Acerca de «deshinchar perros» se titula un artículo del padre Leonardo Castellani, publicado en 1966 y recopilado en «Notas a caballo de un país en crisis». En él responde a los amigos que le pedían que se dedicase a «escrachar» personalidades de entonces con prestigios presuntamente inflados: Larreta, Mujica Láinez, Sarmiento, Almafuerte, «un tanguista cuyo nombre no recuerdo», Ricardo Rojas, Mons. de Andrea, Mallea, Mons. Franceschi, Borges… sobre todo Borges (casi su némesis, digo yo)… Responde que no vale la pena:
¿… qué daño puede hacerle a un argentino creer que Borges es el Segundo Shakespeare?
Que los ingleses llegasen a pensar eso, sería gravísimo: cretinización, que es el peor mal de una nación, y el más incurable. Pero considere usted (le dije a Ducadelia), que casi ningún argentino llegará a saber jamás lo que es Shakespeare, lo que es Homero, lo que es Dante; deso se encarga, con absoluta eficacia, la enseñanza primaria, la enseñanza media y la enseñanza superior deste país superior. Entonces ¿qué mal le puede hacer a un argentino creer que Borges es superior a Shakespeare —y a lo mejor lo es, delante de Dios, chi lo sá? ¿Qué error, qué mentira hay en eso, si para el argentino Shakespeare es cero?
Lo que anda mal en Ducadelia* es el ser medio europeo y medio argentino: todos los hibridismos son peligrosos. Si fuese puro europeo, despreciaría a los “ nativos” , y no se afligiría porque los chilenos hablasen de la “ hinchazón argentina” Si fuese argentino puro, profesaría tranquilamente que Borges es mayor que Shakespeare; y Santa Pascuas. Pero siendo las dos cosas a la vez, vive azarado y mortificado; y hace esfuerzos (inútiles por lo demás) por deshinchar, por desinflar, por aplanar; lo cual comporta una odiosa operación de “escrachamiento”: pues para poner en su dimensión justa una cosa hinchada, hay que apretarla más de lo justo; o sea “escracharla” ; que él llama en latín “contérere”.
“A Borges le están haciendo daño con esa propaganda desapoderada —me dijo sombríamente— ¡al alma de Borges!” ¿Qué sabe él del alma de Borges? ¿Ni de la de nadie, si vamos a eso?
Yo estoy pensando en dedicar algunos posts a la odiosa operación de deshinchar al mismo Castellani. Porque leo entre muchos de los castellanistas un endiosamiento acrítico, ridículo y malsano. Por la salud de ellos, de los de afuera (los que malquieren o ignoran al cura) y, quién sabe, tal vez también por el alma de Castellani.
Hoy, sin ir más lejos (gota que rebalsó el vaso, pero no la primera gota) leo esta barbaridad, enunciada entre aquiescencias y aplausos:
… está a la vista para quien quiera ver. Al argentino más inteligente que Dios envió a este país, a Castellani, lo echaron de la Compañía de Jesús, lo suspendieron «a divinis», censuraron su obra y se empeñaron con alma y vida en cubrirlo de olvido. Al otro jesuita argentino que todos conocemos, al ignorante, al que no estudió, al que no reconoció nunca a nadie más inteligente que él, al resentido, a ese lo hicieron Superior de la Compañía, obispo auxiliar, cardenal primado y finalmente Papa. ¿Y Castellani? Bien, gracias (jamás reconoceremos que él era el más inteligente de todos).
Elogios como estos abundan en esos ambientes; yo creo que sólo sirven para ilustrar la idea que tienen de la «inteligencia» estos cultos cultores de la inteligencia. Fuera de eso, creo que nos estorban a todos; le hacen daño a la memoria de Castellani, nos dificultan reconocer el oro verdadero entre el falso, y dan buenos motivo a los de afuera para menospreciarlo. (En este sentido, y una vez más entre tantas, aquí se aplica aquello de los escribas y fariseos que «ni entran ni dejan entrar»).
Voy, entonces, a «apretar más de lo justo» al cura -una especie de vejamen . Hablar mal de él, pegarle, en modo de fiscal acusador – sólo que procurando ser veraz. Algunas objeciones preliminares:
• «Al poeta hay que jzugarlo por sus mejores versos, no por los peores»
Precisamente. Al aplaudirle los malos versos no le hacemos ningún favor – y no aprendemos a leer poesía.
• «Es muy fácil encontrarle defectos a Castellani, y los castellanistas también los señalan.»
Sí, suelen reprocharle defectos de carácter, enjuiciar tal o cual acto, o tal o cual opinión. Algo de eso habrá, pero eso, además de ser escaso, no me parece radical. Casi ninguno lo critica en su rol «magisterial»; como exégeta, por ejemplo.
• «En el peor de los casos, lo de esos castellanistas será una devoción digna de mejores objetos. Como los fans de Justin Bieber, o de Star Wars. ¿Qué importa que unos (y encima: unos pocos) aplaudan cosas fealdades o o tonterías?»
Creo que tiene importancia. No creo que Castellani sea un objeto indigno de devoción… literaria, o humana. Creo que Castellani es un tipo notable, en cuanto figura de la cultura argentina, y en cuanto católico. Creo que es un católico de genio… en el sentido más modesto de la palabra (como también Borges, por ejemplo, es un genio), y que el uso que la derecha católica hizo y hace de él (no sin culpa suya) es una injusticia, una falta de lucidez y una desgracia para todos. En primer lugar, para ellos, para los castellanistas; porque las devociones erradas no son inofensivas, porque ellas son síntoma y alimento de todo un paquete de adhesiones fanáticas, cánones sectarios, y odios malsanos que, siniestramente, pasa por un destilado del «verdadero catolicismo». Y es claro que una devoción no se agota en su objeto, sino que tiene consecuencias; repercute -por ejemplo- en desprecios y repudios hacia aquellos que rechazan -explícita o implícitamente- esa devoción… y ese paquete. La cita anterior es un ejemplo. Vendrán otros.
• «Deshinchar a Castellani implica pegarle al castellanista típico ¿no? Ahora bien, si me perdona que me ponga personal, en este mismo sitio web hay una página encomiástica dedicada al cura; ¿el que la escribió está más cerca de este que ahora critica o del dicho castellanista típico?»
Como a Ud. le parezca. Yo diría que un poco más cerca de los segundos, pero vaya uno a medir esas distancias. Le concedo el derecho a sospechar que todo esto va dirigido a «abrirle los ojos» exclusivamente al castellanista que yo era hace quince años; lo cual también le dará derecho a pasar por alto todo lo que siga, como una enorme puerilidad autorreferente.