Estas palabras de Cristo se pueden leer -de hecho, se leen- de dos maneras:
A: Como un dato -un anuncio- más que una pregunta.
B: Como una pregunta real – una interpelación, si me perdonan la palabra.
No serán lecturas del todo excluyentes, pero de hecho corren por caminos separados, por lo que veo.
Según la lectura A, la pregunta de Cristo es retórica, la respuesta va sobreentendida (y no hay pocas de estas: «Si la sal se desvirtúa ¿con qué se la sazonará?» o «Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis?»). Estaría prediciendo (y lamentando) que para los tiempos de su segunda venida habrá poca o ninguna fe en la tierra.
Y así también lo leía yo, sin detenerme mucho en ello. ¿Por qué me detengo ahora? ¿A dónde vamos?
Primero: creo (aunque mi juicio en cuestiones exegéticas tiene bajísima confiabilidad, incluso a mis ojos) que la lectura B es la preferible, o por lo menos la principal. Segundo: creo que ese es, hoy por hoy, también el juicio del magisterio de la Iglesia -dentro de lo que el magisterio puede decir al respecto, que nunca es definitivo ni vinculante. Tercero: creo que la lectura A (en sí no absurda ni herética ni nada) circula demasiado acrítica y exclusivamente dentro de esa «tribu» católica que decíamos; creo que esta lectura funciona, en ese ámbito, como una especie de dogma camouflado (lo que Chesterton llama un prejuicio), uno de los pilares que apuntalan el edificio de la secta. Cuarto: creo que ese pseudo-dogma, con otros, con el gráfico aquel de la fe que va disminuyendo fatalmente con el tiempo (una cristiandad en declive desde el medioevo, fatalmente derrotada por la hostil cultura moderna) forma parte de un pseudo-credo… y hasta un «para-magisterio», prácticamente divorciado del magisterio de la Iglesia.
A lo primero: no me detendré mucho en la exégesis que creo preferible (¡cobarde!). Digamos nomás que la otra, la que supone un dato cuantitativo anunciado, pega menos con los usos de Jesús (que siempre rechaza ese tipo de especulación como impertinente), y, sobre todo, es más difícil de entender como conclusión de la parábola en curso, de la oración insistente, parece un non-sequitur (de hecho, el versículo prácticamente nunca es traída en su contexto). Dicho lo cual, me remito a los comentarios de Abel de ETF, que por ahí creo que va la cosa.
A lo segundo… no sé si puedo citar al cardenal Martini (¡ups, perdón!)… saltemos pues a Ratzinger:
—¿Quién puede osar responder a esto? El Señor nos asegura que la Iglesia estará siempre viva hasta el fin del mundo, aunque con gran sufrimiento, y quizá muy reducida. El Evangelio se pregunta: «Cuando Cristo vuelva, ¿encontrará todavía fe sobre la Tierra?». Habrá muchas crisis: por otra parte sabemos que el hombre está siempre abierto a Dios y que Dios se hace presente. La Iglesia, como en el pasado, deberá sufrir muchas tentaciones, sufrimientos y persecuciones. Quedará sin embargo una fuente de vida, de alegría, una razón de esperanza.
—Cuando Cristo llegue, ¿encontrará todavía fe sobre la tierra?
—Aquí el Señor habla de forma interrogativa; otros textos de la Escritura, en cambio, nos dicen que Cristo encontrará la fe y encontrará a su Iglesia. La redimirá y redimirá al mundo.
Es cierto que esto es una fuente no del todo confiable (entrevista?). Pero hay otras referencias del mismo, ya como papa, sobre este pasaje; y, aunque no tan tajante, siempre leyendo en clave interrogativa, nunca como dato:
Benedicto XVI – Homilía en Nápoles, 2007
Y también Juan Pablo II es bastante terminante:
La pregunta, con la que Jesús concluye la parábola sobre la necesidad de orar «siempre sin desanimarse» (Lc 18, 1), sacude nuestra alma. Es una pregunta a la que no sigue una respuesta; en efecto, quiere interpelar a cada persona, a cada comunidad eclesial y a cada generación humana. La respuesta debe darla cada uno de nosotros. Cristo quiere recordarnos que la existencia del hombre está orientada al encuentro con Dios; pero, precisamente desde esta perspectiva, se pregunta si a su vuelta encontrará almas dispuestas a esperarlo, para entrar con él en la casa del Padre. Por eso dice a todos: «Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora» (Mt 25, 13).
En realidad, en el sitio del Vaticano no encontré casi nada en la clave de lectura A. Lo cual no querrá decir mucho (búsqueda sumaria la mía, en un sitio que está lejos de ser una enciclopedia del magisterio; y además se da el caso curioso de que el «casi» viene dado por una referencia -lateral, eso sí- en un documento importante: el catecismo: «Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12).» [675])
A lo tercero: que hay una alta correlación entre la lectura A -exclusiva- y la tendencia tradicionalista (o como quieran llamarla), no debería hacer falta relevarlo. Vaya una búsqueda rápida en un puñado de sitios del palo.
Topamos acá de vuelta con nuestro amigo Williamson, que dice que tenemos certeza -nada menos:
Podemos acumular citas, pero para no aburrir, agarro a un comentarista cualquiera de un blog, pueden tomarlo como caricatura:
El 1er y 4to anónimos, deben ser judíos, por la falta de formación Cristiana que muestran y un orgullo satánico que destila sus escritos.
«Cuando venga Cristo creereis que encontrará Fe sobre la tierra?»
Son momentos terribles, hasta la Parusía debemos vivir,enseñar religión, confesarnos, morir y salvar nuestras almas y todas las que podamos.
La Virgen María nos proteja en sus brazos,como hijos fieles y aflijidos.
No me digan que no es típico.
Un poco más atrás (¿de aquellos polvos estos lodos?) el cardenal Pie, en el lenguaje «católico oficial» del siglo XIX (que algunos añoran) también lo da por sobreentendido – y también vincula esa cuantificación de la fe al «ámbito público»
Incluso el bueno de Mons. Straubinger, en su versión de la Biblia, lee y enseña:
Mons. J. Straubinger – nota a Lc 18:8
(Ya saltará alguno: «¿Ah, para vos Straubinger es ‘tradicionalista’?» bueno…)
Y debe haber mucho más. Naturalmente, también en el cristianismo protestante se dan estas lecturas. Acá están las traducciones en inglés – parece que Wesley, el fundador del metodismo, también tiraba por la lectura A. Circula incluso una traducción que fuerza -algo brutalmente- esa lectura: «Will he find any faith left on earth?» – previsiblemente, en alta correlación con la mirada apocalíptica.
Y basta con esto —y sobra. Lo cuarto, quedará para la próxima.