Unamuno y Chesterton son de los míos. Los conocí casi al mismo tiempo, alrededor de los veinte años, y me ayudaron, y me ayudan. Aunque no se parecen mucho. Por momentos más bien parecen contrarios. Por ejemplo:
¿Pueden gustarme los dos, puedo darles la razón -no sólo en general, sino en particular, en lo que abogan estos textos? De hecho es así – aunque de derecho no estoy seguro. No estoy seguro de si la contradicción es aparente o real. Pero no intentaré conciliaciones por la vía de razones superiores (no quisiera ponerme como por encima de Chesterton y de Unamuno), ni pretenderé «contener multitudes» como decía Walt Whitman, ni me conformaré con la décima de Almafuerte:
sin meditar lo que dije:
ni me asombra ni me aflige
pensar que me contradigo.
Cualquier ideal persigo,
porque todos serán buenos:
los magines están llenos
de juicios que no se avienen
y las mismas cosas tienen
mil razones por lo menos.
Yo me quedo con los dos, con Unamuno y con Chesterton. Sospecho que, aquí al menos, se complementan – y que conviene no perder de vista los dos lados de la cuestión. Que hay un tiempo para escuchar las razones de fraile razonador, y hay un tiempo (días, siglos, climas y circunstancias) para pisotearlo y pasarlo, con furia o con entusiasmo, por encima.
Hace poco conocí otro ejemplo. Las «Coplas del iconoclasta enamorado» es una canción de y por Vainica Doble —pueden leer-escuchar y formarse juicio, antes de seguir, si gustan.
Lo que me hizo gracia fue leer que el dúo tenía ideas muy distintas sobre el sentido de la letra.
Carmen: «Esta canción es otra de las contradicciones entre Gloria y yo. La letra se me ocurrió saliendo de mi casa, yendo por la plaza de Colón, al ver que estaban tirando el palacio de Medinaceli… Está hecha en contra del iconoclasta: una canción absolutamente reaccionaria por mi parte».
Gloria: «Pero como ese personaje soy yo, porque yo soy totalmente iconoclasta, por eso la canto con tanto gusto y da la impresión contraria, que el texto está a favor del iconoclasta… A mí el que un señor destroce todo en nombre del amor me parece una canción de amor tan absolutamente maravillosa, que me emociono siempre que la canto»
Chesterton y Unamuno… armonizado a dos voces. Bien. Y yo aquí también me resisto a optar — en absoluto.
Lo de las Vainica, además, puede ilustrar un aspecto de otro tema —si es que realmente es otro: la intención del autor.
Y aquí podríamos traer a nuestro Charly García para acompañar a las españolas, con su canción Viernes 3 AM —de nuevo, los que no conozcan pueden escuchar o leer. Supongamos que viene uno a poner en duda que se trate de un suicidio porque —nos dice—« un «bang» también puede ser un despertar, una explosión, o una forma contemplativa de la angustia»… Probablemente protestamos: es un lectura rebuscada e infiel, es obvio que eso no es lo que Charly tenía en mente cuando escribió esa canción. Pero resulta que quien propuso esa lectura infiel a la intención del autor es… el propio autor. Quizás esto no nos baste, podemos insistir en que es lectura interesada, motivada por la noticia de que varios adolescentes argentinos se suicidaron con la canción de fondo, y que no representa la intención original de la composición… Quizás tengamos razón, pero en todo caso se ve que el criterio de «la intención del autor» es más espinoso y menos concluyente de lo que aparenta. Y lo mismo para las Vainica: ¿es infiel Gloria al texto, al cantarlo a favor del iconoclasta? Es claro que no, el texto admite esa lectura sin sufrir violencia.
Esto, desde ya, está lejos de resolver la cuestión, pero acaso pueda iluminar algún rinconcito. Y ya que empezamos nombrando a Unamuno, con una cita de su «Vida de Don Quijote y Sancho», recordemos que el mismo vasco no tenía problemas en encontrar en el texto cosas que a Cervantes no le había pasado por la cabeza; la intención de Cervantes -en lo general y en lo particular- le importaba muy poco.
Tampoco me importaría mucho a mí esta cuestión de la intención del autor, si no fuera por sus implicancias bíblicas.