Estimado lector: acaso usted ya sepa
que Ratzinger es ahora el Papa.
Yo no. Todavía no lo
sé.
Lo voy sabiendo, de a poquito.
Algunas cosas sueltas:
Yo también me pregunto por qué los
españoles debemos decir «Benedicto» en lugar
de simplemente «Benito». Pero bueno.
Hoy, por primera vez, escuché la mención a «nuestro papa Benedicto 16» en el canon de la Misa. Va a costar acostumbrarse.
Si JP2 era fea abreviatura para Juan Pablo II, B-16 es peor…
parece nombre de vitamina o de avión de combate.
Como si fuera poco el cambio de lugar, uno debe acostumbrarse
al cambio de nombre. Se me va a hacer cuesta arriba llamarlo «Benedicto 16». Demasiado cambio. (Debería haberse dejado el nombre suyo… ¿José I ? Mejor: Ratzinger I)
Leí por ahí que algunos italianos le dicen el «paparatzi»…
Algunos se quejan de que este papa no va a viajar tanto como el anterior. Por mi parte, estoy tentado de desear que no viaje en absoluto: cada hora de viaje es una hora perdida para escribir encíclicas. Y se me hace que las encíclicas de éste pueden ser algo especial.
Adhiero a lo de Tom,
a propósito de cierto sospechoso entusiasmo «bélico» de alguna derecha católica:
«Respecto a los que están ansiando un SuperPapa, lo que espero
es que se dediquen a aprender del Papa, no meramente a aprobarlo.
Que cuando haga algo que los católicos conservadores no esperaban o no querían, se pregunten si eso no encierra una enseñanza para ellos;
que no se limiten al rechazo fácil («Bueno, no puede hacerlo todo»
o «Nadie es perfecto»).
Para leer.