Me sorprendió -gratamente- encontrar una mención al libro del cura argentino P. Irigaray («De elfos, hobbits y dragones»): Pearce lo recomienda y lamenta que no haya traducción al inglés.
En él también encontré esta observación, casi trivial, dicha al pasar y sin darle mayor importancia, pero que me dejó pensando:
… Cuando Tolkien garabateó «En el agujero en el suelo
vivía un hobbit», la oración inicial de «El Hobbit»,
en torno a 1930, lo hizo para divertir a sus hijos además
de sí mismo. De hecho, es justo suponer que si Tolkien
hubiera sido soltero y no hubiera tenido hijos nunca
habría escrito ni «El Hobitt» ni «El Señor de los Anillos».
Quizás habría escrito «El Silmarillion», pero con
toda probabilidad nunca habría sido publicado.
Pura casualidad, dirán; una fecundidad no tiene mucho
que ver con la otra, dirán (en general, más bien al contrario).
No sé, no sé…