Archivo por meses: septiembre 2004

Jerónimo

Hoy es la fiesta de San Jerónimo (siglo IV).
Famoso por muchas cosas —su traducción de las Escrituras al latín, su ascetismo, su dirección espiritual… su mal genio—.
No sé muy bien por qué me cae bien… tal vez por eso último; en algunos casos el ganarse tantos enemigos es buen indicio.
El caso es que sobre él siempre recuerdo (lo que contaba Castellani, creo; no sé con cuánta veracidad) de las protestas que despertó en su momento, cuando quiso depurar las traducciones bíblicas para hacerlas más fieles a los originales. Para muchos cristianos de su tiempo, esas correcciones tenían olor a herejía: alterar las viejas versiones infieles, cuasi canonizadas ya -a sus ojos- por el uso litúrgico, les parecía un atrevimiento sacrílego.
Mucho después -nada nuevo bajo el sol- otros cristianos de esos con pasiones tradicionalistas reaccionarían parecidamente, al ir perdiendo la Vulgata su caracter cuasi oficial dentro de la Iglesia (el mismo Leon Bloy, por ejemplo).
En fin, la imagen de esos «burritos con dos pies» (como los llamaba Jerónimo) protestando contra la verdad en nombre de la tradición, junto con otros de ese estilo (tantos rigoristas al estilo Tertuliano), la tengo siempre presente, como una especie de advertencia que me hago a cierta parte de mi alma.

Por cierto, Jerónimo no sólo se ganó la inquina de tradicionalistas clericales: también, y sobre todo, de progresistas mundanos; que se enfurecían con sus sermones ascéticos … tan deprimentes y sin embargo (maldición!) tan seductores para muchas mujeres de la sociedad romana…
«En el desierto salvaje y árido, quemado por un sol tan despiadado y abrasador que asusta hasta a los que han vivido allá toda la vida, mi imaginación hacía que me pareciera estar en medio de las fiestas mundanas de Roma.

En aquel destierro al que por temor al infierno yo me condené voluntariamente, sin más compañía que los escorpiones y las bestias salvajes, muchas veces me imaginaba estar en los bailes de Roma contemplando a las bailarinas. Mi rostro estaba pálido por tanto ayunar, y sin embargo los malos deseos me atormentaban noche y día. Mi alimentación era miserable y desabrida, y cualquier alimento cocinado me habría parecido un manjar exquisito, y no obstante las tentaciones de la carne me seguían atormentando.
Tenía el cuerpo frío por tanto aguantar hambre y sed, mi carne estaba seca y la piel casi se me pegaba a los huesos, pasaba las noches orando y haciendo penitencia y muchas veces estuve orando desde el anochecer hasta el amanecer, y aunque todo esto hacía, las pasiones seguían atacándome sin cesar.

Hasta que al fin, sintiéndome impotente ante tan grandes enemigos, me arrodillé llorando ante Jesús crucificado, bañé con mis lágrimas sus pies clavados, y le supliqué que tuviera compasión de mí, y ayudándome el Señor con su poder y misericordia, pude resultar vencedor de tan espantosos ataques de los enemigos del alma.
Y yo me pregunto: si esto sucedió a uno que estaba totalmente dedicado a la oración y a la penitencia, ¿qué no les sucederá a quienes viven dedicados a comer, beber, bailar y darle a su carne todos los gustos sensuales que pide?».
… Seguir leyendo

Bibliofilias

Leyendo estos días:
  • La fuerza de su mirada , de Tim Powers
  • Escrito en España, de Dionisio Ridruejo
  • Pasajero para Francfort, de Agatha Christie

    Y en los últimos tiempos he estado leyendo, releyendo o picoteando: «Escritos corsarios» , de P. P. Pasolini; «Viaje al centro de la tierra» y «En el país de las pieles» de Julio Verne, «The violent bear it away» y varios cuentos de Flannery O’Connor, «Pues vaya!» (y «Stiff upper Lip, Jeeves«, y….) de P. G. Wodehouse, «Naturaleza, Historia y Dios«, de X. Zubiri, «La sombra del torturador» de Gene Wolfe, «El conocimiento sobrenatural«, de Simone Weil.
    Me están esperando «La ciudad de la alegría» de Dominique Lapierre, «Unnatural death» y «Gaudy night» de Dorothy Sayers, y los tomos 2 y 3 de la memorias del Gral. Paz.

    Anoto esto a modo de foto personal, para fijar el tiempo en mi memoria, y para hacerme acordar de comentar sobre lo leído y empujarme a leer lo pendiente; y algo de vanidad, supongo, sí.
  • El opio más popular

    Bush es el opio del pueblo.

    (O para decirlo con más claridad y menos impacto: repudiar a Bush -insultarlo, burlarse, odiarlo- es la forma de escapismo más difundida en la masa argentino de estos tiempos).
    O reemplacen a Bush por el capitalismo, si quieren.
    En algunos casos, la Iglesia…

    Y vea ud. por dónde me percato de que, dando una vuelta de tuerca, la frase original («la religión es el opio del pueblo») puede llegar a ser más verdadera y más actual de lo que creía.
    Y es claro… el opio -el escapismo, la alienación- puede venir tanto por el amor como por el odio (basta con el afecto sea intenso e imaginario: como decían en otros tiempos, «afecto desordenado»).

    Pena sabrosa

    Santa Teresa -en las «sextas moradas«- evocando su transverberación:
    …muchas veces estando la misma persona descuidada y sin tener la memoria en Dios, Su Majestad la despierta, a manera de una cometa que pasa de presto, o un trueno, aunque no se oye ruido; mas entiende muy bien el alma que fue llamada de Dios, y tan entendido, que algunas veces, en especial a los principios, la hace estremecer y aun quejar, sin ser cosa que le duele.
    Siente ser herida sabrosísimamente, mas no atina cómo ni quién la hirió; mas bien conoce ser cosa preciosa y jamás querría ser sana de aquella herida.

    Quéjase con palabras de amor, aun exteriores, sin poder hacer otra cosa, a su Esposo; porque entiende que está presente, mas no se quiere manifestar de manera que deje gozarse.
    Y es harta pena, aunque sabrosa y dulce; y aunque quiera no tenerla, no puede; mas esto no querría jamás: mucho más le satisface que el embebecimiento sabroso que carece de pena, de la oración de quietud.

    Deshaciéndome estoy, hermanas, por daros a entender esta operación de amor, y no sé cómo. Porque parece cosa contraria dar a entender el Amado claramente que está con el alma, y parecer que la llama con una seña tan cierta que no se puede dudar y un silbo tan penetrativo para entenderle el alma que no le puede dejar de oír; porque no parece sino que en hablando el Esposo, que está en la séptima morada, (por esta manera que no es habla formada), toda la gente que está en las otras no se osan bullir, ni sentidos, ni imaginación, ni potencias…

    Bloopers

    Algunos liturgical bloopers (en inglés).
    Yo he asistido a unas cuantas misas, pero no recuerdo gran cosa. Bueno, sí… recuerdo una misa dominical, una mujer leía la segunda lectura bíblica: alguna carta de San Pablo. Yo no estaba en mis momentos de mayor atención, confieso … (por no decir que estaba en Babia). Pero, cuando tras pasar de página la mujer empezó a mentar a Adán y la serpiente… empecé a prestar algo de atención. Bueno. por un momento supuse que se trataba de San Pablo referiéndose a algún pasaje del Génesis… pero no. Era el Génesis, evidentemente; con toda la historia de la tentación de Adán y Eva. Y terminó la lectura… y de San Pablo no hubo más noticias.
    La mujer (no Eva; la lectora, digo) al pasar de página se había salteado una.
    Nadie -ni el celebrante- se dio por enterado. Esperemos, al menos, que se hayan enterado. … Seguir leyendo

    La barca (2)

    Grace me acerca unos datos sobre aquello de iglesia=barca.
    Para empezar, parece que no es del todo cierto que en griego «templo» (=naos) sea igual a «nave», pues según el diccionario ésta es «naus». Aunque, me dice, el genitivo puede ser naós, lo cual sería sólo una homonimia casual, las raíces son distintas, supongo… ¿Algún lector que sepa griego ?

    Y me copia algunas referencias interesantes del Diccionario de Símbolos de Cirlot.

      (Actualizado): Diego me acerca varios links. Parece que, efectivamente, las palabras no tienen una raíz común.
    … Seguir leyendo

    Los celulares

    Dice la noticia que algunas parroquias mexicanas, desesperando ya de lograr que los feligreses apaguen los teléfonos celulares, han puesto en la iglesia un dispositivo que bloquea la señal, con lo cual nadie puede recibir un llamado durante la misa.
    Yo puedo leer con algo de simpatía esta noticia, odiando como el que más el sonido de los celulares en la iglesia. Pero … hasta por ahí nomás. No digo que la medida esté mal, entiendo el problema, y, según las circunstancias, puede ser lo indicado. Pero en todo caso, no es para festejar demasiado.
    Porque esto, más que una victoria, es una confesión de derrota. En cierta manera, es tirar la basura debajo de la alfombra. Porque de lo que se trata (o se trataba) era de pelear contra la irrespetuosidad, la falta de sentido de lo sacro, la incapacidad de los hombres de la ciudad para desconectarse del mundo y dedicarle unos minutos a Dios. Con esto, la lucha se termina; nos resignamos, y nos conformamos con evitar la molestia para el resto.

    (No es un tema exclusivamente religioso. Hay muchos otros ejemplos. Esas rejas bajas con pinches que se colocan en bancos y rebordes de ventanas y otros sitios de la ciudad, para que la gente no se siente. Las rejas que se colocan alrededor de los monumentos. Los «reducidores de velocidad» en las calle de pueblo. Y hasta el pueblo que llama al tirano extranjero para liberarse del tirano propio).

    Mala señal: tenemos que usar la tecnología para luchar contra la tecnología; renunciamos a educar y a educarnos (beneficio en primer lugar interior, y en segundo exterior, social). Entre el tipo que entraba a misa sin apagar el celular (y que, peor, cuando sonaba no lo apagaba, sino que atendía) y se ligaba poca o mucha reprobación de la gente; y el que entra igualmente despreocupado, y no molesta… porque el celular ha sido bloqueado… ¿quién tiene más posibilidades de progresar en su sensibilidad social y religiosa? El primero, yo diría. Con el segundo… tiramos la toalla.

    Porque la reverencia es antes que nada algo interior… ¿no? Si no es así… podríamos traer inventos igualmente efectivos para aumentar la devoción de los feligreses. Por ejemplo.. a ver… ¿vieron que cuando la gente va a comulgar casi nadie hace algún tipo de reverencia (inclinación de cabeza), como debería ser ? Bueno, acá traigo la solución: el «Reverenciador«. Esta maravilla de la tecnología, consiste en una barrera que se adapta -por un sistema de óptica laser- a la altura de la frente del comulgante: de esa manera, el cristiano se ve obligado a agachar la cabeza para pasar por debajo. Con lo cual su parroquia será la más reverente y devota de toda la ciudad.

    En fin. Si yo no estoy muy entusiasmado con estos adminículos que la tecnología nos regala, los comentaristas católicos de aciprensa, sí (les juro: leer esos comentarios me dejan mucho más preocupado sobre el presente de la Iglesia que los panfletos de Pagina 12, las marchas del orgullo gay, el Codigo Da Vinci y la editorial San Pablo juntos) : «… magnífica idea. Nuevamente el Espíritu Santo ilumina al Hombre… » … «no me cabe duda ha sido por inspiración Divina » … «El Señor los siga Bendiciendo con esta clase de INVENTOS«.
    Yo, por principio (o por inclinación natural, o por falta de fe, vaya uno a saber) soy muy reacio a decir que tal o cual cosa «es inspiración del Espíritu Santo» o «es designio de Dios»… No me animaría a decirlo ni de la obra de la Madre Teresa de Calcuta, ni tal o cual Concilio, ni de casi nada. Me parece un poco …atrevido. Ahora… decirlo de un aparato que bloquea teléfonos celulares en la iglesia… me parece…. eh… me parece… que este post está quedando demasiado largo.

    Buscando

    Puse por fin un buscador de palabras en el blog. Funciona (funciona?) metiendo una palabra en el cuadrito de texto, en la barra derecha. Un poco rudimentario… pero es lo que hay. Cualquier problemita o sugerencia, háganmelo saber.

    Cerebro fugado

    Siempre tuve a Mafalda por una buena historieta, y a Quino por un tipo bastaste mediocre (con más resentimiento que humor, y con todos los prejuicios y tonterías del típico progresista argentino). Así que fui a ver esta nota con algo de pesimismo.
    Me quedé corto:
    —¿La Biblia sigue siendo su principal fuente de inspiración?
    —¡Claro, la Biblia tiene historias fantásticas y un gran poder de síntesis! Crear el mundo en siete días, ¡eso es poder de síntesis!

    —…Con la religión por lo general la gente se pone más violenta, es más intolerante.
    —¿Y les responde?
    —Mmmm… si ponen un teléfono a veces los llamo, y se sorprenden. Ahora, si ya veo que son muy fanáticos, no contesto nada. Incluso algunas veces las críticas me sirven para aprender: una vez por ejemplo hice una página con Adán y Eva, la manzana y el sexo, y me escribió un testigo de Jehová, en muy buenos términos, diciéndome que «cómo un tipo, como usted, que se preocupa por estos temas, no se ha dado cuenta de que la manzana con el sexo no tienen nada que ver, y usted sigue repitiendo el mismo error. Lea tal versículo tal y tal…». Y tenía razón el tipo, y ya me cagó para siempre el tema de la manzana y el sexo. Entonces entendí por qué la Iglesia siempre tuvo lío con los librepensadores, y con Galileo, porque claro, la manzana es el conocimiento, no es el sexo. Pero la Iglesia ha dado vuelta la cosa.
    Bueno… me dan ganas de explicarle algunas cosas. Pero
    1. Un testigo de Jehová puede enseñarle algo; un católico… difícil. Seguramente él vería en seguida que soy un fanático.
    2. Yo me sentiría un poco ridículo tratando de sacar de la adolescencia a un tipo que pasó los 70.
    3. Correría el riesgo de ‘cagarle el tema’ anticlerical, y me daría pena; dejémosle algún tema, a ver si un día se le ocurre un chiste que haga reír a alguien.

    Quédese pues disfrutando de su saber de hombre moderno: La Iglesia es la enemiga del pensamiento, sí (bueno, en realidad, también el judaísmo, si vamos a ser coherentes…). Según la Biblia, el pecado de Adán fue querer pensar por su cuenta; eso enseñaban los sacerdotes antiguos, para tener el monopolio del pensamiento. Cuando este dogma se tornó inviable y escandaloso a las mentes liberadas por la ilustración, cuando los curas vieron que ya no podían amordazar a los discípulos de San Galileo Mártir, cambiaron de táctica y empezaron a decir que el pecado de Adán era sexual [*] (quiso acostarse con Eva sin haber tramitado el casamiento por Iglesia: el degenerado no tuvo la paciencia de esperar que Dios creara un cura para casarlos). Así, ya que no podían reprimir a los pensadores (de los cuales Quino es digno heredero), reprimieron la sexualidad. En fin: la Iglesia católica es un asco.
    Que es lo que queríamos demostrar.

    [* Es verdad que si uno se pone a buscar en todos los escritos cristianos de estos veinte siglos, en todos los doctores, teólogos, santos, concilios, catecismos … no encontrará a nadie que enseñe que el pecado de Adán fue de índole sexual. Pero eso es parte de los métodos conspirativos de la Iglesia, que esconde y altera documentos a su antojo. Pregúntele a Dan Brown, si no…]

    La barca

    Una anotación, sin desarrollar, del diario de Mircea Eliade(enero 1955).
    El templo griego se llama naos —barca—.
    Meditar sobre esta imagen: El Templo, es decir, la sacralidad expresada en un volumen, está concebido como un navío. Gracias a él es posible viajar (evidentemente, hacia el Cielo y en el Cielo), atravesar las aguas (no-ser, tinieblas, caos, etc).
    La idea de que la travesía perfecta sólo puede hacerse en un «navío», es decir, en una «forma cerrada» que protege de la degradación, de la dispersión, de la disolución (disolución en las Aguas).
    Naturalmente, Eliade habla desde su perspectiva de historiador de las religiones, de las simbologías y los mitos universales… Pero es imposible para uno, cristiano, no asociar esto a la imagen de la Iglesia católica como un barco (la barca de Pedro). Es un símbolo muy antiguo, ya usado en las catacumbas, y muy frecuentado en el medioevo.

    No será lo mismo una cosa y la otra, pero la conexión parece clara; más aún por las distintas -pero relacionadas- acepciones de la palabra «iglesia» (como templo, y como cuerpo místico de Cristo). Y además, me percato ahora de que en la arquitectura se llama «nave» a la parte central de la iglesia, la que contiene a los fieles… (también se habla de «naves laterales»). No sé si la palabra viene de la raíz griega, o de la simbología tradicional cristiana, o de las dos, o de ninguna.

    Por otro lado: me intriga, en ese contexto, el paréntesis de Eliade: lo de que el navío es para viajar hacia el Cielo y en el Cielo. Creo entenderlo, pero no estoy seguro… y en todo caso no lo veo nada «evidente»!

    Y por sobre todo, me sorprende (y me avergüenza un poco) notar que el comentario de Eliade (no específicamente cristiano) me hace comprender mejor en qué sentido la Iglesia es una barca … y, sobre todo, por qué esto debe sernos causa de alegría y esperanza.

    Vindolanda

    Un post en Compostela sobre las tablitas de Vindolanda.
    Se trata de restos arqueológicos de asentamientos romanos en Inglaterra, alrededor del año 100, encontrados hace veinte años, en excelente estado de conservación. Entre los muchos textos manuscritos, una tarjeta de invitación a un cumpleaños.

    Espiritual, pero no como vidrio

    Pedro Aznar en Clarín:
    …para mí la música es algo espiritual. No lo digo en un sentido santurrón ni religioso sino que lo digo como vehículo con un poder muy, muy grande de transformación espiritual.
    Claro… no vayan a creer que uno es cristiano o alguna ridiculez por el estilo.

    Cuerpo místico

    …La imagen del Cuerpo místico de Cristo es muy seductora. Pero considero la importancia que se acuerda actualmente a esta imagen como uno de los signos más graves de nuestra decadencia.
    Pues nuestra verdadera dignidad no consiste en ser partes de un cuerpo, aunque sea místico, aunque sea el de Cristo. Consiste en que en el estado de perfección, que es la vocación de cada uno de nosotros, no vivamos ya en nosotros mismos, sino que Cristo viva en nosotros, de suerte que por ese estado Cristo en su unidad indisoluble, en su integridad, se convierta en cierto sentido en cada uno de nosotros, como está íntegramente en cada hostia. Las hostias no son partes de su cuerpo…
    Lo dice, en una de sus cartas al Padre Perrin, Simone Weil. La cual no es una autoridad en estas materias, naturalmente. Pero algo de verdad tal vez haya en este reparo contra la imagen (o al menos contra cierta manera de entenderla) de la Iglesia como Cuerpo Místico, del cual Cristo es la cabeza y nosotros los miembros.
    Sí, está bien: la imagen es de San Pablo, es la Biblia, ya sé. Pero igual, si toda comparación es renga, también podrá serlo esta. Y supongo que hay una manera mala de imaginar nuestra pertenencia a ese cuerpo. De un modo numérico, racional, social. Y en estas concepciones, la palabra «mística» se encuentra más desubicada que en el suplemento deportivo de Clarín.

    Los ignorantes

    Impresiona ver la profundidad con que están enraizadas las supersticiones racionalistas de nuestro siglo.
    La famosa teoría psico-sociológica de hace cincuenta o sesenta años que pretendía que los australianos primitivos no entendían la relación entre el acto sexual y la fecundación; que explicaban ésta por la introducción de un «espíritu» ancestral en el vientre de la mujer…

    Esta es, ciertamente, la creencia de los australianos adultos (es decir, «iniciados»); pero lo creen, no porque sean incapaces de percibir la relación causal sexo-fecundación, sino porque han aprendido a creer en una «paternidad espiritual». Y la iniciación consiste, entre otras cosas, en la revelación de este misterio: la fecundación es un acto espiritual. No se trata de una ignorancia de la fisiología, sino de la superación de ese conocimiento natural por la revelación del misterio. La prueba: ya los niños australianos saben que la fecundación es el resultado de las relaciones sexuales (han observado esta relación causal en los perros).
    De hecho, los niños representan el «estadio natural» del conocimiento. Pero, a través de la iniciación, se les enseña a olvidar —a superar— ese estadio, y comprender así que no se trata de un acto natural, sino de un misterio.
    Del Diario de Mircea Eliade, 2 de abril de 1962.

    La Iglesia y Cristo

    Un post en Disputations, (en inglés) con comentarios. Una bloguera protestante (de cabeza y corazón abierto) había preguntado a los lectores católicos cómo interpretaban ellos (nosotros) aquello de «fuera de la Iglesia no hay salvación«; ella, por su lado, no podía aceptarlo (aún suponiendo que eso pudiera conciliarse con la creencia de que muchos hombres «no católicos» se salvan, aún entendiendo la afirmación en las formas menos rígidas), pues «las Escrituras enseñan que el único mediador es Cristo«.

    A lo cual Tom responde … que está de acuerdo. Y más: que esa es la doctrina de la Iglesia.

    Para verlo (para ver que es así, y para ver cómo las dos cosas que pueden parecer contradictorias van juntas), cita primero al Catecismo: que usa una docena de veces la palabra «mediador» (entre Dios y los hombres) y siempre para referirse a Jesucristo… y remarcando encima que es «el único mediador«: 771, 1546, 618, etc.. Y cita lo que cita el mismo Catecismo, de la Lumen Gentium:
    [El Concilio] enseña, fundado en la Escritura y en la Tradición, que esta Iglesia peregrinante es necesaria para la salvación, pues Cristo es el único Mediador y el camino de salvación, presente a nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia.
    O sea: Cristo es el único Mediador y la Iglesia es necesaria para la salvación, porque la Iglesia es el Cuerpo de Cristo.
    Hablando propiamente, entonces, y para nosotros, Jesucristo e Iglesia son inseparables.

    Y de postre, otro testimonio (escriturístico… y paulino). Pablo (Saulo, antes de su conversión) perseguía a los cristianos. Ahora, cuando se le aparece Jesús, en el camino a Damasco, no le pregunta «¿Por qué persigues a mis seguidores?», o «¿Por qué persigues a mi Iglesia?», sino «Saulo, ¿por qué me persigues?».
    No había pensado en eso.
    (Además, la doctrina de que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, es paulina; justamente en la Primera Carta los Corintios, inmediatamente antes del capítulo que citábamos anteayer).

    Por cierto, como queda dicho en los comentarios del post, esto no resuelve así nomás la cuestión de si puede o no decirse esa Iglesia que es el Cuerpo de Cristo, subsiste en la Iglesia Católica Apostólica Romana. Tema difícil … como si con lo anterior uno no tuviera bastante. El mismo Tom sugiere para esto la lectura de la reciente Dominus Iesus.

    La cruz y la esquirla

    Fue una de las imágenes emblemáticas de la tragedia del colegio en Beslán a principios de mes: un chica con la cabeza ensangrentada, los médicos vendándola, y ella teniendo en la mano una crucecita (imagen sangrienta: no clickear los demasiado impresionables).

    Se llama Victoria, tiene 14 años; y no era una chica particularmente religiosa. Pero mantuvo siempre la cruz apretada en su mano, durante los tres días que duró el secuestro. Hoy está bien.
    Aunque con una esquirla de un centímetro de largo que le atravesó el cráneo y quedó en el medio de la cabeza; no le hizo nada y no se la piensan sacar.
    Tuvo mucha suerte, dicen los médicos.

    Algebra

    Método.
    Máquina: el método reside en la cosa, no en el espíritu.
    Algebra: el método reside en los signos, no en el espíritu.

    … Lo que se ha comprendido una sola vez, se reproduce una cantidad ilimitada de veces… entonces se inventa sin pensar, y eso es lo peor de todo. A partir de ahí, el pensamiento -o mejor, lo que lo suplanta- se convierte en una herramienta.
    […]
    El álgebra y el dinero. Esencialmente niveladores. Uno intelectualmente, el otro afectivamente.
    Nuestra época ha destruído la jerarquía interior. ¿Cómo iba a dejar subsistir la jerarquía social, que no es más que una imagen grosera de la otra?
    Notas sueltas de los cuadernos de Simone Weil.
    Oscuras, arbitrarias tal vez.
    Y sin embargo, a veces, creo que me iluminan, y hasta llego a creer que estoy cerca de entender algo …

    La mayor de las tres

    Aunque yo hablara lenguas humanas y angélicas, si no tengo amor soy como metal que resuena o címbalo que retiñe.
    Y aunque tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y toda la ciencia, y tuviera plenitud de fe como para mover montañas, si no tengo amor, no soy nada.
    Y aunque repartiera todos mis bienes a los pobres, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve.

    El amor es sufrido, es servicial. El amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece. El amor es decoroso, no busca su propio interés, no se irrita, no toma en cuenta el mal.
    No se alegra de la injusticia: se alegra con la verdad.
    Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.

    El amor nunca termina. Las profecías se acabarán. Cesarán las lenguas y la ciencia desaparecerá.
    Porque sólo en parte conocemos, y sólo en parte profetizamos. Mas cuando venga lo perfecto, lo que es en parte desaparecerá.

    Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño. Mas cuando fui hombre, dejé las cosas de niño.
    Ahora vemos por espejo, en enigmas. Mas entonces veremos cara a cara.
    Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como soy conocido.

    Ahora subsisten la fe, la esperanza y el amor, estas tres. Pero la mayor de ellas es el amor.
    Es el capítulo 13 de la primera carta de San Pablo a los corintios. Escrita alrededor del año 57, dicen; o sea, 25 o 30 años después de la muerte de Cristo; y —casi seguro— antes de que los evangelios se pusieran por escrito.
    Y unos veinte años (que, como bien sabemos, no es nada) después de su conversión.

    No sé hasta qué punto uno puede apreciar —mirando ese punto de la historia humana, con todas las civilizaciones que hay alrededor en en tiempo y en la distancia— la originalidad del mensaje. No sé hasta qué punto esto puede esgrimirse como prueba de que algo grande y nuevo había empezado.
    Y tampoco me animaría a explicar por qué esta novedad del amor es inseparable de la novedad de un Dios encarnado y crucificado (Es en la misma carta donde San Pablo dice aquello de «no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado.«).

    Lo que sé es que la inmensa mayoría de los pobres discípulos de Nietszche que repiten como loros aquello de que el cristianismo actual es un invento de San Pablo (que habría tergiversado en una teología espuria el mensaje de amor de Jesús)… esos sí que no saben absolutamente nada.

    Los rumores sobre mi muerte…

    Lo cuenta el padre Huc en la penúltima página de su «Viaje por la China». Los misioneros habían llegado por fin a Cantón y pidieron al cónsul francés periódicos de Europa (llevaban más de tres años sin noticias). Y se toparon con la noticia de su martirio. Un artículo relataba con lujo de detalles cómo los misioneros habían sido colgados de las colas de caballos y arrastrados hasta morir. Dice el padre Huc:
    …Como es fácil suponer, semejante artículo nos dejó un poco sorprendidos, y nos creímos en el derecho de negar su completa exactitud…
    Lo cual, como bien dice acá, prefigura la famosa frase de Mark Twain.

    El camino al Oeste

    Entre los Exiliados, muchos creían que la Cima del Meneltarma, el Pilar del Cielo, no fue anegada para siempre, sino que se levantó otra vez por encima de las olas, una isla perdida en las grandes aguas; porque había sido un sitio consagrado y nadie lo había mancillado nunca, aun en días de Sauron. Y algunos hubo de la simiente de Eärendil que después lo buscaron, porque se decía entre los sabios que en otro tiempo los Hombres de vista penetrante alcanzaban a atisbar desde el Meneltarma las Tierras Inmortales.
    Pues aún después de la ruina el corazón de los Dúnedain se volcaba hacia el oeste; y aunque en verdad sabían que el mundo había cambiado, decían: «Avallónë ha desaparecido de la faz de la Tierra y la Tierra de Aman ha sido arrebatada, y nadie puede encontrarlas en este mundo de oscuridad. No obstante, una vez fueron, y por tanto todavía son, plenamente, y en la forma cabal del mundo tal como fue concebido por vez primera«.

    Porque los Dúnedain sostenían que aun los Hombres mortales, si se los bendecía, podrían ver otros tiempos que el de la vida de los cuerpos; y anhelaban siempre escapar de las sombras del exilio y contemplar de algún modo la luz que no muere; porque el dolor del pensamiento de la muerte los había perseguido por sobre los abismos del mar.

    Por ese motivo, los grandes marineros que había entre ellos exploraban todavía los mares vacíos, con la esperanza de llegar a la Isla del Meneltarma, y tener allí una visión de las cosas que fueron.
    Pero no la encontraban.

    Y los que viajaban hasta muy lejos, sólo llegaban a tierras nuevas, y las encontraban semejantes a las tierras viejas, y también sometidas a la muerte. Y los que viajaban más lejos todavía sólo trazaban un círculo alrededor de la Tierra para volver fatigados por fin al lugar de partida; y decían:
    —Todos los caminos son curvos ahora.

    De este modo, en parte por los viajes de los barcos, en parte por la ciencia y la lectura de las estrellas, los reyes de los Hombres supieron que el mundo era en verdad redondo, y sin embargo aún se permitía que los Eldar partieran y navegaran hacia el Antiguo Occidente y a Avallónë, si así lo querían. Por tanto, los sabios de entre los Hombres decían que tenía que haber un Camino Recto, para aquellos a quienes se les permitiese descubrirlo. Y enseñaban que aunque el nuevo mundo estuviese torcido, el viejo camino y el sendero del recuerdo del Occidente todavía estaban allí, como si fueran un poderoso puente invisible que atravesara el aire del aliento y del vuelo (que eran curvos ahora, como el mundo), y cruzara el limen, que ninguna carne puede soportar sin asistencia, hasta llegar a Tol Eressëa, la Isla Solitaria, y quizás aún más allá, hasta Valinor, donde habitan todavía los Valar y observan el desarrollo de la historia del mundo.
    Y cuentos y rumores nacieron a lo largo de las costas del mar acerca de marineros y Hombres abandonados en las aguas, que por algún destino o gracia o favor de los Valar habían encontrado el Camino Recto y habían visto cómo se hundía por debajo de ellos la faz del mundo, y de ese modo habían llegado al puerto de Avallónë, con lámparas que iluminaban los muelles, o en verdad a las últimas playas de Aman; y allí habían contemplado la Montaña Blanca, terrible y hermosa, antes de morir.
    J. R. R. Tolkien – de «El Silmarillion»

    Dejad que los niños vengan a nosotros…

    … dicen nuestros gurúes (en las cosas importantes, entre zurdos y macristas no hay cornadas). Y los padres, más obedientes que los niños, van dejando.
    …Los alumnos de todas las escuelas porteñas –desde preescolar hasta quinto año– tendrán clases de educación sexual si prospera un proyecto de ley […]
    …es necesario contar con una herramienta que garantice a los niños y adolescentes el acceso a información «certera sobre la sexualidad, con datos científicos«. […]
    La iniciativa establece cuáles serán los contenidos que no pueden dejarse de lado a la hora del dictado de esta nueva materia. Entre ellos, se encuentran la familia, la amistad y el amor, el erotismo, las prácticas sexuales y la abstinencia
    Son precisamente las mismas personas que tildan de hipócritas a los que se oponen al aborto.
    Aunque parezcan afirmaciones similares, no es lo mismo enseñar que la masturbación causa daño o que la masturbación es desaconsejable; lo primero es falso, y lo segundo es un aserto moral, no científico. Si una institución así lo deseara en obediencia a su ideario, puede hacer confluir ambos contenidos, con tal de que ambos sean verdaderos. Deberá simultáneamente, afirmar que ‘la masturbación no causa daño’ y que ‘algunas religiones y morales sostienen que los niños no deben tener prácticas sexuales’, y se ajustará así a la ley.
    Más en general, queda prohibido decir que un pecado es dañino, si ese daño no viene apoyado en estadísticas de la Organización Mundial de la Salud. De igual modo, quedará prohibido enseñar (aún en escuelas religiosas) que Dios existe, ni que está mal fornicar, o matar o robar, ya que ninguna de las afirmaciones es científica. Sólo podrán «si se ajustan a la ley» enseñar que algunas religiones o morales sostienen tales cosas.
    Y como ya la ciencia ha demostrado que el ateísmo es la verdad… ayúdeme ud. a pensar.

    Bloy, el Padre Huc y Baudelaire

    En sus diarios, Leon Bloy un par de veces menciona un libro (elogiosamente: «mi gran remedio cuando me ataca el tedio») : «Recuerdos de un viaje por Tartaria«, de un tal Padre Huc. En español, es prácticamente ignorado; no sé de nadie que lo conozca; y en mis veinte años de búsquedas de usados, sólo encontré una especie de continuación de aquel: «Recuerdos de un viaje por la China» (editorial Argos, Buenos Aires). Y es muy bueno.

    Se trata del relato de un misionero lazarista francés, que viajó por el oriente, junto con un compañero, a mediados del siglo XIX. Muy gracioso en la forma de escribir … y en la forma de comportarse (gascones ellos), el libro tiene un interés extra-religioso pero al mismo tiempo pinta con trazos fuertes cierto carácter -uno quisiera creer- del catolicismo latino: alegre, viril … y mundano, en el buen sentido de la palabra.
    Me encantaría conseguir su «Viaje a Tartaria», pero ya voy perdiendo las esperanzas.

    En Internet hay algunas pocas menciones, casi todas en inglés o francés. Alguna biografía, y algunas entradas enciclopédicas. En una de ellas dice que «sus libros están escritos con un estilo tan lúcido, vigoroso y pintoresco, que le ganaron una notable popularidad«. Este extenso artículo resume el «Viaje a la China»: el autor desprecia al padre Huc (como «fanático» y «despreciador de los chinos»), haciendo observar la «indignante arrogancia, típica de los occidentales de su tiempo» (todo lo cual es una buena ilustración del fanatismo y la arrogancia típica de los intelectuales de nuestro tiempo).

    Algún otro día citaré tal vez algunas de las muchas pequeñas anécdotas del libro.
    Hoy me limito a responder lo del domingo pasado: de dónde sacó Baudelaire aquello de que los chinos leen la hora en los ojos de los gatos. Con lo dicho, ya lo estarán adivinando. El asunto («El gato cronómetro») lo relata el padre Huc en su libro de viajes; y evidentemente le causa la misma divertida incredulidad que al lector. No lo citaré por ahora. Basta con decir que lo de Baudelaire coincide demasiado (incluyendo el niño que es interrogado por el misionero), y además con el país y la fecha, como para no animarme a apostar que proviene de ahí.

    (Ultimo momento: Terminé de escribir el post, fui a buscar las fechas de publicación de los «Poemas en prosa» … y encontré que hay un «paper» de 1929 que trata de esto! Bueno, no descubrí nada, parece -ni lo pretendía-. Al menos, parece que gané la apuesta…. )

    Lo que imagino ser

    Los hombres nos deben lo que habíamos imaginado que nos darían.
    Perdonarles esta deuda.
    Aceptar que sean distintos a las criaturas de nuestra imaginación es imitar el renunciamiento de Dios.

    Yo también soy distinta de lo que imagino ser.
    Saberlo, es el perdón.
    Simone Weil, en «La gravedad y la gracia«.

    Bloy: curiosidades librescas

    De los diarios de Leon Bloy, tres curiosidades. De esos cruces o coincidencias librescas que me encanta descubrir. Y que, casi seguro, sólo pueden interesarme a mí.

    1. Anota Bloy en su Diario, 13/9/1901 :
    Inscripción en un viejo reloj de sol: «Es más tarde de lo que suponéis«.
    Recordé entonces que en «La ordalía de Gilbert Pinfold», Evelyn Waugh menciona que la frase estaba de moda en los años treinta, como un dicho supuestamente agudo e intranquilizador. Busco ahora en Internet y la encuentro varias veces, citada a veces como «Proverbio chino» (el comodín para colgar a frases de procedencia desconocida); también juntada (bastardeada) con alguna variante del Carpe Diem. Y hasta un poema.

    2. En diciembre de 1903, Bloy da una conferencia a «un humilde círculo de obreros cristianos» ( «… pequeña catacumba moderna… No hay nadie menos conferencista que yo. Salgo al paso como puedo…»). Uno de los párrafos:
    … lo que bien comprendemos es que nada en el mundo o en los infiernos sería capaz de pagar nuestras almas. «Yo soy hijo del hombre y de la mujer, según me han dicho. Esto me asombra. Yo creía ser más.» Esto lo ha escrito un poeta absolutamente moderno, que fue todo lo desdichado que es posible ser. Pascal está radiante de gloria por palabras de menor magnitud.
    Ni Bloy ni el editor especifican quién es este poeta. Se trata (hoy es más fácil saberlo que en 1903) del «conde de Lautremont«, en aquel entonces completamente desconocido. A través de Bloy, justamente lo conoció Rubén Darío (que escribió este artículo de presentación, que cita esa frase). Y una curiosidad extra : aquí el cardenal francés Poupard evoca la misma frase, poniendo al autor al lado de Pascal.

    3. La tercera por ahora sólo la ponemos como adivinanza ¿De dónde sacó Baudelaire eso de que «Los chinos ven la hora en los ojos de los gatos«? (no presumo de conocer la respuesta con seguridad; pero si es la que yo creo, es un saber tan selecto como inútil).
    Continuará.