Lea esto, amigo católico, lea si es que aún no lo ha leido en otro blog católico, e indígnese como Dios manda: Cuarenta años de «Roe vs Wade»: más transparencia, menos prejuicios:
… “Jean Roe” salió a la luz pública, se llama Norma McCorvey, y ha declarado públicamente que mintió en el proceso, pues no había sido violada. Su arrepentimiento le llevó a la fe católica y a la militancia “pro life”. Una de las abogadas del caso, Sarah Weddington, también admitió que su conducta “pudo no haber sido totalmente ética. Pero lo hice por lo que pensé fueron buenas razones”.
Siempre me ha llamado la atención el uso de la media verdad, del eufemismo, de la poca trasparencia, etc. que suele acompañar la promoción del aborto (como demuestra el mismo caso de Jean Roe). Esta crítica ya la hizo hace años Naomi Wolf, la conocida feminista que se refería a este tema en un artículo muy duro contra la retórica “pro choice”, en cuyas filas ella misma militaba, publicado en The New Republic (disponible aquí en su original inglés). Una de sus observaciones es que los promotores del aborto recurren con demasiada frecuencia a la censura, la falsedad, el tabú… ¿Qué tratan de esconder?, se preguntaba.
Qué cosa, qué manera de mentir, de pecar contra la verdad, estos pro-choice ¿no? ¿Por qué será?… A ver, lo pienso un poco… ya sé, ya sé por qué debe ser. Debe ser porque ellos están de lado equivocado, y nosotros —los católicos provida— nosotros estamos del lado bueno. Nosotros decimos la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Seguro que es por eso.
No deja de ser un consuelo ¿no? Ellos tienen sus victorias, pero son victorias de mala ley. Si ganan, no merecen ganar.
Pero igual nos llena de indignación. Justa indignación, cómo no. Lograron que la corte de EEUU legalizara el aborto, sirviéndose de una mentira (una violación que nunca existió), y la abogada lo reconoce con cinismo. Claro, los principios son lo de menos, lo que importa es ganar territorios para la causa. Hace hervir la sangre – católica. A mí me la hizo hervir, le garanto.
Pero al bajar la temperatura, me puse a leer un poquito. ¿Me acompaña? Cuando le baje la temperatura, eso sí.
Veamos, para empezar, la Wikipedia. En español el asunto se ve bastante distinto que en inglés. En español figura en lugar destacado este párrafo, que incluye esa cita infamante de la abogada:
… mientras que en el artículo en inglés esa cita no figura. En cambio, afirma allí que el argumento de la violación no formó parte del juicio, al menos no en las instancias decisivas:
Y más: parece claro (abogados podrán confirmar o corregir) que el caso judicial sobre el cual la Corte dicta sentencia no trata sobre hechos sino sobre derechos: se trata de dictaminar si determinadas leyes antiabortistas son o no incompatibles con los derechos constitucionales. La Corte decidió que sí. Ni el fallo ni los argumentos hablan de violación (todo se puede leer y oir completo aquí).
También googleando un poco se encuentra esta afirmación de la abogada:
¿Cómo se concilia esto con la otra cita? ¿De dónde salió esa cita? La Wikipedia trae una referencia un poco críptica: «Tulsa World 24-V-93». Googleando la frase, aparecen más de mil páginas. La mayor parte (si no todas), son de blogs y sitios pro-vida. Todas la copian así, tal cual, sin más contexto ni referencias. A nadie le interesa buscar su fuente y su contexto.
Pero la fuente, sin ser muy relumbrante, no es muy difícil de ubicar. Aquí está. Como pueden ver, es una reseña breve, en un periódico local, de una confencia sobre ética que dio Sarah Weddington en Tulsa, Oklahoma, 1993; no sabemos si la periodista (desconocida, por otra parte, e imposible de ubicar) se basó en alguna transcripción propia, no sabemos nada. Ud., mi amigo católico, puede tener una confianza completa en la meticulosidad incorruptible de los periodistas cuando reseñan discursos y conferencias, especialmente sobre temas polémicos. Y quizás puede deducir de esa cita aislada su contexto, y concluir que no hay nada injusto ni deshonesto en el uso que la militancia católica le está dando. Y hasta quizás también pueda encontrar alguna explicación satisfactoria y honrosa del hecho de que esa cita tenga, en su idioma original, 6 citas en Internet, cuando en español tiene más de mil. Yo, no.
Yo, lo que por ahora y hasta nuevo aviso concluyo es que, si de «medias verdades» y eufemismos hablamos, los católicos no podemos tirar piedras.
Y les ahorro, por ahora, conclusiones más negras. Mejor espero a que la sangre deje de hervir.