El amor y los estetas

Alejandro Dolina, es un tipo bastante conocido en Argentina, no tanto afuera. Un intelectual-artista-dilettante, con notables aptitudes para la escritura miniaturista y sobre todo para la comunicación oral: alcanzó la fama, más que por los ensayitos que escribía en revista Humor, por un programa de radio con público (que yo escuchaba religiosamente todas las medianoches hace algunos años). Resultaba (resulta) insólita en nuestros medios esa mezcla de humor campechano, buen decir, fineza estética y elegancia intelectual. Es uno de los pocos personajes públicos que despierta una admiración intelectual/estética (casi espiritual) en unos cuantos devotos (mayoría jóvenes), y también es malquerido por muchos (lo cual también no deja de ser un mérito; en este caso, al menos).
Yo me encuentro mucho más cerca de los devotos que de los despreciadores, como es fácil sospechar. Recuerdo que en un aniversario del programa llegué a «componer» una quintilla (a modo de reconocimiento) entre los mensajes que los oyentes le envíabamos, y que leyó al aire: «Dolina , negro querido/ de tus oyentes hay uno / que te queda agradecido / por tu culpa ha conocido / a Corsini y a Unamuno».
Eh, bueno, bueno… tampoco hay por qué reírse… Tenía yo unos 21 años, la «escribí» (mentalmente) en el colectivo 152, camino al programa (a veces iba a verlo a la radio) y, por sobre todas las cosas, fue la primera y última poesía que compuse en mi vida. Puedo estar orgulloso entonces (por no haber reincidido, digo).

Bien, el caso es que en esos tiempos -no muy buenos, y muy solitarios, para mí- Dolina me fue una ayuda importante (lo de Corsini y Unamuno es lateral, y ni siquiera es del todo verdadero). Después anduvimos por otros caminos. Ahora, muy de vez en cuando lo escucho o lo leo; a veces (pocas) me río como antes; más a menudo me entristezco un poco. Pobre Dolina (debería rezar por él, me digo). Romanticismo sin Dios, el suyo, si no me equivoco. Desesperación pagana. Estadio estético. O algo así.

Un buen ejemplo de ese lado oscuro de Dolina, de esas cosas tan suyas y que me dejan una impresión tan penosa, algo que encontré en este reportaje; el tipo ha proclamado su obsesión con el tema del amor («Estoy pensando más de la mitad de mi tiempo en el amor») … y al final se sale con esto:
-¿Le preocupa la decadencia física?
-Sí, me preocupa. Siendo que estoy obsesionado por el amor, calcule usted que a los 70 años es difícil enamorar personas.
Horrible. Qué noción tan mísera del «amor» (amor romántico… en el peor sentido de la palabra). Cuánta distancia a lo cristiano. Y lo peor es que, conociéndolo un poco, es claro que no es una mera respuesta de reportaje. Es así.

Ahora, para no cerrar el post dejando esta mala imagen de un tipo que, a pesar de todo quiero y admiro, debería poner algo de su buen perfil… Pero ya lo hemos hecho; y no hace falta; y, en todo caso, pueden ver esto si gustan.

(De paso, y ya que estamos; esa novelita de Unamuno sobre el cura incrédulo que cita Dolina en la entrevista tiene miga como para que le dediquemos otro post, otro día).
# | hernan | 13-abril-2005