… si cada uno de vosotros, según sus posibilidades y en la medida en que ha recibido del cielo la inspiración, saca a su prójimo del mal, cuida de conducirlo al bien, si recuerda al extraviado el Reino o el castigo que le esperan en la eternidad, evidentemente que es un mensajero de las palabras santas de Jesús. Y que nadie venga diciendo: Soy incapaz de instruir a los otros, de exhortarles. Por lo menos debéis hacer lo que podáis, a fin de que un día no se os pida cuenta del talento recibido y mal guardado. Porque si el que prefirió guardar su talento antes que hacerlo trabajar no recibió más de un talento, ése tampoco. (Mt 25,14s)…
De una homilía de San Gregorio (540-604) – vía comentarios al evangelio del día. Procurad que los otros os acompañen; que sean vuestros compañeros en el camino que conduce a Dios. Cuando, yendo por la plaza o los baños públicos, encontréis a uno desocupado, invitadle a acompañaros. Porque vuestras mismas acciones cotidianas sirven para uniros a los otros. ¿Vais a Dios? Procurad no llegar solos. Que aquel que en su corazón ha escuchado ya la llamada divina saque de ella una palabra de aliento para su prójimo.