El templo griego se llama naos —barca—.
Meditar sobre esta imagen: El Templo, es decir, la sacralidad expresada en un volumen, está concebido como un navío. Gracias a él es posible viajar (evidentemente, hacia el Cielo y en el Cielo), atravesar las aguas (no-ser, tinieblas, caos, etc).
La idea de que la travesía perfecta sólo puede hacerse en un «navío», es decir, en una «forma cerrada» que protege de la degradación, de la dispersión, de la disolución (disolución en las Aguas).
Naturalmente, Eliade habla desde su perspectiva de historiador
de las religiones, de las simbologías y los mitos universales…
Pero es imposible para uno, cristiano, no
asociar esto a la imagen de la Iglesia católica como un barco
(la barca de Pedro).
Es un símbolo muy antiguo, ya
usado en las catacumbas, y muy frecuentado en el medioevo.
Meditar sobre esta imagen: El Templo, es decir, la sacralidad expresada en un volumen, está concebido como un navío. Gracias a él es posible viajar (evidentemente, hacia el Cielo y en el Cielo), atravesar las aguas (no-ser, tinieblas, caos, etc).
La idea de que la travesía perfecta sólo puede hacerse en un «navío», es decir, en una «forma cerrada» que protege de la degradación, de la dispersión, de la disolución (disolución en las Aguas).
No será lo mismo una cosa y la otra, pero la conexión parece clara; más aún por las distintas -pero relacionadas- acepciones de la palabra «iglesia» (como templo, y como cuerpo místico de Cristo). Y además, me percato ahora de que en la arquitectura se llama «nave» a la parte central de la iglesia, la que contiene a los fieles… (también se habla de «naves laterales»). No sé si la palabra viene de la raíz griega, o de la simbología tradicional cristiana, o de las dos, o de ninguna.
Por otro lado: me intriga, en ese contexto, el paréntesis de Eliade: lo de que el navío es para viajar hacia el Cielo y en el Cielo. Creo entenderlo, pero no estoy seguro… y en todo caso no lo veo nada «evidente»!
Y por sobre todo, me sorprende (y me avergüenza un poco) notar que el comentario de Eliade (no específicamente cristiano) me hace comprender mejor en qué sentido la Iglesia es una barca … y, sobre todo, por qué esto debe sernos causa de alegría y esperanza.