Me lo han dicho varias veces (ayer, nomás…), cuando se me ha ocurrido ponerle algún pero a la Ciencia —traída ella al modo cientificista, como único modo (justo y necesario) de conocer el mundo, y aun de redimirlo. Uno critica algún aspecto de la ciencia, digo, sea en cuestión de derecho o de hecho, y enseguida salta la acusación de hipocresía: no podés decir nada en contra de la Ciencia si te estás aprovechando de sus frutos. «Ah, claro, seguro que cuando te enfermás no vas al médico, entonces, sino a la iglesia… ¿no?». «Si no te gusta la ciencia, andá apagando la computadora. Y desenchufá la heladera. Y…»
Está bien, es normal y disculpable caer en esas frases, cuando se ha caído en esas discusiones; la tentación del sarcasmo aplastante es demasiado fuerte. Un poco más me sorprende cuando esas acusaciones me llegan, no ya de cientificistas ingenuos, sino de intelectuales de izquierda -dicho en sentido amplio. Me extraña que no se les cruce por la cabeza el paralelo (para mí muy patente) con la otra acusación, de parecida calidad y que ellos deben haber soportado muchas veces: «Si no te gusta el capitalismo, andate a vivir a Cuba.»1
O acaso sí se les ha cruzado, pero no les ha parecido un paralelo significativo.2
Por mi parte, yo sí creo que el paralelo es válido y significativo, con las limitaciones de toda analogía. Creo que, creencias e ideologías aparte (nos caigan bien o mal la ciencia, la religión, el capitalismo o el comunismo), deberíamos coincidir en que esas dos acusaciones paralelas son, mayormente, deficientes —por no usar palabras más gruesas. Creo que el paralelo puede ayudar a ver la deficiencia. Y creo también que la utilidad del paralelo también vale para sopesar el pedacito de verdad que tienen —o pueden tener, según las circunstancias.
Porque la acusación del cientificista contra los creyentes será en lo esencial (en la mente del cientificista) una tontería, pero también puede contener una porción de verdad. Quizás una verdad informe, quizás invisible a los ojos del acusador, pero eso importa poco —debería importarnos poco. (Medio como daba la razón, ingenuamente y sabiamente, aquel fray Junípero a sus acusadores). Y los cristianos no estamos limpios de hipocresías, incoherencias y malas conciencias.
¿Estamos hablando de ciencia vs. religión? Sí, pero no sólo. Mejor digamos que se trata de la cristiandad y el mundo. Por eso, digo, mejor no apurarse a rechazar aquella frase acusadora: puede servirnos. Como otros lugares paralelos.
Por otro lado, no necesitamos rebuscar paralelos en foros de Internet. Con lo de san Pablo:
«El que no quiere trabajar, que no coma» creo que tenemos bastante, como para empezar.
1. Aclaración por si pasa por aquí un lector de Podeti: esto que estoy diciendo no es un plagio, caramba. Tenía esto en borrador hace más de un año, y precisamente ayer volvieron a tirarme esa acusación. Pura casualidad. Y mi paralelo es mejor, qué tanto.
2. Como es el caso de aquel lema abortista : «Mi cuerpo es mío y con él hago lo que quiero» – «Mis propiedades son mías y con ellas hago lo que quiero». Para rechazar estos paralelos los discutidores tienen otras famosas frases, siempre a mano: «Pero ¿vos me estás comparando x con y?» «Ahhh, bueeeno, noo… si a vos te parece lo mismo x que y entonces no, dejá, no discutamos más!» Por eso, mejor ni empezar esas discusiones, digo yo.