Archivo por meses: febrero 2005

El lápiz de Unamuno

De los Fragmentos juveniles de Mircea Eliade:
«Sólo pienso con un lápiz en la mano», confesaba Unamuno en una entrevista.

He encontrado gente que considera esta técnica mental como una manía o, más grave aún, como una prueba de falta de autenticidad. Si solamente piensas provocado o sostenido por un objeto, un gesto o cierto poema, este tipo de comportamiento ¿no traiciona una falta de originalidad o de espontaneidad del pensamiento?

El lápiz que Unamuno agarraba para poder pensar tiene, sin embargo, una profunda significación.
Es una preparación para la meditación, similar a los otros «preparativos» que conoce la historia: la ascesis, la purificación previa, las posiciones hieráticas del cuerpo (que tienen tanta importancia en la India: las así llamadas «posiciones yóguicas», las asanas).
Coges el lápiz en la mano, así como otros cierran los ojos o armonizan su respiración o tapan sus oídos o toman su frente entre las manos. Te preparas para recibir los pensamientos, para examinarlos, para «profundizar» en ellos.
También se nos ocurren pensamientos en otros momentos, en circunstancias más o menos frívolas. Pero ahora, sin embargo, estás decidido a meditarlos, a seleccionarlos; ahora eres responsable, porque estás concentrado, libre.

Unamuno, que solamente puede pensar con el lápiz en la mano, vuelve a repetir un antiguo ritual, del que no tenemos por qué avergonzarnos. Se trata de un gesto que indica el paso de la frivolidad y la casualidad a la meditación y la responsabilidad. Al mismo tiempo es un vehículo, un auxilio para la concentración. La mente ha sido restablecida en sus derechos; aquel objeto, gesto o posición que el hombre ha elegido significa el primer paso hacia el pensamiento responsable.
No importa que sea un lápiz o una posición ascético-meditativa, la técnica sigue siendo la misma; el efluvio de la vida psicomental ha sido canalizado, delimitado, «concentrado». El pensamiento responsable es inaugurado por este gesto voluntario, símbolo también del reposo que le sigue.
A mí me resulta muy difícil escribir algo (ni el borrador de un post) si no lo hago directamente sobre el blog, si no veo «cómo va quedando». Esto siempre me extraña… y también me molesta un poco. Porque no tengo una conexión a Internet permanente en casa, y me lleva mucho tiempo escribir un post. Y, en fin, porque me parece una especie de debilidad pueril, una falta de vigor intelectual -o literario-.
Seguramente lo será. Pero la verdad es que al leer estos días lo anterior, he creido encontrar alguna justificación.
Ya sé que no tiene mucho que ver, pero …uno se agarra de cualquier cosa.
# | hernan | 28-febrero-2005

El fracaso absoluto

Es fácil hacer elogios del fracaso, hablar del fracaso como una bendición o poco menos … cuando se trata del fracaso ajeno (lo mismo pasa con la pobreza o el dolor, claro).
Leon Bloy pasó casi toda su vida resistiéndose a la compañía de este «amigo fiel pero importuno» [*]. Había escrito su primera novela importante a los 40 años (El desesperado) ; un fracaso, como era de prever (algún día comentaremos más sobre este engendro). Y en los treinta años siguientes escribió el grueso de su obra. A intervalos de uno o dos años publicaba un libro, con tantas dificultades como ilusiones. Es conmovedor ver con cuánta ingenuidad esperaba cada vez el éxito; el fin de la «conspiración del silencio» (como la llamaba, con alguna razón y alguna sinrazón) y el fin de su miseria. Y cada vez se repetía la decepción. Algunos ejemplos (sólo algunos; podría hacerse una antología, tragicómica, en verdad) de sus diarios:
10-junio-1908 (61 años)
«Puede esperarse el triunfo de La que llora. Hay buenos indicios…».

6-junio-1908
«Aparición de La que llora»

21-julio-1908
«Valette [el editor] me dice que la venta se ha detenido. ¡Ya! Frase oída con frecuencia…»

6-sept-1908
«El fracaso de La que llora es un hecho. Juana me consuela…»

16-oct-1912
«El alma de Napoleón acaba de aparecer»

29-oct-1912
«Me dice [el distribuidor editorial] que la venta del libro va bien, y que puede esperarse un éxito. Pero haría falta un poco de ruido…»

18-nov-1912
«El fracaso de mi libro parece ya asegurado.»

31-ene-1913
[de una carta a F. Raoux] «En verdad, el fracaso de mi libro [El alma de Napoleón] me ha sido muy duro…»

10-abril-1915 (69 años)
[de una carta a Termier] «… mi libro [Juana de Arco y Alemania] aparecerá el 4 o 5 de Mayo. Dios quiera bendecirlo. La circunstancia extraordinaria y hasta un poco milagrosa que me permitido editarlo en este momento [Guerra Mundial] en que no se publica ningún libro me hace esperar mucho […] La víctima de la conspiración del silencio por tantos años por fin llega a ser la única voz que se va a escuchar […]
Esto es demasiado hermoso para ser creido. Sin embargo… cada día hago lo que no hice nunca: ruego para obtener este éxito, considerando que con esto, además de la seguridad material, conquistaría la notoriedad que me es indispensable. Dios sabe que tengo una misión que cumplir y que esta misión no está realizada…»

8-mayo-1915
«Mi libro acaba de aparecer y ya se anticipa el fracaso. Soy demasiado diferente… […] Me abruma una horrible tristeza .»

27-mayo-1915
«La venta de mi Juana de Arco es nula, o poco menos. Ninguna propaganda, salvo algunas líneas de Gustavo Tery que más bien parecen haber matado mi libro. Esta noticia, aunque prevista, me abruma un poco. Dios no quiere para mí este género de victoria.»
Leon Bloy murió a los 71 años. Un fracasado… como también lo fue Napoleón, dijo alguna vez. Un «loser». En una de las dedicatorias para su libro «El peregrino del absoluto», había escrito esta sola frase:
El fracaso absoluto: ¡qué sueño!
# | hernan | 25-febrero-2005

Mircea Eliade y el desprecio

De los libros que edita Trotta, hay pocos que me interesen. Pero los que me interesan, me interesan mucho.
Esta semana compré dos: Intuiciones precristianas de Simone Weil y Fragmentarium de Mircea Eliade. Unas palabras sobre este último, que devoré con entusiasmo en pocas horas (el link anterior contiene una recensión y semblanza, no está mal).

Es una colección de escritos sueltos, de un Eliade más juvenil que aquel que conocía de su (excelente) Diario; esos fragmentos son anteriores a la segunda guerra, o sea que el tipo tenía unos treinta años.
Más que fragmentos, a mí me parecen pequeños ensayos -periodísticos, si quieren. Muy legibles, variados y -para mí- sabrosos. Algunas apologías y rechazos de una curiosa vehemencia (a favor de Guenon, en contra de Merejkovski, por ej), acaso atribuibles a la misma juventud. Y montones de observaciones interesantísimas; varias de ellas muy relacionadas con temas tocados por acá.

Me dan ganas de citar buena parte del libro, pero trataré de no abusar. Vaya por hoy este fragmento sobre el desprecio como ascesis.
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# | hernan | 25-febrero-2005

Lo que les ocupa

«La Iglesia no puede ser atacada si no es poniéndose en cuatro patas», decía Leon Bloy. Y también esto, que atribuía a su mujer:
— ¿Por qué es tan odiada la Iglesia?
— Porque es la conciencia de la humanidad.
No es de las cosas que más me gusta citar (demasiado riesgo de autocomplacencia, y de ese «espíritu de grupo» que se da de patadas con el espíritu de verdad; y ya sabemos que también hay ataques hechos de pie, y odios con motivos más nobles).
Pero, con todos los reparos, también son verdades. Y hay días -estos, por ejemplo- en que no viene mal recordarlas.
# | hernan | 24-febrero-2005

Pelícano

Via Dappled Things: una página sobre el pelícano en la iconografía, sobre todo en la heráldica medieval.

En aquellos tiempos, el pelícano se había adoptado como una figura de Cristo. Se creía que el pelícano cuidaba a tal punto de la vida de sus pichones, que al faltarle comida se abría el pecho con el pico para darles a beber su sangre. El símbolo, entonces, es claro -aunque, veracidad de la leyenda aparte, a los modernos la imagen nos choca. Colores demasiado fuertes para ojos demasiado cansados, tal vez. O menos ingenuidad, o mejor gusto, vaya a saber.

En el catolicismo actual, la imagen ha quedado un poco olvidada; Gaudí sin embargo se acordó de incluirla, en lugar destacado, en la fachada de la Sagrada Familia de Barcelona [*].
La figura del pelícano sobrevive en algunas pocas oraciones. Sobre todo en este famoso himno de (nada menos) Santo Tomás de Aquino: Adoro te devote.
Acá hay un mp3 (5 MB) para escuchar.
Y también la partitura (gregoriana; no asustarse, es fácil de leer… bueno, al que prefiera leerla en notación moderna, está acá).

[* Aunque nunca faltan penetrantes investigadores que asombran al mundo al descubrir alusiones masónicas o esotéricas, y así desconcertar a los ingenuos que creemos en el catolicismo de Gaudí… Pensar que con sólo buscar en Google podrían ahorrarse papelones…]
# | hernan | 23-febrero-2005

Contextos

Como es sabido, Microsoft ha relanzado hace poco su buscador para competir con Google. A modo de prueba comparativa, se me ocurrió buscar la palabra «evangelios».
Me interesa en particular esa búsqueda porque, como pueden comprobar, Google devuelve en las primeras posiciones mi «concordia«. Y más allá de eso, como también pueden comprobar, los resultados de las primeras posiciones son casi todos relevantes; es decir, el tipo de página que alguien que busca información sobre la palabra evangelios puede encontrar de interés.

Pruebo entonces en MSN. El resultado es pobre: páginas oscuras e irrelevantes en su inmensa mayoría. Pero eso importa poco: porque antes, el el experto buscador ha creído adivinar que he tipeado mal y, ajustándose la corbata y con sonrisa ejecutiva, me sugiere una corrección:
    Were you looking for evangelion?
( El que no sepa qué eso de «evangelion», puede verlo acá )
Bueno…. no carguemos la mano: la corrección se debe a que entré al buscador en inglés. Al parecer, el idioma de la interfaz influye en los resultados (en Google son dos cosas diferentes). Entrando por el formulario en español, busco lo mismo, y ahora la corrección no aparece. Igual, los resultados son mucho más pobres que en Google (y de la Concordia, ni noticias).

De todas maneras, y como van las cosas, no sería de extrañar que en poco tiempo también el buscador en español tenga dificultades en creer que uno está buscando semejante palabra.

Cuestiones de contexto, claro. Y uno está un poco fuera de contexto.

Una vez un amigo mío vio en mi casa, sobre la mesa, un libro titulado «Las florecillas de San Francisco». Lo abrió… para decepcionarse al descubrir que no se refería a la ciudad de EEUU. A mí ni se me hubiera ocurrido.

Parecidamente, muchos sabios de la política argentina (y de moral y de religión, si me apuran), de esos que forman opiniones, de esos cuyo universo mental empieza en la tapa de Clarín y termina en la contratapa de Pagina 12… no pueden concebir que alguien, al recordar una frase de Jesús, esté pensando en el Evangelio.
# | hernan | 23-febrero-2005

Más blogs

Finitud. Buen blog.

No estamos tan solos (en el mundo de los blogs católicos en castellano) como en otros tiempos…
Acá estuve armando un listado, para el que guste.
# | hernan | 22-febrero-2005

Tres de Bernanos

Se trata de vencer nuestra naturaleza, no de forzarla; es una diferencia fundamental. Si se intenta forzar la naturaleza, sólo se lograr perder la naturalidad; y lo que Dios pide a sus hijos no es que representen todos los días una comedia ante Su Majestad, sino que le sirvan. Un buena sirviente está siempre donde debe, y jamás se hace notar.
Lo decía la priora a la monja -postulante- Blanca, en «Diálogos de carmelitas».
Otra cita, de otro personaje femenino -Chantal, de «La joie»:
Yo también puedo estar triste (no afligida, dolorida o desolada; al fin y al cabo, Nuestra Señora estaba desolada al pie de la cruz), triste, con esa tristeza tan fría como el infierno.
Ahora que la he sentido no la olvidaré jamás. Hay un vértigo en la tristeza, un sucio vértigo.
[…]
Tienen suerte los que consiguen amar la tristeza sin ofender a Dios, sin pecar contra la esperanza. Yo no podría.
Y un texto sobre Leon Bloy, un tipo (según palabras de Bernard Halda) «de su sangre, de su raza, de su temperamento»…
… con sus cualidades, sus defectos, su orgullo de niño o de ángel, su divertidos prejuicios, sus balbuceos que repentinamente estallaban en una imagen inmensa y como suspendida del cielo. Nuestro Bloy, nuestro viejo Bloy, que, según la predicción del buen burgués que fue su padre, lo ha perdido todo; pero no nos ha perdido a nosotros, sus amigos y, si no sus discípulos, sus ahijados, en el mismo grado que Maritain o Van der Meer.
(El padre de Bloy, deísta anticlerical, desesperaba de su hijo -la literatura y el catolicismo le inspiraban desprecio- y le auguraba su perdición; mundanamente hablando, claro. De ahí la alusión de Bernanos).
# | hernan | 21-febrero-2005

Padre… ¿de quién ?

Una pregunta muy básica de teología trinitaria (bueno… cualquier pregunta básica de semejante tema me supera, claro está).

Cuando decimos (según revelación de Cristo) que «Dios es nuestro Padre«… cuando nos dirigimos a ese Padre (en el «Padre Nuestro«, para empezar), ¿nos estamos dirigiendo a la primera persona de la Trinidad ?
¿O por el contrario la persona del Padre -dentro de la Trinidad- sólo dice relación al Hijo y no a nosotros, y al rezar el Padre Nuestro nos estamos dirigiendo a Dios sin especificación de persona ?
(¿O —es muy probable— estoy planteando la cuestión mal de entrada, porque estoy racionalizando groseramente y malentiendiendo el misterio de la Trinidad -tres personas, pero un solo Dios?).

Sospecho que es una pregunta estúpida. En buena parte, porque suena elemental y no la encuentro planteada ni respondida en ningún lado [*].
Pero preguntando (preguntas estúpidas, sobre todo) se aprende…


[* Salvo acaso esta mención en una objeción de la Suma (textualmente: «a toda la Trinidad la llamamos Padre nuestro») y la interesante respuesta: «…el Hijo procede del Padre antes que la criatura, a la que se le aplica la filiación por participar de la semejanza del Hijo. Es esto lo que incluye aquello de Rom 8,29: «A los que de antemano conoció, y predestinó a ser hechos según la imagen de su Hijo.»». Acabo de verlo, después de escribir el post… creo que por acá debe andar la respuesta… ¿no? Ya veremos. ]
# | hernan | 16-febrero-2005

El mendigo ingrato

Me preguntan —no es la primera vez— quién es este Leon Bloy, y cuáles de sus libros recomendaría.

Lo primero lo responderé pronto en otro post; una especie de «vida y obra» que andaba debiendo. Algo hay acá y acá.

Antes de responder a lo segundo, dos palabras para situar su obra acá y ahora; y su relación conmigo.

Para decirlo rápido: casi nadie lee a Leon Bloy hoy en día. Como casi nadie lo leía en su tiempo. En español, sólo se lo editó en forma medianamente completa en los ’40, en Argentina (editorial Mundo Moderno).
Fuera de eso, sólo hay algunas ediciones sueltas (y no de lo mejor).
En el mundo literario, es medianamente conocido, sin embargo. En parte hay una admiración meramente formal, hacia su estilo brilante y fogoso como pocos. A otros fascina -como espectáculo exótico y quizás algo cómico- su exaltación de católico despreciador del mundo, su mística grandilocuente. Y hay admiraciones selectas cruzadas: Bloy fue el descubridor del conde de Lautremont, y defendió a Baudelaire, a Verlaine… y a su vez fue leído por Rubén Darío, y -sobre todo, y extrañamente- por Borges. Gracias a este último muchos lo conocen de nombre (como lo conocí yo). Y finalmente, algunos pocos notables del mundo católico lo han apreciado (Bernanos, Fumet … el mismo Maritain). En fin, en el mundo de los conocedores, Bloy no ha envejecido nada mal. Pero entre el gran público, sigue tan desconocido como en vida.

Hay que decir que su obra más «editable» no es la más recomendable ni representativa: sus cuentos son flojos, sus novelas de una exaltación barroca casi insoportable. Lo más interesante son sus diarios, sus cartas y sus ensayos; pero esto no suele interesar al público. Y aunque interesara… yo no me animaría a recomendar casi nada.

Y con esto respondo a la segunda pregunta: si me apuran, no recomiendo nada.
Yo quiero mucho a Leon Bloy, tengo una relación profunda, de mis tiempos de «conversión», y que -extrañamente- no se ha entibiado con los años. Pero eso es todo lo que puedo decir… casi.

Resumo mi apreciación, y mis (des)recomendaciones sobre su obra:

– Diarios (Ocho tomos, cada cual con su título: desde «El mendigo ingrato» a «La puerta de los humildes»). Lo mejor, a mi ver. No quiero tratar de estimar cuántas veces los habré releído… Me dicen que en España se ha editado hace poco una selección. Pero es una selección (y casi no hay gente que guste de leer diarios personales). Un dato curioso: cada cuatro años, el mismo Bloy publicaba los tomos del diario (salvo el último)… ganándose nuevos enemigos cada vez.

– Libros-ensayo: Un poco delirantes, la mayoría; y muy desparejos. Pero interesantes, y bastante representativos. Citemos algunos: «El alma de Napoleón», «La salvación por los judíos», «La sangre del pobre», «En tinieblas»…

– Novelas y cuentos: «El desesperado» y «La mujer pobre» son bastante conocidos, algunos los ponen (sobre todo el segundo) como sus mejores obras. Para mí son sendos bodrios (sobre todo el segundo). Muy desparejos, con páginas insoportables, trama y personajes ridículos. Y sin embargo, muchos textos brillantes. En cuanto a los cuentos («Cuentos descorteses», «Cuentos de guerra») son francamente flojos, y -lo peor- no son representativos.

– Cartas (a su novia, a «Verónica», a Maritain…) Como los diarios, buenos para conocer a Bloy, en sus varias caras. No mucho más.

– Otros: «La exégesis de lugares comunes», no está bien logrado, algunos pocos lugares felices.

Sobre Leon Bloy está muy bien el libro de Stanislas Fumet «La misión de Leon Bloy» … inconseguible. La pequeña biografía de Pujol en sus «Siete escritores conversos» está bastante bien. El mini ensayo de Borges es un desastre.

En fin, recomendar, lo que se dice recomendar… casi diría que Bloy sale mejor parado en las selecciones que yo cito en este blog, que en sus propios libros. En todo caso, creo que no es mala manera de darlo a conocer.
# | hernan | 16-febrero-2005

Las caras de Bloy

Anotación del diario de Leon Bloy («El invendible»), 17/Jun/1906:
«Sois un «maravilloso artífice del Verbo»», me escribe —con mayúscula— un joven y ya incurable cretino.
Así es como deben hablar los demonios a sus cautivos, en el lugar del infierno donde crepitan eternamente los imbéciles.
Es el tipo de invectiva que más lo caracteriza (o caricaturiza). Eso, y su exaltación mística… literaria. Grandilocuencia romántica … «truenos de utilería y pasmos abismales demasiado continuos» (Castellani dixit).
Sí. Pero, la imagen que yo tengo de él contiene algo más. No sólo su vida, terriblemente dura. Sobre todo (hablo por mí, repito) esa caridad y esa sencillez que se trasparenta en tantas otras notas y cartas. A veces, incluso, sin literatura.
A mi flamante amigo Pierre Termier, que me dado un folleto sumamente docto, de su autoría «Síntesis geológica de los Alpes». Necesidad de confesar mi ignorancia.

Caro amigo:
Su ciencia me sorprende y me humilla. Yo me siento infinitamente empequeñecido en presencia de los fenómenos «orogénicos» y me declaro absolutamente incapaz de distinguir el «fragmento de recuperación» del «fragmento de acarreo». Por lo que respecta a la «edad mezozoica» o «neozoica», los «esquistos lustrosos» y sobre todo a «la serie cristalofiliana comprensiva», debo reconocer que tales expresiones me dejan boquiabierto y atontado.
Me he visto forzado, pues, a cerrar su libro con tristeza, renunciando a saber lo que es un «pliegue» o un «sinclinal», tantas otras cosas hermosísimas, que me serán explicadas en el Paraíso.
Tan sólo una página, la última, ha podido escapar del desastre, puesto que me habla de los Libros Santos. Pero su luz no alcanza a iluminarme sus terribles caminos. Empero, mucho hubiera deseado seguirlo, mi estimado Termier.
Discúlpeme por ser sólo un viejo burro lleno de afecto, y tenga la seguridad de mis ruegos, por usted y los suyos, dichos cada mañana, sobre la Montaña de los Mártires y el Sagrado Corazón.
Y esta carta de junio de 1905, a un par de nuevos admiradores que le habían enviado algún dinero por carta, junto con el ofrecimiento de ayuda y amistad:
Señores (o señor y señorita, porque ese nombre «Raïssa» me sorprende y desconcierta):

La carta de ustedes, tan simple y afectuosa, me ha emocionado sobremanera.
Nada me cuesta declarar que los veinticinco francos llegaron oportunamente. Esa mañana había tenido que pedir prestada una pequeña suma al peluquero para el almuerzo de mi mujer y mis hijas.
No hay nada de temerario en el hecho de aspirar a mi amistad. Si son ustedes almas vivientes, como presumo, cuantan desde ya con el cariño de este viejo hombre de dolor, que estará encantado de conocerlos. […]
El mes próximo cumpliré los cincuenta y nueve años, y todavía lucho por mi pan; sin embargo, he podido socorrer y consolar a muchas almas, y esto es un paraíso para mi corazón.
La pareja en cuestión, con veinte años, recién salidos de la Sorbona, agnósticos, cultos y desesperados (planes de suicidio incluidos), eran Jacques Maritain y su mujer. Un año después los dos (más la hermana de Raïssa, Vera) recibían el bautismo, con Bloy como padrino.
# | hernan | 15-febrero-2005

Foros y blogs

Entre esto y otras cosas, no tengo el tiempo que antes tenía para participar de foros de discusión (o grupos de chat o listas de correo). Pero estos días revisité los foros de El Testigo Fiel (un portal católico) y quedé gratamente sorprendido; los que llevan adelante el sitio, lo llevan bien.
De modo que, al que tenga tiempo y ganas de meterse, se lo recomiendo.
# | hernan | 15-febrero-2005

Todos quieren ir al cielo…

«Todos quieren ir al cielo, pero nadie quiere morir»

No recuerdo de dónde me suena la frase. Creo que en Castellani (¿alguna novela?), aunque tal vez sea un dicho más o menos tradicional.
Y tal vez (pienso ahora) así, sin contexto, no impresione como algo muy profundo; y a alguno ni siquiera le parecerá verdad.
Pero:

La frase es sinfónica; tiene muchos niveles, y todos relacionados (más: rigurosamente relacionados; armonizados).
Porque «ir al cielo» es «ser feliz». Y esto de la felicidad resuena al mismo tiempo en muchas alturas. En esta vida y la otra, en el cuerpo y en alma ( placer, éxito, alegría, sabiduría, éxtasis, bienaventuranza; ver a Dios: ir al cielo). Es lo que queremos todos; lo único que queremos.
Y «morir»… lo mismo, quiere decir muchas cosas, en todos los planos. Perder; deponer las armas. Y también -y sobre todo- morir, literalmente. Y -digamos lo que digamos- no queremos morir.

Lo pensaba (por poner un ejemplo) al ver tanta gente en el subte (mujeres, sobre todo, curiosamente) leyendo falsos gurúes, buscando quién sabe (bah… todos sabemos) qué felicidad o sabiduría, al bajo precio de un libro. Gnosticismos tan seductores (sexo tántrico…) como fallutos. Místicas sin ascesis. Resurrección sin cruz. Granos de trigo que imaginan poder germinar sin morir.

Nos pasa a todos, en realidad, al modo de cada cual. (También el integrista católico, digamamos, por poner otro ejemplo más espinoso… tal vez miedo a que «la Iglesia muera»; como Pedro no quería ni escuchar que Jesús tuviera que morir. ¡Eso no!).

Naturalmente -o sobrenaturalmente-, sabemos que toda esa ansiedad y esa repulsa, en todos sus niveles, apuntan a lo mismo, como parábolas concéntricas. Cuyo círculo externo, en lo que a nosotros respecta, es «ir al cielo» y «morir», en los sentidos literales (o casi). Y englobándolo todo, dándole sentido y justificación a todo, la Cruz y la Resurrección.

Ayer no más, Juan Pablo II decía algo parecido.
No es casualidad, es que estamos en Cuaresma.
# | hernan | 14-febrero-2005

La razón y la salud

Hablábamos algo ayer con unos amigos sobre el irracionalismo, su lado verdadero y su lado peligroso. Y hoy encuentro esto:
…De modo que, al parecer, mi pensamiento es racional ahora, tal como es el pensamiento de un científico.
Y sin embargo, esto no es un puro gozo, como lo sería el pasar de la discapacidad física a la buena salud.
Un aspecto de la cuestión es que el pensamiento racional impone límites a cómo concibe un hombre su relación con el cosmos. Así, por ejemplo, un escéptico sólo ve en Zaratustra a un delirante que arrastró a millones de creyentes ingenuos… Pero sin su «locura», Zaratustra sólo habría sido un hombre más entre millones o billones de individuos que vivieron y luego fueron olvidados…
Lo dijo John F. Nash, el matemático que recibió el Nobel de economía, tras haber pasado varios años de alucinaciones y desórdenes mentales (muy conocido ahora por la película A Beatiful MindUna mente brillante, con Russell Crowe).

Palabras de doble filo, como siempre que se habla de la razón.
Yo, devoto de Santo Tomás y de Chesterton, tiendo a mirar con desconfianza todo ataque a la razón; y valoro y admiro la defensa -nada fácil ni cómoda- que a lo largo de tantos siglos la Iglesia ha tenido que hacer de ella, frente a irracionalismos de afuera y (los más tentadores) de adentro. (En la edad antigua, en la edad Media, y en la moderna. Y en el dos mil también).

Pero también lo que dice Nash (aunque la ilustración no me convence; ni la citada ni la de propia persona) tiene lo suyo, bien mirado.
Acaso tenga algo que ver con la famosa paradoja de Chesterton (defensor de la fe y de la razón, si los hay) de que «loco no es quien ha perdido la razón; loco es quien ha perdido todo, menos la razón».
# | hernan | 14-febrero-2005

La pastora

Como es sabido, la Virgen se apareció en Fátima en 1917 a tres pastores niños.
Aquel 13 de mayo Lucía, la vidente más privilegiada, tenía 10 años; sus primos Francisca y Jacinta, 8 y 7. Ellos murieron pronto, en 1919 y 1920, y fueron beatificados por Juan Pablo II hace poco.
Sor Lucía, en silencio, atravesó -y marcó- todo el siglo XX.
Murió hoy, a los 97 años.
# | hernan | 13-febrero-2005

Política y arquitectura

Ya se ha dicho mil veces que esa categorización de «izquierda-derecha» es insuficiente, grosera o engañosa. Bien. Aunque hay que reconocer que, dentro de ciertos límites, en un dado contexto, puede ser útil y acaso válida. Por eso, la uso a veces.
Pero cuando uno empieza a mezclar religión, política, economía, moral… y cuando se habla de distintos países o épocas, es muy fácil tropezar con paradojas y cosas que no cierran. Entendible. Algunos se plantean, en esos casos, clasificaciones más complejas, añadiendo una o más coordenadas… Así, por ejemplo, en EEUU se habla (en una de tantas categorizaciones posibles) de cuatro géneros de personas: conservadores, tradicionalistas, liberales y radicales. Cuidado: en EEUU, insisto. Y hablando de política, sobre todo.

Bueno. No es que estos esquemas me interesen demasiado. Pero es que leí hace poco este artículo de Kreeft. Tiene su interés. Como parábola, acaso.
De un grupo de cuatro amigos que representan esas cuatro categorías, Kreeft (que se asume como el «tradicionalista»; y que, en los aspectos «importantes» del mundo -religión, para empezar- presumiblemente debería sintonizar más con el conservador que con los otros) se encuentra coincidiendo con el «radical» (y contra los otros) en una cierta cuestión puntual … de arquitectura. Y la coincidencia es menos superficial de lo que parece (meras afinidades psicólogicas, a contrapelo de las diferencias filosóficas, dirá uno; sí, pero no «meras»; hay más; hay toda una manera de concebir la Belleza, por ejemplo).

Kreeft, como conclusión tentativa de su observación, plantea que «por debajo de los alineamientos políticos actuales de izquierda/derecha hay «líneas de falla» en la corteza de la naturaleza humana que inevitablemente se abrirán un día y producirán terremotos que cambiarán el paisaje del mapa político…»
Conclusión un poco tímida, se me hace. Como si nos interesara el mapa político, vamos. Todo lo de Kreeft apunta a algo más serio que eso, creo yo.

En verdad, triste sería que las afinidades profundas entre los hombres estuvieran determinadas por categorizaciones de ese tipo… Parece que no es así. (No sólo en el sentido más alto…).
Y -creo yo, y me permito aconsejarlo a militantes de uno y otro lado- sería bueno que hiciéramos fuerza para tratar de ver eso; y alegrarnos de eso.
# | hernan | 12-febrero-2005

Cartas de lectores

Trascribo/edito/contesto abajo algunos comentarios de lectores a posts de la semana.
Les recuerdo que los comentarios se pueden enviar en modo «privado» (si no quieren que aparezcan citados acá); igualmente, si algún corresponsal citado tiene alguna objeción, no tiene más que avisarme.
Usaré como nombre del lector el ingresado en el formulario del comentario, y nunca se mostrará la dirección de mail.
Gracias.

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# | hernan | 12-febrero-2005

Animales perdidos

Una dama me ha escrito que le parezco encargado de atraer a las ovejas descarriadas.
Le respondo que no me interesa atraer ovejas, sino más bien leones, o incluso hipopótamos extraviados.
Y que nunca podrán constituir un número demasiado grande.
Del diario de Leon Bloy (El viejo de la montaña, 12/12/1909).

Cinco meses después anota:
Recibo la visita de un ingeniero, provinciano; cristiano suave y humilde que parece enteramente conquistado por mí. Esto es una rareza de mi destino. Yo no sé qué tengo para agradar a los ingenieros, y empiezo a no poder contarlos más, tantos son los que me han manifestado su afecto.
Y el 27 de abril de 1907 había anotado (en «El invendible») :
Aparición extraordinaria de otro ingeniero, amigo de Termier, y apasionado por mis libros […] Se llama Felipe Raoux […] Mis senderos son extraños y ásperos. Hasta el presente, las personas que han venido a mi han sido seres desdichados o llamados a sufrir […] Las almas designadas para esta Escuela Superior —verdaderamente politécnica— vienen a mí, sin saber adónde, como los corderos que van a pacer … o al matadero.
No sé en qué categoría zoológica caerá el que hace este blog (que volvió al redil —empujón de Bloy mediante—una semana después de terminar de estudiar ingeniería… ). Pero que andaba descarriado, eso no se discute. Agradecido, pues.
# | hernan | 10-febrero-2005

Leopardi


Reposarás por siempre,
cansado corazón. Murió el engaño
que eterno imaginé. Murió. Y advierto
que en mí, de lisonjeras ilusiones
con la esperanza, aun el anhelo ha muerto.
Para siempre reposa;
basta de palpitar. No existe cosa
digna de tus latidos; ni la tierra
un suspiro merece: afán y tedio
es la vida, no más, y fango el mundo.
Cálmate, y desespera
la última vez: a nuestra raza el Hado
sólo otorgó el morir. Por tanto, altivo,
desdeña tu existencia y la Natura
y la potencia dura
que con oculto modo
sobre la ruina universal impera,
y la infinita vanidad del todo.


A se stesso (A sí mismo), de Giacomo Leopardi. Traducción de Antonio Gómez Restrepo

Por principio, yo debería repudiar a Leopardi, poeta de la desesperanza y la tristeza. Por algún motivo, me gusta. Me parece que, contrariamente a casi todo lo que uno ve por ahí, es una desesperanza noble y hasta (con todos sus desdenes y reniegos) más pariente del amor que del odio…
Tal vez por una especie de analogía poética con lo que decía Simone Weil, sobre cierto ateísmo purificador en contra de los consuelos imaginarios de la religión. («En los hombres en quienes lo sobrenatural no ha despertado, los ateos tienen razón y los creyentes se equivocan.»)

Por su parte, dice Francisco de Santis que «Leopardi produce el efecto contrario a lo que se propone. No cree en el progreso y te lo hace desear;no cree en la libertad y te la hace amar. Llama ilusiones al amor, la gloria, la virtud, y te enciende en el pecho un deseo inextinguible. Es escéptico y te hace creyente». Sí, está bien… aunque no estoy seguro de que Leopardi «se proponga lo contrario». Se me hace que un poeta no «se propone» una cosa ni la otra.
# | hernan | 10-febrero-2005

Compasión moderna

Yo suelo criticar el tradicionalismo católico, pero (o: porque) sé que mi corazón tira más para ese lado. Será tal vez por eso que me gustó escuchar esta vez, al recibir las cenizas, la antigua frase: «Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás», en la lugar del más moderno y extendido «Conviérte y cree en el Evangelio». ¿Mera reacción? ¿Apego a lo arcaico? Puede haber algo de eso. No es que la fórmula moderna me disguste o me parezca fuera de lugar. Pero sí que a veces uno extraña ese lenguaje duro de otros tiempos. Uno se cansa de tanto discurso almibarado y consolador.

Es cosa moderna, al parecer, ese cuidado extremo por no herir sensibilidades (en el mejor de los casos) o ese vicio de adular al público (en el peor de los casos), en nombre de una compasión y un respeto algo desorbitados, que en última instancia terminan anulando toda posibilidad de hacer el bien.
Demasiada delicadeza en el ambiente, demasiado afán de consolar, demasiado miedo al dolor (físico o psíquico).
Me dirán que está muy bien horrorizarse ante el dolor ajeno. Yo no estoy seguro (pienso en las madres sobreprotectoras, en un dentista que no quisiera tocar una muela por no soportar el dolor del paciente… y en algunos confesores que uno se ha topado) . Y tampoco estoy seguro de que esa aversión al dolor ajeno no nazca de un miedo personal al dolor, no muy lejano a la cobardía y a la desesperación.

En los sermones que uno suele oir, Dios es el Padre bueno que nos quiere -y eso nos tiene que dar ánimos. Lo cual es verdad, claro. Pero hay verdades parciales …
Pareciera que la imagen que tienen los sacerdotes de sus fieles es la de un conjunto de buenas personas que necesitan sobre todo aliento y consuelo. Y acaso tengan buenos motivos para creerlo así; para nunca hablar de castigo, temor… ni siquiera penitencia o sacrificio (Amy dice hoy algo sobre esto, a propósito de la cuaresma).
Y, retomando lo del principio, vemos que hay curas que consideran un progreso el reemplazo de la frase ritual de hoy «Recuerda que eres polvo…». Hemos pasado del temor al amor, dicen; antes (¿antes de qué?) todo era «tétrico y oscuro» … y ahora «La mejor penitencia, la mejor forma de redimir lo malo que hemos hecho es entregarnos con toda fe a la Buena Noticia».
Yo no puedo leer sin fastidio estas proclamas de progreso; me suenan a falsedad y complacencia, me recuerda demasiado a los falsos profetas. Pero, al mismo tiempo, no estoy seguro de que no tengan su cuota de verdad, de que realmente no haya un cambio en la sensibilidad religiosa, un cambio que no debe ser rechazado de plano, sino en buena medida asumido.
Con un poquito más de criticismo, eso sí.

Recuerdo, en «La última tentación de Cristo» de Scorsese hay una charla de Jesús con Judas, antes de su vida pública, en la que trata de expresar sus vacilaciones, sus intuiciones y sus sentimientos. Entre estos, predomina el de la compasión. «Me da lástima la gente», dice Jesús (cito de memoria), «Cada persona, me da muchísima compasión. Todo el mundo…». Judas se esfuerza en entenderlo y le pregunta: «Y los animales, ¿también te dan lástima? ¿Las hormigas…?». Y Jesús responde: sí, también las hormigas.
Dejemos a un lado la cuestión de la fidelidad histórica o religiosa (ese Jesús es una ficción, de acuerdo; no importa ahora). La cuestión es que esa escena me quedó grabada… y no porque me haya caído mal; más bien -y curiosamente, dado lo antedicho- al contrario. De alguna manera me pareció reflejar el lado verdadero -bueno, auténtico- de esa compasión ante el dolor ajeno. No sabría explicarlo ahora.

Pero, ya que de los distintos lados de la cuestión hablamos, y ya que de cine nos metimos a hablar… tenemos a mano una ilustración del otro aspecto de la cuestión, el lado oscuro de ese rechazo al dolor: la publicitada -y cada vez más seductora- eutanasia.

Es conocido el caso del filántropo tan sensible que sufría mucho al ver gente pobre; y que por lo tanto… optaba por no verlos (acá en versión Malfalda). Yendo un poco -no mucho- más allá, uno podría proponerse eliminarlos. «Hacer un mundo mejor» parece significar hacer desaparecer a los miserables, a los enfermos, a los ancianos, a los locos, a los monstruos. Por el bien de ellos, claro…
Una forma de desesperación -y de maniqueísmo, con el Dolor como un Mal absoluto que niega la Vida -y el Bien y la Belleza.
(También del otro lado -del lado apocalíptico, digamos- uno puede caer en eso, se me ocurre ahora. Distinto enfoque pero parecido pecado. Pero eso quedará para otro día).

# | hernan | 9-febrero-2005

Cuaresma

Miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma [*].

Del libro de Joel, que se lee hoy:
Ahora —oráculo del Señor— convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto.
Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor, Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas.
Quizá se arrepienta y nos deje todavía su bendición, la ofrenda, la libación para el Señor, vuestro Dios.

Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión. Congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos. Congregad a muchachos y niños de pecho.

Salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo.

Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan:
-«Perdona, Señor, a tu pueblo; no entregues tu heredad al oprobio, no la dominen los gentiles; no se diga entre las naciones: ¿Dónde está su Dios?»

El Señor tenga celos por su tierra, y perdone a su pueblo.

Joel 2, 12-18


[* … que no es exactamente «el tradicional período de reflexión espiritual del Papa antes de la Semana Santa, que termina con la Pascua», LN dixit]
# | hernan | 9-febrero-2005

Cubiertos para copetín… o muerte

A continuación, un pequeño recuerdo de infancia, sumamente insulso y trivial; empeorado al final por una especie de moraleja o reflexión traída de los pelos.
Queda el lector advertido.

Yo tendría diez u once años. … Seguir leyendo
# | hernan | 8-febrero-2005

Panes y tortas

Me quedé pensando sobre esto, el origen de la expresión «Let them eat cake» (falsamente atribuida a María Antonieta, acabo de enterarme):
At the time, French law required bakers to sell fancy breads at the same low price as the plain breads if they ran out of the latter. The goal was to prevent bakers from making very little cheap bread and then profiting off the fancy, expensive bread. Whoever really said «Let them eat brioche [cake]» may have meant that the bakery laws should be enforced so the poor could eat the fancy bread if there wasn’t enough plain bread to go around.
Lo que me estaba preguntando es si esta expresión se corresponde con nuestro dicho «A falta de pan, buenas son tortas». Aunque el sentido parece diferente (En realidad, nunca estuve seguro de entender el sentido de nuestro dicho)..
Busco y no encuentro nada en la web… pero sí un post de Usenet que, muy a la pasada, identifica ambos dichos. No parece muy concluyente.
Tal vez algún lector sabrá iluminarme.

Actualizado: Agustín me dice: Creo que las «tortas» del dicho no son los pasteles dulces ( como las «tortas de cumpleaños») que seguramente todos preferimos al pan, sino las «tortillas» de campo, duras y saladas, a las cuales siempre son preferibles los panes , cuando estan frescos.
Esto tornaría el dicho más entendible, para mí; pero entonces no parece tener nada que ver con el dicho inglés.
# | hernan | 8-febrero-2005

María, icono -y modelo

Tom de Disputations objeta cierta manera (muy extendida, lamentablemente) de presentar la figura de la Virgen María a los fieles católicos, como -en primer y acaso único término- un modelo de virtudes (humildad, obediencia, etc) a seguir. Es decir, se concentra (se desvía?) la devoción hacia una utilidad de tipo moral, y se olvida el sentido eminentemente místico que ocupa la Virgen en la vida de la Iglesia y en la historia de la salvación.
Cualquiera que conozca el nivel promedio de los sermones de las misas (bah… de las misas) de por acá, sabrá de qué estamos hablando. («¿Qué nos dice a nosotros, aquí y ahora, en nuestra ‘realidad concreta de todos los días’ la figura de María? ¿Qué me enseña a mí, en mi ‘vida cotidiana’?… bla bla bla… disponibilidad… bla bla bla…servicio … bla bla bla… humildad … bla bla bla» ).

Dice Tom (resumo algo; ver también los comentarios) :
Si sólo se trata de eso, si la vida de María es meramente ejemplificadora, se siguen dos cosas.
Primero, que la mariología de la Iglesia es una extravagancia y un disparate: ¿qué utilidad ejemplificadora puede aportarme a mí saber de su Inmaculada Concepción ? ¿qué me aporta -más que confusión respecto de la resurreción general- el dogma de la Asunción?
Segundo: ¿entonces qué ? Si de ejemplos de vida se trata, sabemos muy poco de la vida de María; y aun cuando supongamos que ella hizo las cosas mejor que nadie, igual hay muchísimos santos que hicieron las cosas mejor que yo, y cuyas vidas son mejor conocidas, y de las cuales tengo (y siempre tendré) suficiente para aprender. Entonces, si nos ponemos en prácticos : ¿por qué darle tanta importancia a María?

Pero, claro está, lo esencial respecto de María no es saber qué hizo o qué hace, sino qué es; y qué es, es un misterio [*]… Si no llegamos a ver en María más que el primer -y el mejor- ejemplo de vida cristiana, no la podremos ver como parte de la revelación de Dios; algo no solamente «bueno» , sino «verdadero» y «bello»; y desde ya, y por sí sola, un objeto de contemplación para todos los cristianos,
Agrego que todo esto, si no está en mucha sintonía con lo que se escucha en las parroquias de por acá, sí lo está con el Catecismo, en los dos lugares donde se trata de la Virgen María.
… la maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el consentimiento que dio fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la realización plena y definitiva de todos los escogidos. En efecto, con su asunción a los cielos, no abandonó su misión salvadora, sino que continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna… Por eso la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora.

….la Madre de Jesús, glorificada ya en los cielos en cuerpo y alma, es la imagen y comienzo de la Iglesia que llegará a su plenitud en el siglo futuro. También en este mundo, hasta que llegue el día del Señor, brilla ante el Pueblo de Dios en Marcha, como señal de esperanza cierta y de consuelo.
# | hernan | 7-febrero-2005

El integrismo según Maritain

Integrista. Conservador. Tradicionalista. Derechista. Ortodoxo. Son términos (muchas veces agravados por el prefijo «ultra» en nuestros medios) que no son sinónimos, pero que suelen andar cerca. Correlacionados, diríamos, en lenguaje estadístico…
En «El paisano del Garona» (o «El campesino del Garona», según traducción), uno de sus últimos libros, escrito en los ’60 al cierre del Concilio Vaticano II, Maritain [*] -más bien de izquierda, por temperamento, como él mismo se califica- se explaya sobre los unos y los otros, en el contexto del catolicismo contemporáneo.
De ahí, copio abajo un fragmento en el que caracteriza el «integrismo», y sus culpas respecto de los excesos provenientes del otro lado… Pinta bastante bien, a mi ver, eso que yo a veces llamo (pedante y arbitrariamente) el «pathos lefevbrista» -la derecha católica, como se suele dar en nuestro ambiente hispano…
El integrismo es un abuso de confianza cometido en nombre de la verdad. […] En las fórmulas que congela, el integrismo ve y quiere unos medios humanos de seguridad, ya sea para la comodidad de los intelectos a los que lo establecido sobre bases fijas tranquiliza, dándoles a poca costa una buena ración de fidelidad, de coherencia interior y de firmeza, ya para la protección igualmente barata que esas fórmulas congeladas ofrecen a personas constituidas en autoridad y que se ahorran todo riesgo, blandiéndolas, prudentemente en lo tocante a ellos y rudamente con respecto a los demás, o ya sea por las facilidades de gobierno que procuran como instrumentos de prohibición, de amenaza más o menos oculta y de intimidación.
En definitiva, la primacía pasa así a la seguridad humana y a la necesidad de sentirse uno mismo garantizado psicológicamente y socialmente, gracias a los diversos sistemas de protección requeridos por esa primacía de la seguridad, el principal de los cuales consiste en un vigilante ardor para denunciar todo aquello que pudiese turbarla […]
…a menudo está ligado a una filosofía política y social que, dominada, también ella, por una necesidad secreta de seguridad ante todo, y esta vez no ya frente al movimiento de las ideas, sino frente al movimiento de la historia […] quiere la fuerza y el autoritarismo brutal, sobre todo cuando vienen de un poder usurpado, desprecia al pueblo y la libertad, y, a pesar de las apariencias a veces demagógicas, sirve de refuerzo a los intereses de los poderosos…
Interesante, a mi ver, no sólo para pensarlo en su aplicación a la derecha católica de hispanoamérica, sino también al conservadurismo (político) del catolicismo de EEUU, muy diferente del nuestro. La verdad es que, admirando com admiro la vitalidad del catolicismo yanqui (muchos blogs, Peter Kreeft y un largo etcétera), y execrando como execro el progresismo laicista que tienen enfrente, no deja de incomodarme bastante la profesión de conservadurismo -y de filocapitalismo- que hacen muchos de esos católicos. Pero, bueno, este es otro tema.

Sigue abajo la larga cita de Maritain, en su contexto.
A modo de curiosidad: él mismo, cerca del final, menciona haber sufrido «acusaciones y denuncias integristas»; si no me equivoco, buena parte de esos ataques provenían de estos pagos: el Padre Meinvielle [*], sobre todo.

[* Cito los nombres de Maritain y de Meinvielle, en un blog destinado a lectores que no tienen por qué conocerlos… Estaba pensando que acaso debería armarme una especie de mini-enciclopedia o glosario … ¿no? Veremos…]

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# | hernan | 6-febrero-2005

Traditore

Alioscha, el personaje de Dostoyevsky, en el famoso diálogo con Iván (Los hermanos Karamazov, V, 4), termina afirmando que, si los hombres «no tenemos derecho a perdonar» (en el sentido en que a lo sumo podemos perdonar las ofensas que se nos han hecho a nosotros, pero no podemos borrar el mal hecho a otros, el mal hecho al universo), hay Alguien que sí puede:
Él puede perdonarlo todo y puede perdonar a todos, pues ha vertido su sangre inocente por todos y para todos.
Está bien. Muy bien.
Ahora… tome usted el texto del escritor ruso del siglo XIX, páselo a un intelectual europeo del siglo XXI, tradúzcalo, edítelo y publíquelo en la sección «Opinión» de un diario argentino, y lo encontrará transformado en esto:
En Los hermanos Karamazov , en una conversación sobre un general que intencionalmente había azuzado a unos perros para que despedazaran a un niño, Iván le pregunta a Alioscia si Dios puede perdonar una crueldad semejante.
«No -responde con pesadumbre Alioscia-, no puede.»
# | hernan | 5-febrero-2005

Génesis y mito

A propósito del Génesis (y el mito), una audiencia del Papa, sobre el relato bíblico de la creación del hombre, con notas al pie que -curiosamente- referencian a Jung, a Eliade y citan a P. Ricoeur.
Un ejemplo de que hoy la Iglesia no tiene problemas en usar la palabra «mito» para referirse al relato del Génesis, a pesar del sentido brutal y negativo que tiene la palabra en el uso periodístico-vulgar de hoy (como mera falsedad).
No está mal.

Y tampoco viene mal recordar esta carta de Tolkien.
# | hernan | 3-febrero-2005

Los revitalizadores que andábamos necesitando

«Jornadas de verano 2005: Revitalizar al Pueblo católico».

Así reza (es un decir) el folleto que encontré hoy en el alféizar de una ventana, en la iglesia del barrio. Ocho sesiones, dos días, $50 ($35 si te anotás ya!) , con un «certificado de asistencia que puede ser de gran utilidad si se inscribe en cursos o seminarios o si el responsable de su comunidad requiere de usted formación permanente» .

El folleto incluye un breve resumen de la temática de cada charla (a cargo de sacerdotes y hermanas, cada cual con su trayectoria). En realidad, cuando vamos a leerlo, encontramos que cada expositor no dice de qué va a hablar, sino que nos explica qué necesita el pueblo de Dios. Ellos, evidentemente, saben qué nos hace falta. Todos usan la expresión «se necesita» o alguna similar. ¿Y qué se necesita para revitalizar al Pueblo de Dios? Siguiendo el orden de exposición de los revitalizadores:

1. … «los cristianos tienen necesidades religiosas. [sic] La Iglesia debe … revitalizar la asamblea dominical [la palabra «Misa» parece repugnar a todos los revitalizadores] en cuanto expresión de la fe en Jesucristo … «
2. «El pueblo de Dios … necesita recuperar su dignidad de bautizado, su voz en la asamblea de los fieles, el gusto por la Palabra de Dios, la interacción entre hermanos, el sentido de pertenencia comunitaria y el entusiasmo por las reuniones vitales« [sic].
3. «Los ministros ordenados [en la frase siguiente repite la expresión; la palabra «sacerdote» también parece desvitalizadora] están llamados a animar el misterio del Pueblo de Dios en la historia».
4.» …. celebración ritual … espacios y acciones y cosas rituales … celebrar con vitalidad….. participación fructuosa, activa y conciente … zzzzz …»
5. «… los lectores, los cantores y los predicadores [en ese orden, supongo] necesitan un nuevo impulso del Espíritu Santo para lograr la adhesión al Evangelio [bueno… yo haré lo que pueda, pero uds. al menos traten de empujar para el mismo lado.. diría yo en lugar del Espíritu Santo, con perdón]
6. «El Pueblo católico [agárrense] … necesita de …. [agárrense!] … los «saludadores» quienes reciben y hacen real el llamado de los Obispos argentinos a una Iglesia cordial» [aaaaghhh nooo]…. «Esto no es obstáculo para la reverencia» [si ud. lo dice … yo estaría más convencido si alguno de estos revitalizadores, entre el montón de necesidades hubiera mencionado a la reverencia; parece que no, de eso estamos sobrados].
7. «La gente ama la música, los jóvenes viven con la música» [lo segundo tiene mucha verdad, lo primero muy poco; parecido puede decirse de la televisión o el sexo o… ] «¿qué pasa en nuestras comunidades?» [más o menos lo mismo que en el mundo, supongo] «La gente reclama que salgamos de la monotonía, porque es la muerte de la liturgia». [lo mismo le reclamaban las gentes a Gregorio, seguro]
8. «… la Plegaria Eucarística, hacerla interactiva, como la de la Misa con niños. [única mención de la palabra «Misa»; para poner a las misas infantiles como modelo a seguir]

Bueno. Yo no sé «qué necesitamos» los católicos. Yo no sé qué es lo que anda mal.
Pero no es la primera vez que se me ocurre que el gran problema es la gente que cree saber dónde esta el problema.

Si eso es verdad, me dirá alguno, entonces vos -con lo que acabás de decir, con este post y con este blog, sos parte del problema.
No me extrañaría nada, le diré.
# | hernan | 3-febrero-2005

Santidad exclusiva

Sospechaba que la referencia a un mártir musulmán iba a despertar perplejidades y hasta indignaciones en algunos lectores. Sospechas realizadas.
Sobre todo: un lector español me aclara, muy campanudamente, que el Islam tiene un solo programa: exterminar a los infieles (la Iglesia, concretamente); que para verlo basta con leer el Corán y «desprenderse de prejuicios ecumenoides» [sic] (consejo que habría que dar com mayor urgencia a otros cristianos descaminados, supongo).
Y además, afirma mi lector: «Hablar de un santo no cristiano es una contradicción en los términos «.

¿Sí?
# | hernan | 3-febrero-2005

La eucatástrofe olvidada

He citado hace tiempo algún fragmento del ensayo «Sobre los cuentos de hadas» de Tolkien. Otros fragmentos:
… el valor «consolador» de los cuentos de hadas ofrece otra faceta, además de la satisfacción imaginativa de viejos anhelos. Mucho más importante es el Consuelo del Final Feliz. Casi me atrevería a asegurar que así debe terminar todo cuento de hadas que se precie. Sí aseguraría cuando menos que la Tragedia es la auténtica forma del Teatro, su misión más elevada; pero lo opuesto es también cierto del cuento de hadas. Ya que no tenemos una palabra que denote esta oposición, la denominaré Eucatástrofe. La eucatástrofe es la verdadera manifestación del cuento de hadas y su más elevada misión.
[…]
… Lo que caracteriza a un buen cuento de hadas, a los mejores y más completos, es que por muy insensato que sea el argumento, por muy fantásticas y terribles que sean sus aventuras, en el momento del clímax puede hacerle contener la respiración al lector, niño o adulto, puede acelerar y encogerle el corazón y colocarlo casi —o sin casi— al borde de las lágrimas.
En el epílogo del ensayo (que vale la pena leer completo) Tolkien relaciona «… este «gozo» que yo he elegido como carácter o sello del auténtico cuento de hadas…» con la Buena Noticia: el Evangelio de cristianismo.
… El nacimiento de Cristo es la eucatástrofe de la historia del Hombre. La Resurrección es la eucatástrofe de la historia de la Encarnación. Una historia que comienza y finaliza en gozo. Posee de manera preeminente la «consistencia intema de la realidad».
Nunca los hombres han deseado más comprobar que el contenido de una historia resulta cierto, ni hay relato alguno que por sus propios merecimientos tantos escépticos hayan dado por verdadero. Porque su Arte ofrece la índole suprema y convincente del Arte Primario, es decir, de la Creación. Rechazarlo sólo conduce a la tristeza o a la ira.

No es difícil imaginar la singular emoción y el júbilo que llegaríamos a experimentar si descubriésemos que algunos de los más bellos cuentos de hadas son «primariamente» verdaderos, que su contenido es histórico, sin que tengan por ello que perder la significación mítica y alegórica que poseen. Y no resulta difícil porque a nadie se le pide que intente concebir algo cuyas cualidades se desconocen.
[…] La alegría cristiana, la Gloria, es del mismo tipo; pero elevada y gozosa de modo preeminente, que sería infinito ni nuestra capacidad no fuera limitada. Claro que ésta es una historia excelsa. Y cierta. El arte se ha autentificado. Dios es el Señor, de los ángeles y de los hombres… y de los elfos. La Leyenda y la Historia se han encontrado y fusionado.
[…] El Evangelio no ha desterrado las leyendas; las ha santificado, en particular el «final feliz». El Cristianismo ha de seguir trabajando, en cuerpo y alma, ha de seguir sufriendo, esperando y muriendo. Pero ahora puede comprender que todas sus inclinaciones y facultades tienen una finalidad: la de ser redimidas. Se lo ha tratado con tanta munificencia que quizás ahora se atreva a pensar con cierta razón que en Fantasía podrá asistir realmente a la floración y multiplicación de la Creación.
Quizá todos los cuentos se tornen reales; mas con todo, una vez redimidos, se parecerán tanto y al mismo tiempo tan poco a las formas con que salen de nuestras manos como el Hombre, una vez salvado, a la criatura caída que ahora conocemos.
Nos complace y nos entusiasma (a los cristianos; bueno, a algunos) descubrir que Tolkien escribió esto. Tal vez nos complace demasiado. Porque —lamentablemente y casi inevitablemente— también nos tienta citarlo, con la firma del famoso autor al pie… algo del proselitismo partidario que quiere aprovechar el prestigio o la fama de algún prosélito para atraer a las multitudes (o al menos sentirse fortalecido por un prestigio ajeno). Una bandera, algo para exhibir…

No seré yo ajeno a esas miserias, desde ya. Pero venía pensando recién en eso de la eucatástrofe en clave más crítica (autocrítica, si quieren).
Lo que me preguntaba es: ¿realmente sentimos los cristianos ese gozo? ¿nos esforzamos para verlo así? ¿Vemos los cristianos al evangelio, a Cristo (el que fue, el que es y el que será) como un cuento de hadas con un final feliz, que nos encoge el corazón al punto de hacernos llorar?

A mí me parece que los de afuera, mirándonos a los de adentro (tanto a los tibios que van penosa y rutinariamente a misa de domingo como a los ardorosos militantes de misa diaria), tendrían buenos motivos para dudarlo.

Y más: ¿Creemos realmente que ese final feliz dará sentido (y ya lo ha dado) y justificará (ya lo ha justificado) la trama de todo el cuento… o más bien tendemos a creer que el nudo del cuento es una cadena insoportable de miserias, que algún día (por fin!) terminará con un final feliz, a modo de desquite ?
¿Nos sentimos impulsados a aplaudir (ya) toda la obra, como las estrellas y los ángeles ya aplaudieron la obertura [Job 38:7]?
¿Creemos -y damos testimonio de- que rechazar el Evangelio «conduce a la tristeza o a la ira»… o más bien lo contrario?
# | hernan | 2-febrero-2005