menos de luz en el Papa a cambio de un poco más de luz para los otros pastores.
    Pero, claro está, estas cosas no se negocian.
    Y Dios sabe lo que hace.
    # | hernan | 9-abril-2005

    Voto autocalificado

    Recordaba ayer, de mis tiempos de vida «académica», el papel del «referato» en el circuito de las publicaciones. Para el que esté en ayunas: cuando un investigador científico envía un trabajo (paper) para que lo publiquen en una revista especializada, generalmente (excepciones son las revistas mediocres, o los autores capos que son invitados a escribir) es sometido a una evaluación (referato) a cargo de uno o varios científicos que trabajan en un área afín. Cada uno envía su opinión al editor, y éste decide publicarlo, rechazarlo, o reenviarlo al autor con sugerencias de revisión (los evaluadores siempre permanecen anónimos para el autor).
    Me ha tocado evaluar algún que otro paper. Y una vez tuve que completar un formulario que, contenía varias preguntas sobre la calidad del trabajo («¿Cómo evalúa ud. la presentación? Muy bien/Bien/Regular/Inaceptable » …. Originalidad …. Bibliografía… Relevancia… etc). Lo que me llamó la atención fue que cada pregunta debía además ser cualificada con un número que expresara nuestra seguridad en la respuesta. Es decir, uno podía contestar cosas como «Me parece muy original… pero no estoy nada seguro» ; «La presentación es un desastre … y de eso estoy seguro». Etc.
    Voto autocalificado, podríamos decir.
    Al parecer, se supone que los científicos son lo suficientemente lúcidos y humildes (y desinteresados) para conocer sus propias limitaciones a la hora de juzgar un trabajo ajeno. Y por más ingenua que sea la suposición, la idea me gustó.

    Sería interesarte extenderlo a otras encuestas de opinión o votaciones… Imaginemos: salimos a la calle y -preferentemente con un micrófono y cámaras de tv- preguntemos a cualquier hijo de vecino cuál es su opinión sobre la conveniencia de pagar la deuda externa, sobre la infusión del alma humana en el embrión, la ordenación sacerdotal femenina, el papado de Pío XII … o la existencia de Dios. Y luego de grabar la respuesta, preguntamos: ¿Entre 1 y 10: qué puntaje asignaría a su opinión en tal tema, en cuanto a seguridad y autoridad ? (1=No sé nada del asunto, mi respuesta en el fondo es arbitraria ; 10=Sé perfectamente lo que digo, y tengo la certeza de que mi respuesta es verdadera).
    Después podríamos estudiar los histogramas de resultados según país, época, ambiente…
    ¿Y con eso qué hacemos? Bueno, si no se nos ocurre otra cosa, con eso siempre podemos escribir un paper
    # | hernan | 8-abril-2005

    Hado y providencia

    Me preguntaban -a cuento de lo de Frodo- qué cuernos es «el hado», si es algo así como la Providencia, o qué. No estoy seguro, se me hace que el hado es más algo más impersonal, imponente y ciego; algo más bien pagano.
    El que quiera más, puede preguntarle a Santo Tomás, quien tras estudiar la Providencia, le dedica una cuestión de la Suma al hado. Tomás acepta que podemos hablar de un hado existente… con reparos, y en un sentido recortado. De notar es la afirmación citada de Boecio: «cuanto más alejada está una cosa de la Inteligencia, tanto más ligada está al hado».
    # | hernan | 8-abril-2005

    Nunc dimittis

    El papa Juan Pablo II se planteó la posibilidad de renunciar en el año 2000, según su testamento que fue divulgado por el Vaticano.
    «Es necesario preguntarse si no llegó el momento de repetir las palabras bíblicas de Simeone «Nunc Dimittis (No dimitas)«, se interrogaba Juan Pablo II.

    La Nación, 7/4/2005
    Sic ( Sí ).

    No muy lejos de aquella traducción : res non verba = las vacas no hablan

    Información un poco más confiable sobre el Nunc dimittis acá.

    Actualizado: ya cambiaron el texto de la nota. Sin embargo, y cuando cualquiera puede leer el dichoso testamento, todos los diarios siguen titulando que «el Papa pensó en renunciar«, … Son increíbles, en todos los sentidos de la palabra.
    # | hernan | 7-abril-2005

    Datos para porteños

    ¿Dónde conseguí «Tolkien, hombre y mito» de Pearce a $8 ? Creo que fue en Av. Corrientes 1375.
    De paso, si están ahí, pueden cruzarse a un localcito de comics que hay enfrente, preguntar qué películas del Estudio Ghibli tienen … y comprar todas los que puedan. (Tengo que dedicar un post a esta pequeña maravilla )

    Y ya que estamos, citemos algunos libros que suelen verse en las mesas de saldo de por ahí, y que valen más de lo que cuestan:
    Retorno a Brideshead, (Evelyn Waugh); Elena, (idem); Cruzando el umbral de la esperanza (Juan Pablo II); Nueva historia de Mouchette (G. Bernanos); Los del Terruño (Giovanni Guareschi); El mundo la carne y el padre Smith (Bruce Marshall); Pabellón de Cáncer (A. Solzhenitsin); Mi testamento filosófico (J. Guitton); Dios existe, yo me lo encontré (André Frossard); Antología del relato extraño (R. Walsh).
    La última es una recopilación de cuentos fantásticos, armada -y traducida y comentada- por Rodolfo Walsh, en cuatro tomitos ($5 c/u); recomendable.
    # | hernan | 6-abril-2005

    El mendigo absoluto

    Leon Bloy fue apodado «mendigo ingrato» en son de insulto; él asumió el apodo con orgullo belicoso, al punto de titular así el primer volumen de su diario. Su página de presentación comienza con una especie de imprecación:
    ¡Maldición para aquel que no ha mendigado!
    Nada hay más grande que mendigar.
    Dios mendiga. Los ángeles mendigan. Los Reyes, los Profetas y los Santos mendigan.
    Los muertos mendigan.
    Todo lo que está en la Gloria y en la Luz, mendiga…
    La idea (sugerida por no recuerdo qué versículo de las Escrituras) de que «Dios mendiga» —más: que Dios es el único mendigo verdadero, el único que tiene auténtico derecho a mendigar (derecho que se extiende a los míseros por una especie de privilegio)—, era muy cara para Bloy.
    Ya notamos alguna vez una idea lejanamente parecida en Santa Teresita.
    Hoy encuentro esta anotación en los borradores de Simone Weil:
    «Black bull» Dios llega al alma despojado de todo su esplendor. Llega sólo como algo que pide ser amado.
    No puede exhibir ningún título para ser amado, salvo el de ser el Bien absoluto.
    Pero eso equivale a nada para la parte creada, mortal, carnal del alma. Para esa parte del alma, en cuyo nivel se sitúa la conciencia, Dios no tiene ningún título que lo haga digno de ser amado. Es el mendigo absoluto. Demanda amor sin mostrar nada que le dé derecho, y sin ofrecer nada a cambio. Es exclusivamente demanda. Absolutamente pobre…
    # | hernan | 6-abril-2005

    Rubí

    Rubí es un tango de Cobián y Cadícamo, no muy conocido, a pesar de tener una linda música. La culpa, creo yo, es de la letra.
    El comienzo, sobre todo, me parece francamente feo y desalentador: «Ven, no te vayas, qué apuro de ir saliendo«.
    Y hay más; el ripio «en este instante gris» (rima inútil; también es cierto que la música no le hacen la cosa fácil al letrista, al exigir tantos versos agudos seguidos). Y el «por senda aparte iremos» es bastante ingrato (los cantantes pasan por ese verso como pisando huevos). Y lo de «Yo viviré en tu idea» (para rimar con «no te vea»), y lo de «un episodio sin valor» (para rimar con «amor»).
    Bue. El finado Cadícamo no estaba en su momento más inspirado, me dije. a Un letrista tan prolífico se le deben perdonar estos tropiezos, si es que lo son…
    Pero el caso es que, buscando en la web, encuentro que la letra está «inspirada» (por decirlo amablemente) en una poesía de un poeta francés, Paul Gerardy. Y no solo eso: de la misma poesía Cadícamo sacó versos para «Los Mareados» y «Por la vuelta».
    No estoy seguro si este descubrimiento mejora la situación de Cadícamo o la empeora.
    # | hernan | 6-abril-2005

    Herencia

    Dos posts de Fray Nelson sobre la herencia de Juan Pablo II. No se trata del habitual panegírico.
    # | hernan | 5-abril-2005

    Frodo, el Hado y el libre albedrío

    «Understanding the Lord of the Rings» es una compilación de ensayos críticos sobre «El Señor de los Anillos» («The Best of Tolkien criticism» reza el subtítulo, más apropiado que el título) seleccionados por Rose Zimbardo y Neil Isaacs, que me han regalado hace poco. Va desde las primeras críticas importantes (la de C. S. Lewis en 1955, para empezar; y la de W. H. Auden en 1959) hasta una de Tom Shippey (2004) sobre la película de P. Jackson.

    Son varias las cosas interesantes que encontré en los cuatro o cinco que llevo leídos; entre ellas, una referencia al «fracaso de Frodo» que tratábamos hace poco, en un ensayo de Patricia Meyer Spacks relativamente temprano (1959).
    Lo que sigue es un resumen bastante esquemático, centrado en ese momento de la historia (que no es lo central en el ensayo). No estoy seguro de que tenga razón, pero da que pensar.
    … Seguir leyendo
    # | hernan | 5-abril-2005

    Fecundidades

    «Tolkien, hombre y mito», de Joseph Pearce (de quien sólo conocía la biografía de Chesterton) es uno de los muchos libritos de introducción y análisis a la obra de Tolkien que andan dando vuelta por ahí. Este, que compré y leí en estos días, tiene la ventaja de ser breve, abarcativo, inteligente… y barato ($8 en saldos de Av. Corrientes).
    Me sorprendió -gratamente- encontrar una mención al libro del cura argentino P. Irigaray («De elfos, hobbits y dragones»): Pearce lo recomienda y lamenta que no haya traducción al inglés.

    En él también encontré esta observación, casi trivial, dicha al pasar y sin darle mayor importancia, pero que me dejó pensando:
    … Cuando Tolkien garabateó «En el agujero en el suelo vivía un hobbit», la oración inicial de «El Hobbit», en torno a 1930, lo hizo para divertir a sus hijos además de sí mismo. De hecho, es justo suponer que si Tolkien hubiera sido soltero y no hubiera tenido hijos nunca habría escrito ni «El Hobitt» ni «El Señor de los Anillos». Quizás habría escrito «El Silmarillion», pero con toda probabilidad nunca habría sido publicado.
    Pura casualidad, dirán; una fecundidad no tiene mucho que ver con la otra, dirán (en general, más bien al contrario). No sé, no sé…
    # | hernan | 4-abril-2005

    El buen combate

    … Yo ya estoy a punto de ser derramado como una libación, y el momento de mi partida se aproxima.
    He peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor su Venida.

    Pero el Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui librado de la boca del león.
    El Señor me librará de todo mal y me preservará hasta que entre en su Reino celestial. ¡A él sea la gloria por los siglos de los siglos!
    Amén.

    Segunda carta de San Pablo a Timoteo
    # | hernan | 4-abril-2005

    QEPD


    Que en paz descanse.
    (Por una vez, no es una frase hecha).
    # | hernan | 2-abril-2005

    Santidad, amor y energía

    Una vez, chateando con un amigo le dije al pasar -y con la frivolidad del caso- algo así como que lo único que me importaba era ser santo (o que lo único que realmente me dolía era no ser santo). A mi amigo (que me conoce y me entiende; un criptocatólico, él, puede decirse) esto le sonó mal y más bien incomprensible. Pero en seguida (digamos… tres segundos) entendió de qué estaba yo hablando.
    Es lamentable, pero no sorprendente, que la primera imagen que evoca la palabra «santo» a la mayoría sea la del santo canonizado y estampado; y, peor, que éste se vea como el cristiano premiado, triunfante al modo de un cantante exitoso. (De parecido modo, otro amigo hace tiempo me planteaba esta dificultad: cuántos hombres llenos de santidad escondida habrán existido que la Iglesia no ha «reconocido» ..canonizándolos; como si lo que importara fuera entrar en el santoral, más que entrar en el cielo…).

    Leon Bloy famosamente decía (frase final de «La mujer pobre») que nuestra única tristeza es la de no ser santos.

    Y Simone Weil, en carta a Maurice Schuman, decía:
    … No tengo ningún derecho a hablar de amor, pues no me está permitido ignorar que el amor no habita en mí. Alli donde habita, opera mediante un surgimiento incesante de energía sobrenatural.
    En Isaías hay una frase terrible para mí: «Aquellos que aman a Dios jamás están cansados» .

    … no me gusta la manera en que los cristianos acostumbran a hablar de la santidad. Hablan como hablaría un banquero culto o un ingeniero culto del genio poético: algo hermoso de lo que saben que están privados, que aman y admiran, pero que no se les ocurriría reprocharse no tenerlo.
    En realidad me parece que la santidad es -si se me permite decirlo así- lo mínimo exigible para un cristiano. La santidad debería ser para el cristiano lo que para el comerciante es la probidad en los negocios, para el soldado la valentía, para el científico el espíritu crítico.
    La virtud específica del cristiano tiene por nombre la santidad. ¿Qué otro nombre, si no?
    # | hernan | 1-abril-2005

    Expectans expectavi

    «No hay esperanzas«, repiten los unos y los otros. Hoy a la mañana, hablaban de angustia.
    (Estos tipos no aciertan ni cuando quieren decir la verdad.)
    ¿Tristeza? Bueno, ahí tienen algo de razón. Algo.
    Pero de angustias, nada. Y esperanzas… nos sobran.
    # | hernan | 1-abril-2005

    Sólo Dios

    Conté algo ayer de mi vigilia de Viernes Santo, medianoche en la iglesia en penumbras. Lamento tener que decir que en general prefiero el silencio a los cantos en la iglesia… sobre todo si son con guitarras… sobre todo si se trata de un Viernes Santo. Pero esta fue una excepción.
    Larga (dichosamente larga) serie de cantos, con guitarra (mayormente arpegiada, eso sí). Primera voz femenina, acompañado a veces por una segunda masculina; muy lindo y muy emocionante. (Será tal vez que en semejante noche uno tiene el corazón blandito…).
    Canciones viejas y nuevas, conocidas y desconocidas. Algunos textos famosos musicalizados: el soneto aquel «No me mueve mi Dios para quererte…«, el de Lope «Pastor que con tus silbos amorosos…«, el romance de San Juan de la Cruz «En el principo moraba…» y otros.

    Entre los desconocidos para mí, un texto no versificado (y sin embargo musicalizado con expresividad), que repetía el estribillo «Sólo Dios». Lo supuse nuevo, y me produjo cierta impresión…
    Al día siguiente busqué -sin muchas esperanzas- en la web, y me sorprendió descubrir que se trata de un texto de Don Orione (santo recién canonizado, a quien yo -argentino- debería conocer mejor). La canción, por lo que recuerdo, seguía al pie de la letra el escrito [*], muy simple y conmovedor.
    Que dice más o menos así:
    Me encontraba ayer en la habitación de un buen sacerdote, y mi mirada cayó sobre estas palabras: ¡Sólo Dios!

    En aquellos momentos, mi mirada estaba llena de cansancio y de dolor, y la mente repasaba muchas jornadas afanosas como la de ayer; y sobre el torbellino de tantas angustias, sobre el ruido confuso de tantos suspiros, me parecía que era la voz afable y buena de mi angel: ¡Sólo Dios!, alma desconsolada. ¡Sólo Dios!

    Sobre la ventana se veía una planta de violetas, después un corredor y algunos sacerotes que meditaban piadosamente, y más allá un crucifijo, un querido y venerado crucifijo que me recordaba años preciosos e inolvidables; y mi mirada cargada de lágrimas se detuvo allí, a los pies del Señor. Y me pareció que el alma se me levantaba, y que palabras de paz y de consuelo descendían de aquel corazón traspasado, y me invitaban a subir a lo alto, a confiarle a Dios mis dolores, y a rezar.

    ¡Qué silencio dulce y lleno de paz…! Y en el silencio, ¡Sólo Dios! me repetía a mí mismo: ¡Sólo Dios!

    Y me parecía sentir que una atmósfera benéfica y calma rodeaba mi alma. Y entonces vi detrás de mí la razón de las penas presentes: vi que en vez de buscar en mi trabajo agradar sólo a Dios, desde hacía años mendigaba los halagos de los hombres y vivía en una continua búsqueda, en un continuo afán para que alguno me pudiera ver, apreciar, aplaudir; y saqué una conclusión: tengo que empezar una nueva vida también en ésto: ¡Trabajar buscando sólo a Dios!

    ¡Trabajar bajo la mirada de Dios, de Dios solo! ¡Oh! Sí, está en estas palabras toda la regla nueva de vida; está todo lo que basta para la Obra de la Divina Providencia: ¡la mirada de Dios!

    La mirada de Dios es como el rocío que fortalece, es como un rayo luminoso que fecunda y dilata. Trabajemos entonces sin hacer ruido y sin tregua, trabajemos bajo la mirada de Dios, sólo de Dios!…

    [* Justo hoy se me ocurre poner un link al sitio del Vaticano…]
    # | hernan | 1-abril-2005