Uno de los lunares más tristes de Castellani, a mi ver, es su obsesión contra Teilhard de Chardin. Por supuesto, la mayoría de sus lectores adictos consideran este rasgo como una de sus virtudes, una marca de su ortodoxia. Y los que no, dirán acaso que es un mero ejemplo, entre tantos, de sus fobias, de su desdén indiscriminado y furioso contra todo lo que oliera a «moderno» (y que, al modo de su secta, meterá en la bolsa de los modernistas-liberales-herejes). Sí; pero este roza lo patológico.
Puedo entender que el tono de la obra de Teilhard, y el tono (y el volumen) del entusiasmo que en su momento generó, le diera en las tripas a Castellani. Y, sin necesidad de estar de acuerdo con él, puedo tolerarle y aún festejarle sus denuestos. Soy lector devoto de Leon Bloy, esas violencias -incluso injustas- no me escandalizan. Con eso y con todo, este ensañamiento particular me resulta difícil de comprender; y me huele muy feo. La cantidad y la calidad de sus ataques son injustificables desde cualquier punto de vista.
Pensaba lo anterior la semana pasada, cuando proyecté escribir esta entrada, sólo en base a los recuerdos de mis lecturas. Me dediqué entonces a recopilar sus menciones a Teilhard. De verdad, no imaginé que la tarea fuera a ser tan penosa. El juicio del párrafo anterior pueden multiplicarlo por dos.
Yo ni quiero ni malquiero a Teilhard, he leído poco suyo y nada que me entusiasmara. Pero con lo poco que he leído de él y sobre él (y sabiendo quiénes han escrito sobre él con -por lo menos- respeto -De Lubac, von Balthasar, Maritain… por no hablar de mención de Benedicto XVI -lateral y aislada pero significativa-) me basta para tener la convicción de que es uno de los grandes intelectuales cristianos (y bien cristiano) del siglo XX. Y que lo de Castellani es un amasijo horrible de ignorancia, malevolencia y ofuscación sectaria.
En la biografía de Castellani, su autor -de la secta- encomia los «divertidísimos dardos contra Teilhard de Chardin» (p. 321) que el cura disparó desde su revista Jauja, entre 1966 y 1969. Aquí va mi recopilación. A ver si nos reímos juntos.
[En el modernismo] la verdad central del cristianismo, la Encarnación, está invertida: en vez de «Dios se hizo hombre» — «El Hombre es Dios». No otra cosa se oculta, por ejemplo, en el fondo de Telar Chardón. Y en su carta tan explícita a un dominico apóstata (citado por Menvielle, «La Cosmovisión de Telar Chardón» (Theoría, 1966) dice que no hay que salirse de la Iglesia sino transformarla desde adentro — es decir, envenenarla.
(Jauja, 7, jul 1967)
El Ángel [del Apocalipsis] bendice a “los que guardan esta Profecía” y Juan el Profeta maldice terriblemente a los que “añadieren alguna cosa” -como Lutero añadió al Apokalypsis que el Antícristo era el Papa— y más terriblemente aún a los que “disminuyeren” de sus palabras; como me parece hay una gran legión hoy día; por ejemplo el P Alló, y el otro Teilhard de Chardin.
(Jauja 8, Agosto 1967)
…los curitas neoleros, festejados por las revistas judías, no son teólogos ni tampoco se animan a sacar la cara, proclamando alto sus dogmas erróneos, por suerte. Hubo una especie de sarampión de «telardismo cardoniano» que parece haber amainado: corríjanme si yerro. En Francia su país Telar Chardón ha sido partido en cuatro por los mejores filósofos (incluido Maritain) y los mejores escritores religiosos; aunque hay aún muchos telardólatras y la discusión allá permanece viva. Aquí el Padre Meinvielle ha dado razón del. La palabra ha sido dicha; es en el fondo un «modernista». Aquí fue dicha esa palabra hace 19 años. Yo la dije. Fui reprendido. Ahora me callo. […]
¿Tendré que repetir otra vez qué cosa es el modernismo? Es vaciar los dogmas cristianos de su contenido sobrenatural; y quedarse dentro de la Iglesia sin creer en la Iglesia. Eso taxativamente lo recomendó Telar Chardon al dominico apóstata Máxime Gorce invitándolo a quedar como él en la Iglesia para cambiarla desde dentro, flor de hipocresía.
(Jauja, 9, Sept 1967)
¿Cómo demostrará Telar las extrañas proposiciones de su teología “fantástica” ? No con las paleontología o la biología, que aquí nada valen. No es ciencia, no es filosofía, no es teología. No es doctrina Para los telardianos es revelación, es un metacristianismo. El meta los va a salvar en la hora de la muerte, porque el cristianismo va a estar ausente.
(Jauja, 20, Agosto 1968)
Escribir sobre TElar de Chardon en Argentina ignorando al P Meinvielle es descaro; ignorando el Munitum pontificio, inobediencia.
Telar Chardón… (este es su nombre español, créanme, así lo hubieran llamado Cervantes y Luis de Granada)…
El intento del trabajo es persuadir que Telar fue un hombre espléndido, superior e integérrimo. Nosotros diríamos más bien acérrimo, por la experiencia de dos años en que fuimos sus vecinos y ni nos saludaba.
… nos deja más convencido de lo que siempre pensamos, a saber: que se trata de un poetastro nebuloso con mala doctrina, ni hombre de ciencia, ni filósofo, ni teólogo ni maestro.
(Jauja, 18, agosto de 1968. Recopilado en «Nueva crítica literaria», «Sobre Telar Chardón, por última vez»)
«Crítica vaticana al catecismo holandés». No es crítica vaticana sino reprobación pontificia. El papa demoró quizás más de la cuenta. Pero en fin, siempre lo hacen. León X con Lutero y Clemente VII con Enrique el Sifilítico demoraron años. Ahora le tocaría a Telar Chardón.
(Jauja – 2-XII-1968)
[Revista Estudios hace una] constante defensa y loa de Telar Chardón, en desobediencia de la Iglesia.
(Jauja 6-III-1969)
Todo esto va a concluir que el «Modernismo» actual se ve al trasluz en el modernismo clásico de fines del XIX y principios XX siglo. En efecto Telar Chardon (que es un macanero sin gracia) corresponde al férreo normando Loisy; así como el suizo Jungs y el holandés Schilleebeck a los Murri, Bonaiutti, Minocchi o Herbert de antaño. La tendencia heterodoxa se ha sutilizado ahora y universalado; pero los núcleos son los mismos
(Jauja marzo 1969)
Unos cuantos clérigos andan debitando los reviejos errores, sofismas y herejías de la exégesis alemana racionalista (atea) del siglo pasado. Se han caído del nido y ahora han ido a tropezar con Strauss, Schweitzer, y sus secuaces Renan, Loisy, Telar.
(10-IV-1969)
Resumí la del número 18, en la que le dedica todo un artículo «Sobre Telar Chardón, por última vez» -ojalá el título al menos fuera verdadero; pueden leerlo completo (no lo recomiendo) acá. Si se me escapó algún dardo divertidísimo, avisen. Por mi parte, yo no le veo la gracia -por no hablar de inteligencia, justicia o caridad. Salvo que uno deba festejarle la ingeniosidad de escribir «Telar Chardón» (claro, así suena levemente ridículo, y nos anotamos un punto con la tribuna, ¿no? hay que ser… adolescente. Por otro lado, si de notación española se tratara, ¿sería mejor «Yardén» o «Yardán», no? ¿Y por qué no, ya que estamos, escribir «Maritón» en lugar de «Maritain», o «Froit» en lugar de «Freud»?).
De hecho, parece que le festejaban esos dardos; parece que cualquier ataque a «los malos» fue tenido por motivo legítimo de festejo («batieron palmas al ver tan fausta noticia todos los mirantes, hicieron gran aclamación, se rieron entre sí, se abrazaron con lágrimas de alegría en los ojos, como si todos de un golpe hubiesen sacado la lotería» ¿no?). Uno no sabe si disculparlo en parte por las malas influencias, por la tentación de conseguir aplausos del público adicto (como ciertas bandas de rock)… o si culparlo más, por buscarse tales aplausos de tal público. Quizás su castigo sea tener que recibir hoy aplausos peores. Pero ese es tema para otro día.
Eso es por lo que hace a «Jauja», que corresponde al Castellani tardío. Apuremos el mal trago hasta el final, va el resto.
Quien dudare de esto (de que se está formando ante nuestros ojos una nueva y vasta religión herética) puede leer las obras d e … o recurrir a los numerosos opúsculos a mimeógrafo y sin imprimatur del P. Teilhard de Chardin […] mezcla de buena ciencia, mala filosofía y teología herética sutilmente paliada; mezcla detonante que constituye un vasto y completo programa de neocatolicismo profundamente heterodoxo y «modernista»
Cristo ¿vuelve o no vuelve? 1950
Esta nota nuestra [la anterior] fue reprochada en nuetro país por alguien que dijo : «No había que tratar de hereje a nadie anticipándose al juicio de la Iglesia; sino que había que probar las herejías sin calificarlas». No se puede probar en una nota.; y tampoco tratamos al autor de «hereje» (lo cual supone contumacia) sino de «teología herética» a la que él exponía: cosa que pertenece a mi oficio. Por lo demás, el juicio de la Iglesia ya estaba dado en la Encíclica Humani Géneris y en la Pascendi.
[…] [Sigue una lista de 10 (diez)] adulteraciones capciosas y tangentes del dogma cristiano, lo cual es propio de la herejía modernista, condenada por Pío X en la Pascendi.
Creo que no era un protervo, sino un débil : dos años viví con él como vecino de cuarto en el 4- piso de la 42 rué Grenelle, París; y ni una sola vez me dirigió la palabra, ni para darme los Buenos Días. Era uno de esos «sabios» de hoy, que porque dominan una técnica de investigación, reciben de la tilinguería contemporánea título de «sabios»; como Enrico Fermi y aun el mismo Einstein. Como dijo Max Scheler, su sabiduría no se diferencia de la sabiduría del chimpancé en genero, sino solamente en grado; con razón éste tenía, tanto empeño en descender del chimpancé.
En 1947 lo volví a encontrar en Roma. Los dos habíamos sido llamados por el General S. J. para «explicarnos». Él era hereje y yo no era hereje; yo fui condenado y él volvió a París con todos los honores, nombrado miembro de la Academia de Ciencias de Londres y apoteosado por la revista ETUDES y la REVUE DES QUESTIONS SCIENTIFIQUES, narro esto como un simple hecho histórico signo de nuestros tiempos, sin apoyar en él ni concluir nada.
Ahora eso ya poco importa. Lo que debe quedar es que el paleontólogo Teilhard de Chardin fue quizá un gran hombre de ciencia (en lo cual no puedo juzgarlo) pero un mal filósofo y un teólogo heretizante a más de un hombre altanero y débil.
En “Nueva crítica literaria” noviembre de 1955.
La defensa de «yo no dije que fuera hereje» es ya de por sí infantil; pero que después, en el mismo artículo, estampe como si nada: «Él era hereje y yo no era hereje» … es enorme.
Con respecto a su acusación de que «no lo saludaba» (que repite varias veces)… todo puede ser; pero, además de que el hecho parece una nimiedad, y juzgar a alguien por eso «altanero y débil» una temeridad… además de eso, permítanme dudar de la exactitud del relato. Empezando por lo de que «vivió dos años» (¿cuándo? ¿en 1932? mmm) y sobre todo conociendo lo hosco, introvertido (tímido, en sus propias palabras) que era Castellani, y sabiendo que no se manejaba con comodidad en francés hablado… Vamos.
El punto principal es que Chardin no se ocupa de la salvación eterna; creo que ni una vez la nombra. De la salvación eterna del individuo en particular (no existe otra), de la mía, como si dijéramos: la deja a un lado, la olvida, la volatiliza. Ahora bien, la salvación eterna es el punto de largada del Cristianismo; y permanece dentro dél como motor interno incesante. Chardin se contenta con salvar al Hombre en general; y el Hombre en general no existe.
Si Chardin no se ocupa ni interesa por Mi salvación eterna, eso me basta para dar de mano a sus otros libros —como desea de mí la Sacra Congregación del Indice en su Monitum del 30 de junio de 1962.
«En torno a un científico» (Crítica literaria – junio 1965):
Primero: lo de la «salvación exclusivamente individual» (en consonancia con su machacar de «el que sabe salvarse, sabe, y el que no , no sabe nada») ilustra sus bemoles teológicos, su falta de sintonía y sensibilidad hacia temas teológicos nuevos (o viejos redescubiertos); el «nadie peca solo, nadie se salva solo» de Benedicto le sonaría extraño, supongo.
Tampoco podría empatizar con la atención (nada acrítica, pero nunca despreciativa) que le dedica von Balthasar en muchos (pero muchos) lugares de su obra; señaladamente en su gran trilogía, como un intento de dar forma a una «esperanza horizontal» (uno de los tantísismo conceptos teólogicos «modernos» que Castellani, con su tribu, sumariamente rechazaría como irreligioso, mundano, y anticristiano). Pero no trato de hacer defensas teológicas, sólo de apuntar las estrecheces de Castellani – y esto, porque parece que sus lectores tienen dificultades en verlo.
Segundo: el dicho Monitum al que Castellani alude una y otra vez con complacencia ciertamente no tiene esa implicación (Castellani no saca tales conclusiones sobre lo que Roma «desea de él» (?) con respecto a las sentencias contra Rosmini o Maurras, por ejemplo); además de que los libros no se incluyeron en el Index (ya agónico por entonces, es cierto). Por no abundar en el otro infantilismo: cuando Roma me pega un palo a mí, es un «signo de los tiempos», el fariseísmo que persigue a los profetas; cuando el palo es para el otro… es prueba de que es hereje – causa finita.
Hay más. Demasiado.
…Curioso; en 1932 vivimos los dos côté a côté en dos cuartitos próximos del 4to. piso de Rue de Grenelle 42. Nunca nos hablamos, y creo que ni me saludaba, altivo y taciturno.
Él era un «sabio» (un científico, en realidad, y no de los mayores) que las trompetas de la fama comenzaban a hacer conocer en el mundo tumultuoso y vano; y yo un pobre estudiante de una nacioncilla menospreciada por el «parisien», terriblemente estudioso, terriblemente apenado, terriblemente inmergido en la vida; sin la Alegría de París en París…
Curioso también, nos encontramos de nuevo en el Borgo Santo Spirito, en 1947. Al él lo habían llamado para explicarse, y a mí también. Él se explicó ante J. B. Jannsennss y yo no; mejor dicho, no me dejaron. El volvió triunfante a París y yo marché a la prisión de Manresa… Y no lo envidio.
Carta a Horacio Callet-Bois, 1958 (Castellani, p 334)
Bueno… menos mal que no lo envidia.
La otra posición, de euforia desatinada y pueril, es más frecuente, como que es más cobarde: es el espejismo del Progreso Indefinido… Efectivamente, esta imagen de la unidad, es decir, de la UN y de la UNESCO, tiene ya vigencia religiosa, Tiene ya incluso su gran teorizante religioso, su teólogo o profeta: el P Teilhard de Chardin, reputado hombre de ciencia parisino, de las Academias de Ciencia de París y Londres, colaborador de Eludes y Revue des Questions Scientifiques: un gran nombre y una gran pluma, indudablemente. En una veintena de opúsculos, sin imprimatur eclesiástico, ni de su orden, mimeografiados algunos en China o Japón, que corren mucho por Francia, España, Italia, y no son desconocidos en nuestro país, el antropólogo descubridor del Homo pekinensis diseña una teología nueva, brillante y seductora, que bien se puede denominar un neo-catolicismo… ¿Neocatolicismo? Sí, señor: neocatolicismo antropolátrico. […] El entusiasmo, el patetismo y el ímpetu religioso con que el alma de Teilhard de Chardin anima esta síntesis esencial de todas las heterodoxias modernas, y aun antiguas, es cosa notabilísima. Enferma leerlo; pero ilustra muchísimo; a un teólogo, por lo menos.
Dinámica Social, n° 13-14 (1951) En «Cristo ¿vuelve o no vuelve? »
…Esta herejía máxima que dijimos está en estado de emulsión en el ambiente actual, sólo necesita de un cristal base para precipitar y cristalizar rápidamente en forma abierta y organizada: un genio religioso, por ejemplo; el cual no fue ciertamente Teilhard de Chardin, a pesar de que así lo califica su biógrafo “católico” Nicolás Corte […]
Mas los que detraen o disminuyen desta profecía son hoy día legión; como el cuitadillo de Teilhard Chardin o el bombástico Alló…
…hoy día muchos exegetas, incluso católicos, desvirtúan de todas maneras las profecías, usando como instrumento el alegorismo o midrashismo[…] uno dellos (Teilhard de Chardin) sostiene que la Parusía o Retorno de Cristo no es sino el término de la evolución darwinística de la Humanidad que llegará a su perfección completa necesariamente en virtud de las leyes naturales; porque la Humanidad no es sino “el Cristo Colectivo”. La doctrina enseña que la Iglesia es el Cuerpo místico de Cristo; pero si toda la Humanidad lo es, huelga el Juicio Final; el cual en efecto, según el paleontólogo nombrado, no es sino “el final de la Evolución”; donde de necesidad algunos tienen que llegar cola; y eso es el Infierno, según él.
(El apokalypsis)
Por momentos (la bajeza de entrecomillar «católico»…) parece que estuviéramos leyendo «Radio Cristiandad».
Hay dos grandes clases de herejías cristológicas[…] Teilhard de Chardin no es un heresiarca, es apenas un herejito.
(Catecismo para adultos)
Catecismo para adolescentes, más bien.
Acabo de leer cuatro opúsculos de Teilhard de Chardín… netamente heterodoxos, aunque revestidos de una fosforescencia de cristianismo sublime; y no digo que son solamente heterodoxos sino clamantes por el Anticristo y anticipándolo con una gran fuerza intelectual y volitiva: con una especie de ‘mística’ indubitable. Este hombre se me hace un pseudo-profeta de los vaticinados por Cristo Nuestro Señor. Son palabras mayores: ojalá me equivoque.
Carta 9-V-51 (citada en «Psicología Humana»)
«Ojalá me equivoque». No me haga reír, padre.
Hay también en Youtube una conferencia grabada (audio solo) en 1969 (no tenía linda dicción el cura, a juzgar por las grabaciones que he conseguido; es más grato leerlo que oírlo); su transcripción aquí. Este Castellani, el conferencista en modo maestro-profeta, es a mi juicio, el peor: Garabandal, Parravicini… insultos a Kant , Schweitzer y los malos de siempre… y Teilhard.
…los que niegan que sea profecía, porque niegan que haya profecía, porque niegan que haya milagros y porque niegan que haya Dios. Entre éstos están Renán, como ya he dicho, y todos los exégetas racionalistas y ateos que pulularon en Alemania el pasado siglo y cuya última cría, o digamos rama, es el tan mentado Schweitzer, el santón de Lambarené. En puridad, Renán no niega que Dios exista, pero es como si lo negara, porque dice que todo es Dios, como Teilhard de Chardin, o mejor dicho que todo llegará a ser Dios. …
…esta esperanza de un estado definitivo feliz de la humanidad, sea que se cumpla de acuerdo a los milenistas o bien de los otros, que es los nuevos cielos y también la tierra, del profeta Isaías, repetida después por Daniel y solemnemente por San Juan, después de la Parusía y obrada por Dios directamente, fue traspuesta por los incrédulos modernos al interior de la historia y por las solas fuerzas humanas, y se llama progresismo. Su dogma es que la humanidad siempre progresa de bien en mejor […] es el alma, de lo que llamó Belloc la mente moderna y llamamos la herejía actual […] . Desde el Renacimiento a donde vayamos la hallamos, desde Francis Bacon hasta Kant, que es el más asnal profeta de ello […] el dogma falso del progreso indefinido inevitable, o sea el milenismo traspuesto y falso, hace eco al ateísmo que primero solapado y después abierto, camina desde el Renacimiento a Kant en un aparente triunfo […] ese triunfo de la humanidad sin Cristo o al margen de Cristo, encontró su cantor en Victor Hugo […] al mismo tiempo un judío de cabeza alemana, fundaba científicamente el comunismo, que es también un milenismo espúreo [… ] Digamos sobriamente que Teilhard de Chardin pertenece a esta recua, pues enseña una evolución feliz de lo humano, en una mezcolanza de la idea de Condorcet con el Apocalipsis, por la cual mezcolanza vamos todos sin agonía, ni lucha, ni apostasía, ni Anticristo, qué tantos cuentos, a convertirnos nada menos que en diosecitos nuevecitos y flamantes… Teilhard de Chardin se glorió una vez que su doctrina iba a producir la amalgama o fusión del comunismo y del capitalismo, y puede que tenga razón. …
… el Anticristo , el cual ya ha nacido el año 1966, según dice un astrólogo conocido mío, Solari Parravicini […] aunque no haya nacido en junio de 1966, está obrando ahora como en el siglo I, dice san Juan en su Epístola I, paralelamente a la obra de Cristo. El Anticristo vendrá, le dice a sus fieles; pero ahora muchos ya se han hecho anticristos. Es decir los herejes, los heresiarcas y los tiranos son precursores y figuras del Anticristo, el diácono Nicolás, Mahoma, Lutero y hasta Nieztche y Theilard de Chardin.
… Los que hoy no creen esto [la promesa de Cristo] son los que creen que la tierra durará […] O que no acabará nunca sino que irá progresivamente evolucionando de bien en mejor, y de mejor en óptimo, hasta convertirse en un paraíso, o simplemente convertirse en Dios mismo, nada menos, como dice Teilhard de Chardin. Estos son ignorantes, dice San Pedro, o son ilusos embusteros: «Vendrán ilusos con mentiras»…
(Ciclo de Conferencias «La Profecía y el Fin de los Tiempos» – julio de 1969)
Bueno, basta. Esto es asfixiante. Para colmo, la biografía advierte que «Conviene decir que Castellani además pronunció una conferencia (por ahora inédita) sobre Teilhard allá por los años ’60». Yo hubiera creído que conviene no decirlo.
Su último libro, «De Kirkegor a Tomás de Aquino» (1974) tiene, entre otras, la virtud de abrir el juego a un teólogo no del palo (protestante para empezar… aunque casi católico según él). ¿Podríamos esperar que para entonces se le hubiera pasado su manía… ? No.
Esta es Pakriti, la tierra, la naturaleza; es decir Dios como lo podemos ver nosotros a través de la Creación con la razón sola; como explicó Bergson, Telar Chardon exhibe la misma absurdidad de un Dios inmerso en la materia.
Y dale.
En este libro, tras defender a su «Kirkegor» a ultranza, confiesa:
Tengo hacia Kirkegord un talante de madre: o sea, propendo a ver bueno todo cuanto hizo y dijo, a excusarlo todo. Mas ¿no es ese, según S. Pablo, el talante del amor?
Y, dijo yo, este otro… ¿qué talante vendría a ser?
El haber leído mucho Castellani de joven me impidió durante años fijarme en Teilhard; acríticamente había recibido esta especie de dogma de que Teilhard era algo así como una transformación más sutil y destructiva si cabe, del modernismo.
Luego supe que personalidades muy valiosas de la Iglesia, de cuya rectitud de juicio y espíritu católico, así como formación, me era imposible dudar (entre ellos de Pablo VI), profesaban una gran admiración por este teólogo científico.
Recién ahí me animé a leer algunas cosas, no demasiado, pero sí lo suficiente para descubrir unas grandes intuiciones religiosas (no diría intuiciones teológicas, porque no hace sistemáticamente teología), que tachonan su obra, y te diría que incluso hacen amable algo tan confuso y chato como el evolucionismo científico.
Creo que puede ser calificado perfectamente de «poeta religioso», que se mueve en las lindes de la ciencia y la religión, y consigue reunir estos dos lenguajes en síntesis provisorias pero muy iluminadoras.
No digo con esto que no sea también (y a lo mejor principalmente) un gran científico, yo simplemente desconozco ese aspecto, y más bien entre a él por ese otro lado.
Todo lo que has citado de Castellani lo he leído, y sin embargo, el verlo todo junto da un panorama impresionante. Me había quedado la idea de que le pegaba a Teilhard, más por esa ignorante suficiencia con la pega a veces a grandes autores (como hace con Heidegger, del que no ha leído nada, evidentemente), quizás para demostrar(se) que tiene mundo; pero al verlo todo junto surge realmente otro panorama, mucho más serio, y, si se me permite, patológico.
Nuevamente muchas gracias por esta serie, porque supone un tremendo trabajo de criba sobre su obra. Tiene gran sentido hacerlo. Por ejemplo (y no es lo único en lo que me sirve), yo me había quedado con la idea de que la biografía de Randle era el non plus ultra del conocimiento castellaniano, pero veo a través de tus escritos cómo mete cuñas que muestran a las claras cómo trabaja la formación de una ideología.
Lo siento, Abel; si ponés a Pablo VI como personalidad autorizada, si confiás en su rectitud de juicio, formación y espíritu católico, todo lo que digas a continuación carece -automáticamente- de relevancia. No sos de la tribu, no estás entre los iniciados. Sos, en el mejor de los casos, un ingenuo y en el peor un enemigo. Out. ;-)
Una vieja anécdota. Una reunión informal con curas variopintos. Uno de ellos (no del palo) comenta que tal encíclica de Juan Pablo II (entonces papa) se le hace penosa de leer… cómo extraña uno (dice) el estilo claro de Pablo VI, ese sí escribía limpio y preciso… la prosa de JP2 es un mazacote, recargada, difusa… El comentario «pasa»… Más tarde, cuando los «del palo» quedan solos y pueden «comulgar», se agarran la cabeza; ¡las cosas que hay que oír (y aguantarse)! ¡que Pablo VI es claro y preciso! ¡hay cada uno…!
Yo era bastante del palo por entonces, pero igual esto (como se dice ahora) «me hizo ruido» (fue una de las primeras luces de alarma, acaso); presentía que probablemente era verdad que Pablo VI tenía una prosa más clara y precisa, y que la negación indignada de los otros provenía de una ofuscación ideológica (hija de la que los llevaba a dictaminar que P6 era doctrinalmente vacilante o ‘ambiguo’).