Y no son mucho más que cuatro episodios (tres en Juan y uno en Lucas).
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Todas muy memorables, y cada cual con su rasgo imprevisto, misterioso, insondable [*]
La Magdalena que sólo lo reconoce cuando Jesús pronuncia su nombre: María!. Los discípulos de Emaús que tampoco lo reconocen pero sienten «arder su corazón» cuando él les explica las Escrituras.
El sencillo gesto repetido de comer, para mostrar a los discípulos que no se trata de un espíritu. Y la escena, tremenda, sobrecogedora, en que Jesús los espera en la orilla del mar, de noche… y la comida silenciosa en común… y Juan que nos dice, como la cosa más natural del mundo, que «… ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», pues sabían que era el Señor».
Como decía el cura en el sermón de Pascua: Creemos esto, sabemos que Cristo resucitó. ¿Qué más queremos?
[* Han criticado la película de Mel Gibson -entre tantas otras cosas- por casi no ocuparse de la Resurrección. Yo aprecio la objeción -religiosa-, pero, aparte de que la película justamente se llama «La pasión»… ¿cómo filmar eso? ]