¿Te acordás de aquel planeta?

Villiers de l’Isle Adam es un escritor francés de fines del s. XIX. Un independiente, alejado de las camarillas literarias; un contracultural, si quieren… Ruben Darío lo incluyó en «Los raros», su reseña de 1899 (o algo así) de los escritores «malditos» franceses de la época, al lado de tipos como Lautremont, Verlaine… y León Bloy. Si nunca fue muy popular, ha sabido ganarse el respeto de unos cuantos peso-pesados, y parece haber envejecido mucho mejor que otras celebridades de su tiempo… Sus cuentos aún se leen. Ultimamente me lo he cruzado en sitios bastante insospechados, desde un homenaje en un blog marxista hasta una referencia en un animé futurista. No opinaré sobre su obra, porque leí muy poco y no llegué a engancharme.

Yo lo conozco, como queda dicho, por su amistad con Leon Bloy. Con Huysmans, durante unos años (1885-1888) se juntaban a menudo, hacían planes y se alentaban en su lucha contra la miseria; un trío muy unido y muy desdichado. De una carta de aquel Bloy de 1886 (relativamente juvenil e ingenuo… con sus 40 años) a Luis Montchal, su amigo ginebrino ateo:
Huysmans, Villiers y yo comimos juntos el domingo pasado. ¡Qué capítulo de novela, aquella comida de desesperados! Espero que no me acuses de orgullo, si digo que formábamos un grupo único, de relevancia para el porvenir artístico de Francia. Pues bien, éramos un grupo absolutamente vencido, proscripto por los periódicos y devorados por la más negra miseria … ¡y dedicamos tres horas a constatarlo!
Uno sólo, si acaso, todavía tiene algo de esperanzas. Soy yo. Quiero esperar, sea como sea. Spem contra spem, tal es la divisa o el epígrafe de mi libro. [*]
Y un año y medio después, al mismo:
… ¡Qué tristísima velada pasamos ayer en casa en Huysmans, con Villiers! Repasamos todas nuestras penas, la nulidad de nuestros esfuerzos, la inanidad espantosa de una vocación esterilizada por la indiferencia y la hostilidad universal. ¡Y todo esto sin salida probable, sin el menor sueño plausible, con la extenuación de nuestas energías y la vejez que se acerca!
Villiers murió poco después, en 1889, distanciado de Bloy; éste a su vez rompió definitivamente con Huysmans (quien luego empezó a tener algo de éxito) en 1891, pero conservó su estima por el amigo muerto, visible en varios de sus escritos posteriores.
Y acaso lo más memorable al respecto sea aquella frase amarga y terrible que Villiers le dijera un invierno en las calles de París:
… una de esas noches en que buscábamos juntos una cena inhallable, chapoteando en el barro helado:

¡Nos acordaremos de este planeta!
Bloy siempre recordaría esa frase. Y yo también la recuerdo.
Aunque suelo -cada vez más- pensarla en un sentido muy distinto, casi opuesto. Tal vez por haber tenido una vida mucho más fácil. Y suelo pensarla, por ejemplo, viendo las películas de Miyazaki.
¿Un poco críptico? Ampliaremos.

[* El libro es «El desesperado», la novela que Bloy estaba escribiendo entonces, y que dedicaría al mismo Montchal]
# | hernan | 5-junio-2006