Me preguntan —no es la primera vez— quién es este Leon Bloy, y cuáles
de sus libros recomendaría.
Lo primero lo responderé pronto en otro post;
una especie de «vida y obra» que andaba debiendo.
Algo hay
acá
y
acá.
Antes de responder a lo segundo, dos palabras para
situar su obra acá y ahora; y su relación conmigo.
Para decirlo rápido: casi nadie lee a Leon Bloy hoy
en día. Como casi nadie lo leía en su tiempo.
En español, sólo se lo editó en forma medianamente
completa en los ’40, en Argentina (editorial Mundo Moderno).
Fuera de eso, sólo hay algunas ediciones sueltas (y no de lo mejor).
En el mundo literario, es medianamente conocido, sin embargo.
En parte hay una admiración meramente formal, hacia su estilo
brilante y fogoso como pocos. A otros fascina -como espectáculo
exótico y quizás algo cómico- su exaltación de católico
despreciador del mundo, su mística grandilocuente.
Y hay admiraciones selectas cruzadas:
Bloy fue el descubridor del conde de Lautremont, y defendió
a Baudelaire, a Verlaine… y a su vez fue leído por Rubén Darío,
y -sobre todo, y extrañamente- por Borges. Gracias a este
último muchos lo conocen de nombre (como lo conocí yo).
Y finalmente, algunos pocos notables del mundo católico lo han apreciado
(Bernanos, Fumet … el mismo Maritain).
En fin, en el mundo de los conocedores, Bloy no ha envejecido nada
mal. Pero entre el gran público, sigue tan desconocido como en vida.
Hay que decir que su obra más «editable» no es la más
recomendable ni representativa:
sus cuentos son flojos, sus novelas de una exaltación
barroca casi insoportable. Lo más interesante son sus
diarios, sus cartas y sus ensayos; pero esto no suele
interesar al público. Y aunque interesara… yo no me animaría
a recomendar casi nada.
Y con esto respondo a la segunda pregunta: si me apuran, no
recomiendo nada.
Yo quiero mucho a Leon Bloy,
tengo una relación profunda, de mis tiempos
de «conversión», y que -extrañamente-
no se ha entibiado con los años. Pero eso es todo lo que puedo decir… casi.
Resumo mi apreciación, y mis (des)recomendaciones
sobre su obra:
– Diarios (Ocho tomos, cada cual con su título:
desde «El mendigo ingrato» a «La puerta de los humildes»). Lo mejor,
a mi ver. No quiero
tratar de estimar cuántas veces los habré releído…
Me dicen que en España se ha editado hace poco una
selección. Pero es una selección (y casi no hay gente
que guste de leer diarios personales).
Un dato curioso: cada cuatro años, el mismo Bloy publicaba
los tomos del diario (salvo el último)… ganándose nuevos
enemigos cada vez.
– Libros-ensayo: Un poco delirantes, la mayoría; y muy
desparejos. Pero interesantes, y bastante representativos.
Citemos algunos: «El alma de Napoleón», «La salvación
por los judíos», «La sangre del pobre», «En tinieblas»…
– Novelas y cuentos: «El desesperado» y «La mujer pobre» son bastante
conocidos, algunos los ponen (sobre todo el segundo) como sus
mejores obras. Para mí son sendos bodrios (sobre todo el segundo).
Muy desparejos, con páginas insoportables,
trama y personajes ridículos. Y sin embargo, muchos textos
brillantes. En cuanto a los cuentos («Cuentos descorteses», «Cuentos
de guerra») son francamente flojos, y -lo peor- no son representativos.
– Cartas (a su novia, a «Verónica», a Maritain…)
Como los diarios, buenos para conocer a Bloy, en sus
varias caras. No mucho más.
– Otros: «La exégesis de lugares comunes», no está bien
logrado, algunos pocos lugares felices.
Sobre Leon Bloy está muy bien el libro de Stanislas Fumet
«La misión de Leon Bloy» … inconseguible. La pequeña
biografía de Pujol en sus «Siete escritores conversos»
está bastante bien. El mini ensayo de Borges es un
desastre.
En fin, recomendar, lo que se dice recomendar… casi diría que Bloy sale mejor parado en las selecciones que yo cito en este blog, que en sus propios libros.
En todo caso, creo que no es mala manera de darlo a conocer.