Archivo por meses: junio 2006

Cosas de familia

Paula, (en inglés), bióloga estudiando en Alemania, finalmente se ha decidido a entrar en la Iglesia Católica.
Entre los varios que se alegran y le dan la bienvenida, (por cierto: nos alegramos y le damos la bienvenida) uno le advierte que esta familia, como todas, incluye su lote de tíos chiflados, y tías…, como pronto podrá comprobar

Claro está.

Y claro está que esto no debería ser motivo de sorpresa ni de escándalo; ni ocasión de vergüenza (ante los de afuera) ni de división (ante los de adentro); ni de desaliento ni de indiscretos afanes purificadores. Más bien debería ser ocasión de ejercitar la paciencia y la caridad —y aun el humor, si a mano viene.
Y también la humildad: recordar siempre que la familia es más grande (en todo sentido) que nosotros, y que somos recién llegados, y siempre lo seremos.
Claro está.

Lo que no está tan claro para mí es si esta metáfora alcanza a proporcionarnos una orientación general, si es a su luz que debemos aclarar algunas perplejidades … familiares. Por poner algunos ejemplos: cuando vemos —o creemos— que el tío chiflado es tomado en serio por miembros valiosos de la familia; cuando el tío chiflado se toma él mismo en serio, cuando cree en su vocación de prócer o de mártir, y arrastra en esta creencia —y en esta chifladura— a otros parientes. Cuando el tío chiflado pretende dirigir y copar la vida familiar, y en su frenesí «no deja hablar» a los parientes más discretos … ni deja espacio para el silencio. Cuando el tío ahuyenta a nuestras novias o a nuestros amigos, a fuerza de torpezas y maltratos —deliberados o no. Cuando el tío chiflado se manda una trastada (ética… o no) tras otra (con perdón del trabalenguas) y la familia cierra filas en el silencio (hacia afuera y hacia adentro), con la idea de que «denunciarlo» (en sentido «policial» o no) es faltar a la caridad, ensuciar la imagen de la familia y dar pábulo a los enemigos.

Como tampoco me queda claro si la metáfora Iglesia=familia no tendrá sus bemoles (más allá de las inevitables e inofensivas rengueras de toda comparación), si no deberíamos limitarnos a usarla sólo en su aspecto «interior» (la riqueza que nos aporta, lo positivo que tiene, incluso en sus incomodidades y fastidios), y no «exterior». No me queda claro si, al pensar a la Iglesia en términos de «pertenencias» y «espacios -humanos- ocupados», no deberíamos incluir -en diversos grados y potencialidades- a todos los hombres (noción que, bien lo veo, puede ser atacada por demasiado inclusivista y -simultaneamente- demasiado exclusivista). Y si, en tal caso, no habrá un peligro en imaginar a la Iglesia… católica… como una familia que limita con otras familias, con una política de relaciones exteriores, y etc.

Un par de salvedades para terminar.
1. Alguno pensará que mis «No me queda claro si…» son mero artificio retórico, y en cada caso tengo una posición tomada. No es así. Es verdad literal que no me queda claro.
2. Alguno dirá que, tan peligroso como resolver mal esas perplejidades, resulta ponerlas en primer plano. Es decir, que los problemas que nos puedan traer los tíos chiflados deberían ser algo de importancia secundaria en nuestra vida familiar. Por supuesto, diré yo; de hecho, gracias a Dios, así es.
# | hernan | 18-junio-2006

Dos videos más, de Argentina y de Uruguay

Ufa. Ya sabía, yo. Ya sabía que iba a saltar algún uruguayo a reclamar a Gardel como propio. No se entendió, veo, que mi mención a los Shakers (que nacieron en Uruguay… pero ejercieron en Buenos Aires) escondía una amenaza («al que tiene poco, aún ese poco le será quitado»).
Pero dejémonos de joder. Dónde nació, y me importa muy poco: Gardel siempre será argentino. Amigos uruguayos, ahí tienen a Los Shakers (que tampoco son moco de pavo, les digo magnánimamente). Como tampoco es moco de pavo Zitarrosa.
Ya que estamos, demos otra vuelta por youtube y disfrutemos de esta muestra de ese fino artista que fue don Alfredo Zitarrosa [*].
Conformes, y tranquilos, pues.

Bueno. No es que me haya dado un brote de patriotismo con esto del Mundial, eh. La verdad es que los mundiales cada vez me interesan menos, y esa energía que la gente invierte en esto del fútbol me parece un desperdicio, y todo el circo de comentaristas, futbolistas-estrellas, hinchas que dan la vida por una camiseta, festejos en el obelisco, etc, me fastidia bastante. No calificaré muy alto en la tabla de niveles de «dureza contramundialista» de Podeti, pero al menos no comulgo con esas pasiones populacheras y mercantilizadas, y toda esta histeria generalizada me es ajena.

Lejos de estas miserias, volvamos al propósito de esta serie de videos de youtube que habíamos empezado: de lo que se trataba es mostrar las expresiones culturales autóctonas que valieran la pena, de las que uno como argentino pudiera estar orgulloso.
Invito entonces a los señores visitantes a degustar este bello y expresivo video de un baile típico argentino.


[* Por cierto: estos videos sólo están destinados a los que tienen banda ancha]
# | hernan | 16-junio-2006

Autodidactas y discípulos

Con respecto a lo del autodidactismo, Marina (la sin blog) me escribe:
… en la vida actual, hay un grado de educación a partir del cual solo puedes seguir de desarrollandola que en forma autodidacta (en tu sentido amplio) porque la vida social no acompaña.
… con lo cual diría que estoy de acuerdo; y que, mientras se tome como descripción de una situación de hecho, diría que precisamente en esa dirección yo leía el asunto. Señalar una situación en la que -en alguna medida- todos los contemporáneos compartimos, y señalar algunos bemoles o ambigüedades del caso, sin intentar sacar pajas de ojos ajenos. Hablando siempre en sentido amplio; lo más amplio posible.
A ver si me explico mejor.

Pensemos —para empezar, volando bajo, en sentido no muy amplio— en el autodidacta que aprende una cierta disciplina o adquiere una cierta destreza sin maestros, sin guías; leyendo un libro, por ejemplo.
Autodidacta en sentido lato, como opuesto a alumno, o discípulo.
Ahora bien, alguien podría objetar que no hay una diferencia esencial entre el aprendizaje del autodidacta y del discípulo: al fin y al cabo, siempre hay un maestro (o conjunto de maestros) que trasmite un conocimiento, la única diferencia es que en el primer caso la trasmisión no es «en vivo», sino a través de -por ejemplo- un libro.
A lo cual quisiera poder retrucar: que esa diferencia es esencial. Porque -acaso, digo yo- lo que se trasmite no sea tan indiferente a la forma de trasmitirse, porque lo «impersonal» de la primera forma necesariamente proyecta el saber a un espacio de dimensión menor al original, porque la «codificación» (que efectúa el maestro al volcar su saber en un libro, en un texto fijo, fotográfico e impersonal -en cuanto al receptor al menos) en alguna medida «diseca» el saber, lo empobrece y hasta lo falsifica. (Hey, ¿no estás delirando? Estoy forzando la nota, a lo sumo. Hay que exagerar algunas cosas para que se entiendan, decía Bloy).
Y más podríamos: sospechar no sólo del autodidacta actual sino del autodidacta potencial (que somos todos). Saber que existe ese saber codificado, que está ahí a disposición del autodidacta para cuando lo quiera… esa facilidad y esa seguridad tiene como contrapartida el debilitamiento de una sed necesaria y saludable: la de tener maestros confiables, la sed de escucharlos y la preocupación (y la tarea) de tenerlos, discernirlos, cuidarlos y llegar a poder ser sus discípulos.
Tenemos el saber al alcance de la mano, sin distancias verticales; muy democrático, sí. Tenemos una dependencia menos (en general, los modernos tenemos terror a las dependencias; sólo toleramos las mecanizadas). Lo que me pregunto es en qué medida esa independencia nos protege del error y de la insignificancia. Y en qué medida ese saber «democratizado» es un saber deshumanizado.
Insisto en que estoy hablando en términos muy amplios; no debe tomarse la palabra «maestro» en sentido estrecho.
Hoy (va un ejemplo algo trivial, pero son, como diría Chesterton, esas enormes minucias… ) la madre primeriza no depende tanto de su propia madre o de sus amigas (de su clan) para saber cómo se cría un hijo; ella compra la revista «Padres», o de última… busca en Google. A mí me encanta contar con Google, me tranquiliza saber que cuando tengo una duda tecnológica no tengo necesidad de buscar a alguien que sepa y preguntarle (voy a la Wikipedia…), me siento -en cierta manera- más libre por eso. Al mismo tiempo, sospecho -fuertemente- que esa facilidad me hace más pobre y me aísla y me crea una dependencia mucho menos humana y algo más siniestra.

Si de todo esto se entiende algo -lo dudo-, se entenderá por qué no me convence la objeción de la misma Marina:
Respecto a que se pueda o no captar las sutilezas o dificultades, ya no estoy de acuerdo en que sea un problema del que aprende por sus propios medios. Pueden ser faltas de lectura, la falta de lecturas u opiniones personales. A lo sumo, lo que no hará, es captar el consenso implícito entre alguno de los grupo de maestros, respecto a alguna interpretación en particular. Y al no captarlo, será más libre de opinar desde otro punto de vista.
Todo eso es muy razonable… y ciertamente la no disponibilidad de saberes codificados fácilmente accesibles, que los maestros sean preciados y aun escasos trae problemas de otro tipo (elitismos culturales, sectarismos, saberes parciales, o simples ignorancias), para no hablar de los casos en que las vías de trasmisión del saber se cortan. Está bien. Pero esto no quita lo otro. Y creo que hoy corresponde tener cuidado -un cuidado ecológico, si quieren- con lo otro: con los medios de trasmisión de saberes (cultura, tradición, o como quieran llamarlo) que necesariamente deben ser no aptos para autodidactas.

Hemos ido demasiado lejos del post de Disputations, dirán. No estoy seguro. Creo que vale la pena poner en guardia sobre esa manera («autodidacta» … en el sentido dicho) de entender la trasmisión del «saber qué es el cristianismo», y por lo tanto el magisterio de la Iglesia. Los modernos, tanto los simpatizantes como los enemigos, tienen (tenemos) demasiada tendencia a esperar que lo que enseña la Iglesia debe ser «codificable y trasmisible» en aquellos términos: sea en el Catecismo, las Encíclicas, el Concilio, o el Denzinger… o los dichos papales/episcopales transcriptos por periodistas de Clarín. Y, claro es (o debería sernos) que no.

-Pero… ¿lo que decís no es una especie de apología del oscurantismo?
– No sé. Espero que no.
-Pero… ¿lo que decís no vendría a ser más o menos lo mismo que decía Platón, sobre los peligros de la escritura?
– No sé. Espero que sí.
# | hernan | 15-junio-2006

Los progresos del tradicionalismo

De un sesudo artículo de un italiano tradicionalista sobre (contra) Maritain; en una de las numerosas notas al pie (la abundancia de referencias es signo indubitable de seriedad académica), topo con esta maravillosa perla negra:
El análisis de Julio Meinvielle es magistral, a pesar de la omisión de una indagación profunda sobre el influjo nefasto de Léon Bloy. Pero en los años en los cuales Meinvielle elaboraba sus trabajos críticos sobre Maritain, Bloy era aún considerado ortodoxo y de derecha.
Belisimo!

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# | hernan | 15-junio-2006

El magisterio y los autodidactas

A propósito de aquello de la «hermenéutica de la ruptura» que dijo el Papa, Tom de Disputations tira una tesis (hipótesis, en realidad) llamativa:
… [que] la disposición de los laicos católicos a estudiar los documentos eclesiales ha contribuido significativamente a popularizar esta hermenéutica de la discontinuidad.

Quiero decir lo siguiente: a medida que los católicos (especialmente laicos) se habitúan a argumentar basándose en los «documentos autorizados», la argumentación se vuelve más dependiente de esos documentos; así surge -o al menos, se potencia- el estilo de debate «mi documento tiene más autoridad que el tuyo». Y con el Concilio Vaticano II, de repente disponemos de un conjunto abundante de documentos altamente autorizados, algo que particulariza a la década del 1960, entre todas las de la historia de la Iglesia.

No obstante, hay que recordar que en la Iglesia semejantes documentos autorizados son extraordinarios, literalmente hablando; es decir: la manera ordinaria en que la Iglesia enseña (y hasta -si podemos decirlo así- aprende, a través del desenvolvimiento del dogma) es mucho más sutil y difícil de determinar. Un tratado teológico no resulta condenado; una ley canónica no es resistida; una idea nueva es bien recibida en la Curia…

Ahora bien, todo esto resulta casi invisible para el lector autodidacta de encíclicas y documentos conciliares. En este sentido, habría que decir que la Iglesia no manifiesta su obrar en el tiempo comprendido entre los sucesivos concilios o encíclicas; después de todo, eso de esperar que el Papa escriba frecuentemente cartas doctrinales a toda la Iglesia se remonta no más allá de Pío IX.

Adoptar como regla de procedimiento el tomar en consideración solamente los pronunciamientos doctrinales por encima de cierto umbral de autoridad, se parece a mirar solamente los picos de montaña que emergen por encima de las nubes de cierta altitud. No hay manera de saber si están conectados, ni cómo.
Me pega especialmente la señal de alarma, siendo uno un católico bastante autodidacta (aunque no muy lector de encíclicas ni documentos conciliares). Por otro lado, creo que «autodidacta» -en la tesis- debe tomarse en sentido amplio: el que aprende a través de un canal primordialmente intelectual y metódico, en contraposición al contacto cordial -hecho de mil pequeñas y heterogéneas experiencias- que da el trato frecuente y vital. Para el caso, lo mismo da que se trate de un solitario que lee libros que de grupos de estudio, cursillos o cosas por el estilo.
# | hernan | 13-junio-2006

Dos del Río de la Plata

Ay, quién será el que salga a misionar allá a la derecha… yo no, de ninguna manera. ¿Y entonces?
Y entonces… pasemos mejor a la labor de intercambio cultural. Como para justificar en parte el tiempo que estuve perdiendo en youtube, vamos a poner unos videos musicales de estos lugares. Sobre todo para que los visitantes extranjeros conozcan, y también para que los de acá disfruten -o despotriquen, o lo que prefieran.

Por ahora, dos muestras del Río de la Plata, que yo he disfrutado en grande.

Empecemos, cómo no, por Gardel: Viejo smoking. Un tango enorme, de su guitarrista Barbieri. Y el que piense que Gardel tiene más fama de la que merece… que escuche esto; y si lo sigue pensando… que se lo guarde y que no me lo diga. Acá está la letra, con vocabulario y comentarios; y acá los acordes. Obsérvese cuánta riqueza musical en una simple canción popular, de armonía clásica, con esa línea melódica sinuosa y nunca obvia; sobre todo la parte «pero lloro al verme solo, sin amigos, sin amor…..». De la letra, de Celedonio Flores, lo que más me gusta es aquello de
… Vas a ver que un día de estos
te voy a poner de almohada
y tirao en la catrera
me voy a dejar morir.
De nada.

Cambiamos completamente de género músical, de tiempo, de idioma, y cruzamos el río. Sólo para los que gustan de los Beatles en su primera época: de los ’60 y de Uruguay, «Los Shakers» con «Rompan todo«. Conozco muy poco, en verdad, de estos uruguayos -con los afamados Fattoruso-; empezaron haciendo covers de los Beatles, y luego canciones de autoría propia en ese estilo -y en ese idioma. Tocaron mucho en Buenos Aires. «Break it all» es por lejos la más conocida; y, en mi opinión, merecería ser aún más conocida. Es muy pero muy linda. Y el video clip (supongo que de factura más reciente) combina a la perfección.
Es además uno de los pocos exponentes de rock cantado en inglés; por acá, en seguida se impuso el castellano, y estilos diferentes. Para bien, supongo.
# | hernan | 12-junio-2006

Con los cables cruzados

Ya se consigue en los videos de Argentina «El castillo errante de Howl» (ufa, está bien: «El increíble castillo vagabundo»).

Los extras del DVD son pobres. Y el audio en español trae los canales invertidos (derecho a la izquierda y viceversa)… es una de esas cosas en las que uno apenas si se fijaba hasta hace poco, y que ahora se me antoja una blasfemia que clama al cielo («¿cómo puede ser que sean tan bestias? ¿no ponen un mínimo de cuidado y de respeto al autor y al público? ¿a quién hay que quejarse?», etc).
Pero, como ya comentamos, el doblaje es bueno. Y —lo más importante de todo— la calidad de la imagen del DVD es de primera.
# | hernan | 11-junio-2006

La recensión más inútil

Hace unos cuantos años compré un librito de Robert H. Benson, «None other gods», sólo porque el nombre del autor me era conocido (católico inglés, autor de «El señor del mundo») y porque estaba baratísimo. Y ahí quedó, durmiendo en mi biblioteca. Título absolutamente desconocido, edición viejita, temática probablemente «demasiado religiosa y apocalíptica», y encima en inglés… recién estos días, en ocasión de un viaje en micro -y a falta de otra cosa- me decidí a leerlo.
Creo que no ha sido editado en castellano; y mi edición -de 1925- viene de París (Taunchitz edition) con la advertencia: «The copyright of this Collection is purchased for Continental Circulation only, and the volumes may therefore not be introduced into Great Britain or her Colonies.». Novela no muy popular, acaso inhallable -hasta es posible que yo sea el único hispanohablante que sepa de ella. Y por lo mismo, bien puede ser esta la recensión más inútil que jamás se haya hecho de un libro.

Digamos pues, rápidamente, que la novela es agradable, y muy legible. Temática religiosa, sí, pero no escatológica. Con la combinación de humor y buen sentido que caracteriza a muchos de esa camada de ingleses conversos. La trama decae un poco en la segunda mitad, y el desenlace (en el libro faltaban las 4 últimas páginas, descubrí con pánico!; suerte que estaba en gutenberg.org!) no me llena. En conjunto, pues, es una novela agradable e interesante pero no del todo lograda. Dudaría a la hora de sintetizar la temática. Creo que se trata de pintar una forma de santidad -novelada-, expiatoria en este caso.
Pensaba, de paso, que el arte actual no está tan ayuno de estas temáticas como pudiera suponerse; bien que a tientas-como si la santidad quisiera hurtarle el cuerpo a la religiosidad-, bien que mezclada con la figura del héroe o la del genio, la «vida del santo» sigue atrayendo, me parece. «Amelie«, por poner un ejemplo (película que también vi estos días, con limitada simpatía).

Bueno. Ya había terminado el libro, y armado -en la cabeza- esta reseña cuando, releyendo los diarios de Leon Bloy, encuentro en «El peregrino del Absoluto» esta entrada:
(7/oct/1912) Me recomiendan otro libro de Benson: «La vocation de Frank Guiseley»
(Según anota el editor, el que hizo la recomendación fue su ahijado Maritain). Y reconozco de inmediato el nombre del personaje principal de la novela que yo acabo de leer: Frank Guiseley. Por lo que, descubro ahora, Bloy la había leído! Se ve que en Francia le cambiaron el título; y hoy parece inencontrable. El la terminó en dos días —como yo!—, y su impresión es muy parecida a la mía: entusiasmo al comienzo, decepción al final.
Esta complicidad en una lectura tan rara, y en la impresión recibida, me proporciona una módica alegría.
Aunque, por otro lado, todo eso hace que mi recensión sea aún más inútil, si esto cabe.
# | hernan | 11-junio-2006

Sensualidad

Lo comenta Takahata en la entrevista dicha [*].
—Sí… lo que a mí me impresiona de Miyazaki es su convicción en el poder de las partes individuales. Junta esas partes y obtiene un resultado convincente. Ese es un aspecto clave de sus películas. ‘El viaje de Chihiro’, por ejemplo, está basado en detalles fascinantes. En un sentido, la historia es casi secundaria. Son los detalles los que tienen el poder de conmovernos. […]

Yo siempre he pensado que ‘sensualidad‘ era un concepto clave para describir eso… aunque sólo recientemente logré que Miyazaki aceptara usar esa palabra. (Risas)
Por ‘sensual’, claro, no quiero decir ‘sexual’. Hablo de una cualidad física, palpable… algo que puedes sentir como con el cuerpo… Algo visceral…
Me impresionó que Takahata dijera eso, porque yo había estado pensando lo mismo; y precisamente -esto ya es asombroso- con la misma palabra: sensualidad.
A desarrollar (y recopilar ejemplos!).


[* Subtitulado quién sabe por quién, probablemente traducido de otro subtitulado en inglés, y retocado encima por mí… no hay muchas garantías, pero para el caso no importa].
# | hernan | 9-junio-2006

The heart of the matter

Van tres aclaraciones sobre el post anterior. Por lo que veo, están haciendo falta.

1. No se trata de Maritain.
2. No se trata de Maritain.
3. No se trata de Maritain.
# | hernan | 9-junio-2006

Tocando fondo

Es un artículo religioso-histórico, con intención no sólo informativa sino —como sugiere el título— esclarecedora: no te contentes con ver la superficie , dejame que te aclare el fondo de las cosas, nos dice el columnista.
El análisis se centra en Maritain y su influencia en el catolicismo; todos los esquemas de la derecha católica más pueril: Qué malos son el agnosticismo kantiano y el humanismo y el comunismo y el liberalismo y esta «religión nueva, ecuménica falseada, sin deberes con Dios ni sentido sobrenatural» y bla bla bla. Y qué lástima que Maritain se haya desviado de la sana doctrina tradicional. Y qué pena «la alienación progresista de la Iglesia de Pablo VI, “discípulo de Maritain”«. Y qué lamentable que « después de cuatro décadas, buena parte de nuestra jerarquía todavía se aferra a sus postulados«. Cuando ni siquiera «consta que renunciara a su filiación comunista» (!). Y cuando Pío XII le había dicho clarito que «las enseñanzas humanistas ya estaban en la Iglesia y que no se necesitaban novedades» (así al menos lee y trasmite el magisterio papal este «columnista religioso»). Cuando —en el otro rincón— … ¡es tan «sencillo y luminoso el pensamiento de Santo Tomás«!. Pensamiento que —entérense— Maritain «manipuló […] buscando apropiarlo a sus tesis […] con la eficacísima ayuda de su esposa, Raissa Umansoff [*], y de su cuñada, Vera, rusas hebreas, que le relacionaron con el lobby judío y círculos intelectuales revolucionarios».

Ah, claro. Todo cierra.

Como también cierra que este esperpento haya gustado a nuestros amigos de Panorama Católico.

El comienzo es tan contundente como memorable:
De Jacques Maritain Favré hoy no se escribiría ni una línea de no ser por su amigo y admirador Pablo VI, ocupante de la sede de San Pedro durante quince años. ¿Se cita acaso a sus amigos Henri Bergson, Leon Bloy o Charles Peguy? Nunca y nadie.
Tomá mate. Y si esta información no te basta, calá este pedigree de Maritain y escandalizáte (en comunión… con los lectores de Panorama) de que Pablo VI lo haya «promovido» : Maritain —además de haberse incripto en el partido Comunista a los trece años [**], además de haberse negado a llamar Cruzada al levantamiento militar español, y otros tantos lunares en su C.V.— se declaró…
… discípulo de Bergson, pensador no cristiano; […] fue muy influido por Bloy, no creyente y artífice del modernismo intelectual; y por Peguy, judío comunista defensor de Dreyfuss
Bien. Nos queda todo claro. La superficie y el fondo.

Hay que decir que después publicaron un artículo (de hecho, caí a leer todo ese engendro porque me pasaron la referencia a este último) en el que un lector corrige la barbaridad más notoria: la del ateísmo de Leon Bloy [***].
Con justicia, pero con demasiada cortesía para mi gusto. Y, se me ocurre, para el de Leon Bloy.


[* Es muy raro encontrar a Raissa Maritain citada con su apellido de soltera; pero se entiende el motivo. Como se entiende la extravagancia de llamar a Maritain con su apellido materno.]

[** O sea que se afilió al partido comunista francés 25 años antes de su fundación. Lo que se dice un comunista de la primera hora. Maritain dice en sus notas que a los trece o catorce años «se hizo socialista«, de convicción se entiende, seguidor de Jaurès. Supongo que para esta gente, esto será una mera sutileza.]

[*** Y no le reprocharemos que haya copiado los textos de nuestra página sin citar la fuente; porque la etiqueta de Internet no es muy exigente en estos aspectos, y porque no estamos muy seguros de querer un enlace en ese lugar]
# | hernan | 8-junio-2006

La bestia que se hace desear

Anteayer, 6/6/06 el número de visitas al blog se triplicó. Imagino que se trata de navegantes que buscaron «apocalipsis» en Google, cayeron en «fotos del apocalipsis», y de ahí saltaron al blog actual. Dado que conocemos algo de los hábitos del navegante típico que hace semejantes búsquedas -impulsado por motivaciones de semejante calidad-, y adivinamos lo crónico de su aburrimiento y lo insignificante de su curiosidad, podemos sospechar que los que hicieron ese salto al blog son una mínima proporción de los que cayeron a «fotos»…
Y, la verdad, pensar en todas esas visitas me da un poco de repulsión.
Sí, ya sé que no vale hacerse el elitista, que uno está acá para ser leído; pero, en casos como este, entiendo a aquellos que prefieren no figurar en las búsquedas de Google.

Podríamos -en un arrebato de optimismo- suponer que alguno de estos visitantes será cristiano, y que acaso intentará justificar su búsqueda apelando al consejo de Cristo, de «prestar atención a los signos de los tiempos». Todo puede ser. Pero, le diría, no creo que navegar en Internet te vaya a servir de mucha ayuda para discernir los signos de los tiempos, o para enterarte de que el Anticristo está viniendo; más bien al contrario.
… Deberíamos estar horriblemente tristes. He aquí que el día desciende, y llega la noche, en la que nadie trabaja . Somos muy viejos, y los que nos siguen son aún más viejos. Tan honda es nuestra decrepitud, que ni siquiera vemos que somos idólatras.
Cuando Jesús venga, aquellos de entre nosotros que todavía estén velando a la luz de una lámpara, no tendrán ya fuerzas para mirar Su Rostro, tan puesta tendrán su atención en los Signos que no pueden dar la Vida. ¡Será necesario que la luz los ilumine por atrás, y así, de espaldas, sean juzgados…!

(León Bloy)
Y, por cierto, en aque tiempo no había televisores ni computadoras -ni «cybers».
# | hernan | 8-junio-2006

El pastor y la oveja

Bloy fulminaba su desprecio contra todos los que encontraba despreciables, que no eran pocos: católicos o no. Clero incluido. Desde el cura del pueblo hasta el Papa. Al mismo tiempo -y sin esto lo anterior me olería mal- era perfectamente sencillo en su prácticas religiosas y cada vez que se instalaba en un nuevo pueblo o parroquia no dejaba de acercarse al párroco del lugar -amistosamente, claro; al menos al principio. Y solía obsequiarles algunos de sus libros… regalo incómodo si los hay.

Una anotación en su diario:
En la iglesia, nuestro deán se aproxima sonriendo, para agradecerme el ejemplar que le he hecho remitir con esta dedicatoria: «De la oveja sarnosa, al buen pastor».
—Protesto contra lo de «oveja sarnosa»- me dice. Pero contra lo de «buen pastor» no protesta.
# | hernan | 7-junio-2006

La hoja y el árbol…

… o Miyazaki y Takahata.

Vi un video «especial sobre el Museo Ghibli«, que es más bien un extenso reportaje a Takahata. Al principio, me dio la impresión de esas entrevistas de compromiso, en las que entrevistador y entrevistado no tienen nada sustancioso que decirse, y sólo están cumpliendo un insignificante ritual moderno… es lo que uno ve casi siempre, al fin al cabo; y la cortesía sonriente japonesa acentuaba la impresión. Pero no.
Me sorprendió en particular encontrar en esa entrevistas dos ideas sobre Miyazaki que yo había estado rumiando (no suele sucederme).

La primera, una diferenciación entre el arte de los dos capos de Ghibli: la concepción de Miyazaki parte del detalle, mientras que Takahata parte del todo. Es el entrevistador el que propone esta tesis -y Takahata la acepta… a medias. Yo la había pensado casi exactamente en esos términos. Las películas de Takahata, me parece, son más «redondas» (el final, el remate, es más esencial); en las de Miyazaki, el todo parece casi una excusa para meter ciertas escenas. Miyazaki está seguro de lo que quiere hacer con tal escena, y le apasiona lograrlo; después… «¿y ahora, cómo seguimos la historia?»… eso parece importarle menos. Esto me parece más evidente en Totoro. Pero se lo ha escuchado decir que desde años atrás quería hacer una escena con un tren viajando sobre el agua, y un niño atrapando una estrella fugaz; con Chihiro y con Howl se sacó esos gustos.

Me figuro que esta categorización (que, claro está, no denota superioridad ni inferioridad) no es nueva, y se debe haber aplicado -de uno u otro lado- para categorizar a muchos artistas.

Yo me acordé de Niggle, el personaje de Tolkien: «Era el tipo de pintor que pinta las hojas mejor que los árboles. Solía pasar largo tiempo con una sola hoja, intentando capturar su brillo y su forma, y los destellos del rocío en sus bordes.«.

La segunda cuestión abordada en el reportaje es más importante, tiene que ver con lo de ayer, y quedará para mañana o pasado.
# | hernan | 6-junio-2006

¿Te acordás de aquel planeta?

Villiers de l’Isle Adam es un escritor francés de fines del s. XIX. Un independiente, alejado de las camarillas literarias; un contracultural, si quieren… Ruben Darío lo incluyó en «Los raros», su reseña de 1899 (o algo así) de los escritores «malditos» franceses de la época, al lado de tipos como Lautremont, Verlaine… y León Bloy. Si nunca fue muy popular, ha sabido ganarse el respeto de unos cuantos peso-pesados, y parece haber envejecido mucho mejor que otras celebridades de su tiempo… Sus cuentos aún se leen. Ultimamente me lo he cruzado en sitios bastante insospechados, desde un homenaje en un blog marxista hasta una referencia en un animé futurista. No opinaré sobre su obra, porque leí muy poco y no llegué a engancharme.

Yo lo conozco, como queda dicho, por su amistad con Leon Bloy. Con Huysmans, durante unos años (1885-1888) se juntaban a menudo, hacían planes y se alentaban en su lucha contra la miseria; un trío muy unido y muy desdichado. De una carta de aquel Bloy de 1886 (relativamente juvenil e ingenuo… con sus 40 años) a Luis Montchal, su amigo ginebrino ateo:
Huysmans, Villiers y yo comimos juntos el domingo pasado. ¡Qué capítulo de novela, aquella comida de desesperados! Espero que no me acuses de orgullo, si digo que formábamos un grupo único, de relevancia para el porvenir artístico de Francia. Pues bien, éramos un grupo absolutamente vencido, proscripto por los periódicos y devorados por la más negra miseria … ¡y dedicamos tres horas a constatarlo!
Uno sólo, si acaso, todavía tiene algo de esperanzas. Soy yo. Quiero esperar, sea como sea. Spem contra spem, tal es la divisa o el epígrafe de mi libro. [*]
Y un año y medio después, al mismo:
… ¡Qué tristísima velada pasamos ayer en casa en Huysmans, con Villiers! Repasamos todas nuestras penas, la nulidad de nuestros esfuerzos, la inanidad espantosa de una vocación esterilizada por la indiferencia y la hostilidad universal. ¡Y todo esto sin salida probable, sin el menor sueño plausible, con la extenuación de nuestas energías y la vejez que se acerca!
Villiers murió poco después, en 1889, distanciado de Bloy; éste a su vez rompió definitivamente con Huysmans (quien luego empezó a tener algo de éxito) en 1891, pero conservó su estima por el amigo muerto, visible en varios de sus escritos posteriores.
Y acaso lo más memorable al respecto sea aquella frase amarga y terrible que Villiers le dijera un invierno en las calles de París:
… una de esas noches en que buscábamos juntos una cena inhallable, chapoteando en el barro helado:

¡Nos acordaremos de este planeta!
Bloy siempre recordaría esa frase. Y yo también la recuerdo.
Aunque suelo -cada vez más- pensarla en un sentido muy distinto, casi opuesto. Tal vez por haber tenido una vida mucho más fácil. Y suelo pensarla, por ejemplo, viendo las películas de Miyazaki.
¿Un poco críptico? Ampliaremos.

[* El libro es «El desesperado», la novela que Bloy estaba escribiendo entonces, y que dedicaría al mismo Montchal]
# | hernan | 5-junio-2006

Aviso gregoriano

Paso el aviso que me han pasado: domingo 4, 11.30 hs Misa de Pentecontés con canto gregoriano, en Parroquia San Lorenzo Mártir. Del «Taller Permanente de Canto Gregoriano» dirigido por Claudio Morla. La iglesia queda en Avelino Díaz 576 (altura Av. La Plata 1600), Buenos Aires.
# | hernan | 2-junio-2006

Monedas

Es sabido que en Buenos Aires están escaseando las monedas.

Se me ocurre que eso debe perjudicar a los mendigos.
Se me ocurre que nadie menciona a estos damnificados en esas cartas de lectores o notas periodísticas que tratan el problema; y que si alguien lo hiciera quedaría algo desubicado -como si fuera una especie de impertinencia o salida de tono.
Y se me ocurre que esto podría ser otra ilustración de aquello de Bernanos de ayer.

Pero sólo son tres ocurrencias mías, y no estoy seguro de ninguna de ellas.
# | hernan | 2-junio-2006

Bloy y Villiers

Sí, más Leon Bloy. Es que estos días estoy trabajando en un proyecto de edición de sus diarios (una selección, espero que llegue a buen puerto, ya les contaré) y todo el tiempo me cruzo con cosas que me piden lugar en el blog.

De una carta (relativamente juvenil… aunque tenía 42 años; Bloy maduró tarde) a Villiers de l’Isle-Adam; últimos párrafos de la última carta que se cruzaron; para entonces, la amistad estaba deteriorada, y no volverían a verse. Villiers murió el año siguiente.
… Es justo que te burles de mí, puesto que fui lo bastante necio como para esperar de tí la única cosa que eres incapaz de dar, es decir: el afecto de la amistad.
No quisiste y no quieres tener un amigo. Cuando te ha llegado la oportunidad, te has ocupado de rechazarlo, sin hacer diferencias entre él y cualquiera recién llegado.
Imprudencia terrible, porque que las almas no son una simple mercancía, y porque siempre es injusto e inicuo condenarse a morir solo.
Te abrazo, de todas maneras.

Leon Bloy
No importa -por ahora- las circunstancias de la riña con Villiers; ni quién es este Villiers (otro día, tal vez).
A mí me queda resonando la última frase; en lo particular y sobre todo en lo general: el daño que uno se hace a sí mismo, visto ya no como un castigo o consecuencia de una injusticia, sino como una injusticia en sí.
«Si no hago mal a otro, nadie puede llamarme injusto; con mi vida yo hago lo que quiero», dice la sabiduría contemporánea; y hasta han llegado a hablar del «derecho a la felicidad» del hombre. Menos estúpido (aunque ambiguo, objetable y necesitado de precisiones, sí; pero menos estúpido, sin dudas) sería hablar de nuestra obligación de ser felices.
¿En qué sentido? En el que piensa Bloy, pienso yo.
# | hernan | 2-junio-2006

Bandoneón ultrajado


Me lo contaron hace poco.
Un hombre mayor y solo, bandoneonista aficionado: entraron ladrones a su casa, y, entre otros destrozos, le tajearon el bandoneón…
Seguramente imaginaron que el fuelle podía llegar a ser un escondrijo de dinero.

Bueno, dirá alguno, podría haber sido peor; podrían habérselo robado.

Sí, es cierto… pero creo que a mí eso me habría entristecido menos.
# | hernan | 1-junio-2006

Los dos enemigos

Leído hoy en un articulito de Bernanos llamado «Dans l’amitié de Leon Bloy«, (donde se encuentra aquella cita sobre Bloy); supongo que data del ’40 o algo así:
El mundo moderno tiene dos enemigos: la pobreza y la niñez.
Por «mundo moderno» Bernanos entiende nuestra «nuestra civilización técnica, cuya sola regla es la eficiencia». Con eso, creo que basta para entender a dónde apunta la frase.

Sesenta años -y qué años!- después, podríamos acaso anotar algunas señales, alguans banderitas en el mapa que marcan los frentes de avance y batallas ganadas contra esos enemigos. Por ejemplo, contra el primero (contra esa «superstición de la Pobreza» -expresión de Bernanos- que el catolicismo ha albergado… cada vez con menos calor), tenemos la difusión del adjetivo peyorativo «loser!», fracasado. Y en cuanto a lo segundo, es visible que esa «franja improductiva» cada vez es más angosta… y cada vez es menos improductiva -con que consuma, ya es bastante; para empezar al menos.

Y sí, ya sabemos que Jesús dijo que los pobres eran bienaventurados, y que había que hacerse como un niño para entrar al Reino de los Cielos; pero -además de que ni los Reinos ni los Cielos tienen mucho mucho poder de seducción hoy día- también sabemos que en aquellos tiempos la sociología, la economía y la psicología (por no hablar de la sexología) estaban en pañales, si me perdonan la metáfora.
# | hernan | 1-junio-2006