Lo único que falta ahora es que la cultura argentina empiece a descubrir a Castellani. No sé, no lo veo. Por mí encantado, pero no lo veo. Lejos de mí cualquier exclusivismo sectario o elitista —tan lejos como estoy de aquel adolescente que escuchaba Pink Floy y King Crinsom, y se congratulaba (en su pequeño rebaño) de que esa música no fuera masiva. Tampoco me molestaría un acercamiento meramente estético al cura, como un outsider o un exótico. Me parece improbable, nomás; no veo que haya material para eso. Pero no me disgustaría. Dudo que fuera peor que la apropiación nacionalista-católica. Y seguramente sería mucho mejor que ese lanzamiento que intentaron en España (Prada) como el «Chesterton argentino» -entendido éste a su vez al modo católico español en registro «anti-progre». Ay. Por suerte, esa movida no prosperó – si no me equivoco. Justo acabo de leer a un católico brasileño tradicionalista postulando a Gustavo Corção —católico de derecha, ingeniero, converso, ensayista mediocre— como … ¿adivinan?….»el Chesterton brasileño«. Es para llorar. Aunque también puede ser un título justo… en otro sentido, no para caracterizar la calidad de ese católico, sino la calidad del catolicismo brasileño – y por extensión latinoamericano: allá tienen a Chesterton, acá tenemos a … Gustavo Corção. (Y a Meinvielle ladrándole a Maritain, y …)
Por eso, y a pesar de todo, a pesar de los malentendidos y decepciones imaginables, y a pesar de las limitaciones (la chantada, la gansada, el prejuicio arbitrario y el ocasional mal gusto), a pesar de que sólo puedo recomendarlo hasta ahí, Castellani es de esas pocas figuras de la familia que me gustaría que fuera más conocido. En particular, me gustaría (y esperaría) que le agarren cariño al personaje, más que a sus ideas… Y disculpen si es mala disyuntiva.