Archivo por meses: octubre 2005

Esperar la anarquía… estudiando matemáticas

…Así veo, muy esquemáticamente, el futuro: estamos en los inicios de un período de dictadura más centralizada y opresiva que todo lo que en este sentido conocemos en la historia. Pero el exceso mismo de centralización debilita el poder central. Un buen día (quizás lo veamos, quizás no) todo se hundirá en la anarquía, y volveremos a formas casi primitivas de lucha por la vida. En ese momento, en medio del desorden, los hombres que aman la libertad podrán trabajar en pos de un orden nuevo, más humano que el nuestro. No podemos prever en qué consistirá… pero sí podemos hacer lo que esté en nuestra mano para preparar esta civilización nueva. Por lo tanto, aunque ninguna acción nos sea posible, aunque hayamos sido reducidos en amplia medida, como dices, a un ideal negativo, podemos y debemos hacer un trabajo positivo.

En este sentido, pienso que lo más importante es la vulgarización de los conocimientos, y sobre todo, de conocimientos científicos. La cultura hoy es un privilegio que da el poder a la clase que la posee. Esforcémonos en minar ese privilegio conectando los conocimientos complicados con los más comunes. De ahí que debas estudiar, sobre todo matemáticas. Por lo demás, cuando no se ha ejercitado seriamente la inteligencia con la gimnasia de las matemáticas, se es incapaz de pensamientos precisos, lo que es como decir que no se es capaz de nada. No me digas que no estás dotada para las matemáticas, eso no es un obstáculo; yo diría incluso que es lo contrario. …
Son dos párrafos de una carta de Simone Weil a una ex-alumna, en 1934.
La fecha es acaso demasiado temprana como para asignarle una gran importancia; tanto si la referimos a lo que pasó en el mundo en estos 70 años, como a lo que pasó en el alma de Simone en los 10 años siguientes; no sé si ella habría ratificado todo esto…
Y no estoy seguro yo mismo de estar de acuerdo. Pero los dos párrafos me dejan pensando, cada uno por cuestiones distintas.. Acaso pronto volvamos sobre eso. Por ahora, vaya la cita.
# | hernan | 28-octubre-2005

Divino

Éramos chicos. Estábamos saliendo de una exposición de autos en la Rural y, ya en la calle, pasamos junto a una enorme camioneta negra. Mi primo, un par de años mayor que yo y ciertamente más interesado en los motores, se volvió hacia su padre –mi tío, el alma mater de la visita- y le dijo con hiperbólico entusiasmo: “¡Mirá, papá! ¡Qué divina esa camioneta!” Su hermana –mi prima- que tenía mi edad y estudiaba en un colegio religioso lo miró con desprecio y lo corrigió: “Divino es Dios, nene”.
Hace años que no sé nada de ellos. Hasta donde supe, él no había llegado a adquirir ninguna camioneta y ella todavía no era bataclana.
Copiado enterito de acá.

Acaso no tenga mucho que ver, pero recuerdo que mi abuelo contaba que cuando niño decía «Cuando sea grande, si tengo plata, me voy a comprar un avión». Y algún comedido (o comedida) una vez lo corrigió: «Decí mejor: ‘Si Dios quiere'». Mi abuelo entoces se quedó callado, pero pensó: «Si tengo plata, el avión me lo compro… lo quiera Dios o no».
No tuvo plata, y no lo compró.

Y ya que mentamos un blog que no es del barrio, ahí va otro.
Y otro.
# | hernan | 27-octubre-2005

El pensador de Clarín

Para escribir esta nota… (dejemos de lado la cuestión gremial , la bajada de línea grotesca, la pose de apreciador musical *) … para escribir
Muchos debieron esperar más de lo que la cuenta y la paciencia merecían. [sic]
y destacarlo como una frase contundente y vigorosa… para escribir eso y poner cara de esperar los aplausos, es necesario ser un opinador destacado de Clarín.

De todas maneras, como símbolo del «pensamiento oficial» (en varios sentidos de ambas palabras)… está lindo.


[* A este tipo no le da ni para vulgarizador: «¿El programa? Soñado: sólo y puro Mozart, desde la increíble primera sinfonía compuesta increíblemente cuando tenía 7 años….». Las negritas están en el original. Hay que haber perdido el sentido de ridículo… El cronista de La Nación se limitó a tratar de ser sensato: » Habida cuenta de su extrema sencillez, es aquella precocidad compositiva la única razón valedera para que la obra (La primera sinfonía de Mozart) goce de alguna reposición… una especie de apertura casi prescindible. » ]
# | hernan | 27-octubre-2005

ETF psi

Un hilo de discusión en El testigo fiel sobre la psicología (Freud sobre todo).

# | hernan | 27-octubre-2005

PGW x 3

1. Acabo de terminar «The Girl in Blue», una de las pocas novelas de P. G. Wodehouse que me quedaban por leer, y que conseguí la semana pasada a sólo $3.
Para los envidiosos que se pregunten dónde y cómo consigo tales cosas (y a tal precio), les explico la receta.
Primero, a la hora de elegir el domicilio de trabajo, uno debe fijarse que en la misma cuadra exista una librería de usados con buena circulación de libros (caso contrario, se impone cambiar de trabajo o lograr la mudanza de la propia empresa). Luego, debe pasar todos los días (o día por medio, como mucho) y revolver todas las mesas. Pongamos que un viernes uno encuentra Much obliged, Jeeves; lejos de conformarse con esto, uno debe ambicionar más. Debe preguntarse si este libro formará parte de una biblioteca recién ingresada de algún difunto con buen gusto literario, y buscar con cuidado. Si no encuentra nada más de PGW en las mesas, tendrá la astucia de mirar disimuladamente los libros aún apilados bajo las mesas; con ese ojo rápido, entrenado en estos menesteres, buscará un lomo similar al libro mencionado, y así descubrirá «The girl in blue». Lejos de solicitarlo al librero (lo cual despertaría sospechas y podría encarecerlo) registrará el nuevo lomo en la retina y pasará en los días siguientes. Si a los tres días el libro aún no ha sido promovido a la mesa de ofertas, uno discretamente -miradas furtivas a los costados- lo sacará de la pila, con la esperanza de encontrar el precio ya estampado en la primera página. Verificado esto ($3 !) uno retendrá el libro como si nada, y seguirá mirando las mesas… Hacen falta nervios de acero en estos momentos, para contener la excitación y afrontar el riesgo de ser ignominiosamente reprendido («No se pueden sacar los libros de ahí, señor!»). Pero uno, con la cancha que dan los años, seguirá afectando indiferencia, y haciendo que medita la compra de otros volúmenes («La capitana del Yucatán», de Salgari, acaso? ). Si no encuentra ninguna otra cosa medianamente potable para disimular la joya, igualmente enfrentará a la propietaria con paso firme. Le tenderá el libro con afectado desinterés, apostando a que la señora no objetará la maniobra («Pero… este libro estaba en las mesas ? ¡No lo habrá sacado de las pilas! ¡Seguridad!! ¡Policía!!!»), verá su intrepidez será recompensada («Tres pesos. ¿Le doy una bolsita?») y se marchará con paso rápido pero discreto.
No es algo al alcance de cualquiera, como ven.

2. A la hora de escribir, la única virtud que me reconozco es la ortografía … en castellano. Mi gramática y mi sintaxis dejan mucho que desear; lo mismo que mi ortografía cuando se me da (poco, por suerte) por mandar un latinajo… Por lo tanto, suelo recibir con gusto las correcciones de los lectores. De verdad, les juro: me gusta que me corrijan (además, es indicio de que me leen con cuidado… y que me leen lectores que saben leer). Bien.
Pero… de carne somos: quién estará libre del pecado de alegrarse un poquito del error ajeno, sobre todo si el que se equivoca es el que corrije [*]. Y si de gozar una «gaffe» se trata, me cuesta imaginar que pudiera pasarme algo mejor que recibir esta corrección. Casi me parece demasiado bueno para ser verdad. Qué envidia, qué envidia…!

3. Me acerca Ignacio este artículo sobre Wodehouse (en inglés) publicado recientemente en «First Things» (revista católica yanqui, más bien conservadora). Está muy bien.


[*El lector Horacio me co…rrige. «Corrige» es con «g». Buenísimo. Lo dejo así, porque prefiero que conste el error; pifiarle justo en esa palabra, en ese párrafo, y tras jactarse de tener buena ortografía… ni que lo hubiera hecho a propósito!].
# | hernan | 26-octubre-2005

Clarín y la Iglesia

Luego de lo fortalecido que salió el Presidente en las elecciones, la Iglesia espera que Néstor Kirchner abandone la confrontación y se abra al diálogo con la oposición y todos los sectores.
Dice Clarín. Yo no entiendo muy bien cómo funcionan esas cosas, creía que más lógico es esperar lo contrario… (a menos que «esperar» signifique «esperar contra toda esperanza»… pero en ese caso, habría que cambiar el «Luego» inicial por un «A pesar de»… ¿no?)
Pero se trata de Clarín, de modo que no hay por qué suponer que eso refleja el pensamiento o las esperanzas de «la Iglesia». Nos quedamos tranquilos, pues.

A propósito, vean este titular, para referirse al cierre del Sínodo de obispos: «Críticas de la Iglesia a los divorciados». Delicioso.
# | hernan | 26-octubre-2005

Panorama turbio

Con ocasión de las elecciones en Argentina, los de Panorama Católico han publicado una «Guía del Votante para los Verdaderos Cristianos«, que -según dicen- es un «Documento del Episcopado Norteamericano, que puede orientar al electorado argentino, dado el silencio de sus pastores». («Alguien tiene que decir la verdad», dice el lema de «Cabildo»… o sea: nosotros; claro, el Magisterio habla poco -y cuando habla -Concilio Vaticano II y lo que sigue- no nos halaga los oídos-; enseñemos nosotros, pues, que somos los verdaderos cristianos y sabemos qué hay que hacer para serlo).
Está bien. Esta guía plantea cinco puntos «no negociables»; adivinen qué: aborto, eutanasia, investigación con células estaminales fetales, clonación humana y matrimonio homosexual. Palabras como «justicia», «pobreza» y tantas otras, no aparecen mencionadas. Sólo un párrafo recomienda atender al «bien común», con preferencia a la ventaja personal.

Bueno. A mí no me suena muy bien; pero como no entiendo mucho de esas cuestiones, puedo creer que esté mejor de lo que me suena.

Lo que sí creo que corresponde observar es esto: el tal documento, que estos «verdaderos cristianos» nos traducen del episcopado norteamericano (dado el «silencio de nuestros pastores»… ay!, si yo fuera obispo otro gallo cantaría!), no es tal. Es un documento de una asociación católica más, y de ninguna manera proviene de los obispos. Más bien al contrario.
Sería bueno que estos formadores de verdaderos cristianos empezaran por decir la verdad (citando las fuentes para empezar… como ya le pedíamos otra vez).

Naturalmente, esto podría ser sólo una inocente inadvertencia. No lo creo; pero como sea, y más allá de esto: el espíritu de esta revista apesta.
Para decirlo con más sencillez: eso hace mal. En los dos sentidos: acción y efecto.


* Tras escribir lo anterior, encontré que Disputations había comentado esa guía. «Who died and made Catholic Answers the Magisterium?» , se pregunta Tom. Ja…
# | hernan | 26-octubre-2005

Paso

El domingo vi la tapa en los kioscos y casi automáticamente (recaí en el viejo vicio del ajedrez hace poco; ya estaremos saliendo, si me ayudan) se me ocurrió la obvia contra-metáfora. Y como ya hemos aprendido a recurrir a Google para desinflar toda ilusión de originalidad, buscamos y encontramos que la metáfora ya había sido usada, pero espantosamente mal:
En ajedrez, cuando un jugador se ve amenazado por una disyuntiva deplorable, se dice que está en Zugzwang. Es el caso, por ejemplo, del caballo que amenaza a dos torres. Ante la desagradable necesidad de quedarse sin una de ellas, el Zugzwang te obliga a decidir cuál es la pérdida que menos daño hace.
No. De ningunísima manera, mi estimado escritor-policial-uruguayo- radicado-en-Cuba-que-confía-en-la-lucidez- augural-del-Presidente-Chávez; permita una corrección de un hermano rioplatense que de política solo sabe que no sabe nada, pero que de ajedrez sabe que sabe un poco más que usted:
Se llama Zugzwang la situación (rara y paradojal; y por lo mismo, con cierto atractivo estético) en la que al ajedrecista al que le toca jugar la obligación de mover lo perjudica, pues cualquier jugada le resulta peor que la opciòn de «pasar«.
Pero -y esa es la gracia, le garanto-, en ajedrez está prohibido pasar. En otros juegos, no.

En fin: otra metáfora estropeada.

(El gráfico ilustra un caso extremo -y paradigmático- de un zugzwang mutuo: el que tiene el turno de mover, pierde)
# | hernan | 25-octubre-2005

El hábito no hace al monje, pero…

Como a propósito de esto -y de aquello– este domingo me tocó acompañar, caminando por Buenos Aires y viajando en el tren (ex San Martín [*]; parados, claro) a una monja, de hábito riguroso y notorio. Falta de hábito de mi parte (perdón por el chiste idiota), poquísimo mundo clerical… Así que fue una linda experiencia (además de la linda experiencia de hablar con esta prima, a quien veo muy espaciadamente, y con quien compartimos algunos obvios intereses, nada típicos en mi extensa familia paterna), sentir el discreto pero indubitable impacto que provoca algo tan elemental en la gente. Y creí percibir, a pesar de todo, a pesar las encuestas y los recuentos, más atracción y respeto que rechazo y desprecio. Acaso ilusión mía; bien. De todo habrá.

Ella, de todas maneras, también tenía sus pequeñas historias que contarme al respecto, semejantes a las que enlacé arriba.

Quién sabe, a veces pienso… ¿Cómo reaccionarían los hombres de hoy ante la predicación de un San Francisco de Asís? (Pienso especialmente en el poverello, que predicaba no sólo con palabras -pero también con palabras-, que asumía con alegría su papel de tonto; me lo imagino en el subte, en la facultad, en «la City»…). La verdad, a veces creo que haría hoy tanta impresión como en el siglo XIII. Quizás más.

[* Me corrige un lector la dicha línea «ex San Martín» ha sido devuelta al pueblo trabajador y consiguientemente ha recuperado el nombre; puedo creerlo, yo suelo andar atrasado (no más de siete u ocho siglos, por lo general); sería «ex ex San Martín», pues]
# | hernan | 25-octubre-2005

Geometría

Una página con montones de teoremas de geometría. Linda cosa, aunque sé menos de lo que debería.
Recuerdo que en primer año del secundario (12 años) mi profesor de matemáticas (el gordo Bianco; buen profesor) me vio garabateando… para matar el tiempo, en lugar de dedicarme a cosas propias de mi edad y mi ambiente, estaba yo tratando de demostrar el teorema de Pitágoras. Un espanto. Una vergüenza, entre tantas. Mucho tiempo después, me dijeron que Einstein a esa edad hizo lo mismo; lo cual (aun suponiendo que no sea falso, como casi todas las anécdotas y dichos que se le atribuyen) no me consuela: porque él lo demostró, yo no (Y además, no tengo especial interés en parecerme a Einstein).
En la misma página, hay 54 demostraciones del teorema de Pitágoras. Mi profesor me salió con la 9, que será todo lo elegante que quieran, pero no es lo que andaba buscando. Para mí, la demostración es la 6.

Este fin de semana estuve dando vueltas con un problema que leí por ahí… Me hirió el orgullo no poder resolverlo con facilidad; pero después descubrí que había leído mal el enunciado.
En mi versión, más difícil, el problema se reduce a calcular el radio de un círculo en función de dos cuerdas consecutivas que subtienden un cuarto de circunferencia. Es más fácil verlo: se trata de calcular OA (=OB=OC) dados AC y CB.
Agradeceré si alguno puede encontrar una solución geométrica. Es claro que sale con trigonometría pero debe haber algo más elegante.
(Creo que también debería salir igualando sumas de superficies de triángulos : S(OAB)+S(ABC)=S(OAC)+S(SCB) –fórmula de Herón mediante- y despejando la única incógnita, pero el álgebra pinta aburridísima).
# | hernan | 24-octubre-2005

Gentlemen

En Times, via TSO, via Amy:
Si bien los trámites para la beatificación del Cardenal Newman se abrieron en 1958, hasta ahora no se tenía registro de milagros atribuidos a su intercesión. «Tuve que decirle a Juan Pablo II que los ingleses no somos muy buenos para eso de los milagros» -dijo el cardenal Murphy O’Connor-. «No se trata de falta de fe; es que el inglés tiende a considerar a Dios como un caballero (gentleman) al que uno no debe importunar».
De paso: No sabía que Inglaterra no tenía ningún santo canonizado desde los tiempos de la Reforma.
# | hernan | 20-octubre-2005

Felicidad relativa

En estos tiempos en que todo se mide, uno abre el diario [*] y se entera, por ejemplo, de que los habitantes de tal país son un x% más felices que los de tal otro. O que cierta categoría de hombres (digamos: los varones australianos de más de 40 años), tras pensarlo un poco, resolvieron calificar su propia felicidad en un 7.5 (en una escala de 1 a 10, en promedio).
Esos números (a pesar de que sean números, a pesar de los respetables centros de investigación, a pesar de los expertos que sacan conclusiones) me dejan algo perplejo, me cuesta creer que tienen algún sentido. No entiendo cómo alguien puede medir un grado de felicidad.

Este otro articulo tiene algo de esto, pero parece un poco más jugoso.
Un par de cositas:
…el hombre común cree que es más feliz que el promedio (lo cual obviamente es imposible).
Esto me pareció notable. Habría unas cuantas vueltas de tuerca a dar… Dejemos las objeciones estadísticas («la mayoría de los hombres tiene un número de piernas mayor al promedio», ya se sabe; pero esa paradoja difícilmente se aplica acá). Y supongamos por un momento que efectivamente el grado de felicidad de cada uno es algo «objetivo» y -en principio- medible.
En ese caso, si la mayoría de los hombres evalúa que su propia felicidad es mayor a la felicidad promedio, parece que la evaluación es equivocada. El error puede provenir de «medir» mal la felicidad propia o la ajena. Parece razonable suponer que uno no se equivoca al evaluar la propia felicidad. ¿Conclusión? Tendemos a sub-valorar la felicidad ajena. En general, creemos que el prójimo es menos feliz de lo que en verdad es.
Pero eso no necesariamente debe atribuirse a defecto de visión del observador. Acaso más bien se deba a que tendemos a mostrarnos más desdichados de lo que en verdad somos. Preferimos sobreactuar nuestros problemas y disimular nuestras alegrías.
¿Será así? No sé, hay demasiados supuestos dudosos en el camino. Pero me gusta la idea.
Me gusta, y me preocupa también. Porque, si es así, Dios no debe estar muy contento con nosotros. Tal vez tenga algo que ver con aquello de «hacerse como niños».

En el mismo párrafo, afirma que, independientemente del «error», el hecho de ser feliz (o de creerse feliz… si es que hay alguna diferencia) es una buena noticia, porque…
… porque las investigaciones muestran que las personas más felices tienen mejor salud, son más exitosas, más trabajadoras, caritativas y comprometidas socialmente.
Aristóteles (¿o era San Agustín?) decía que no tiene sentido preguntar a un hombre para qué quiere «ser feliz», pues la felicidad es un fin en sí mismo. Pobre Aristóteles, él no contaba con los resultados del «research» contemporáneo; y apuesto que -pobre- habría tenido problemas en entender el párrafo anterior. Sobre todo le habría costado entender que «es bueno ser feliz, porque así uno es más trabajador». «Bueno… para quien?», imagino que habría preguntado.


[* expresión metáforica, o en camino de serlo; lo que son las cosas…]
# | hernan | 19-octubre-2005

Sancho y la buena prensa

-¿De qué se trata?

-Es el Director Editor Propietario del Diario Católico de la Ínsula, Esplendencia. Y vino a acusar que una cantidad de Párrocos no le fomentan el diario, que los Colegios Católicos no obligan a los chicos a comprarlo, y muchos católicos ricos no lo ayudan con dinero; y todo eso es contra la Bula de la Buena Prensa.

-¿Está bien hecho ese diario, primero’e todo?

-A decir verdad, Esplendencia, cusí cusá.

-¡Qué mala suele ser la buena prensa! -reflexionó Sancho-. Yo encuentro que un diario malo si es católico, no es católico, si ustedes me entienden. Y si un católico hace un mal diario católico, los otros católicos no deben darle dinero por ser católico.

-Contra la Bula -argumentó Tirteafuera-. Si los diarios católicos estuvieran bien hechos ¿qué gracia tendría? Eso suprimiría la Bula. Para ejercitar la fe de los fieles es preciso que el diario católico sea una aburridora, con noticias atrasadas y pueriles, artículos y cuentos de hacer dormir parado y un Director Teólogo que no sepa bien el Catecismo, con una foto del Capellán Mayor y demás Jerarcas Constitucionales, y las bodas de oro y de plata sacerdotales de cuanto fraile y monja se tercie. Ésa es la tradición recibida de todos los diarios católicos, Esplendencia; y no vamos a innovarla nosotros en nuestra insignificante Ínsula.

-Yo encuentro que un católico -insistió Sancho- debe hacer bien lo que hace, como hago yo, cuando puedo. Si un católico no hace pasablemente bien lo que hace, no es católico, como dijo el Apóstol San Jacobo, o sea, Santiago y cierra España.

-San Pablo -dijo el Capellán.

-El que sea -ripostó Sancho-.
De «El nuevo gobierno de Sancho«, de Castellani.
# | hernan | 18-octubre-2005

Bibliofilias

Terminé hace poco las «Memorias póstumas» (tres gruesos tomos) del General Paz. Muy interesante. Las mechaba con una «Historia argentina» de Busaniche (anti-unitario rabioso), como para conservar el equilibrio de perspectivas.
Estos días estoy leyendo: «Dios y nosotros«, de J. Danielou. Comentaremos.
Danielou pasó inevitablemente a segundo plano cuando el viernes descubrí revolviendo usados «Much obliged, Jeeves«, uno de los pocos de Wodehouse que me quedaban por leer; a $3, encima (habría pagado $30; como para compensar, agarré otros cuatro libros de la mesa de saldo, algunos de los cuales tal vez no lea nunca; entre ellos, una «Arqueologìa de Palestina»…).
Esta novela de Jeeves, una de las últimas, y por consiguiente, no de las mejores; pero disfrutable igual; me la devoré con gusto el fin de semana.
– [Bertie]… Who was it said someone was was intoxicated with the exuberance of his own verbosity ?
– [Tía Dalia] I don´t know.
– Jeeves would. It was Bernard Shaw, or Mark Twain, or Jack Dempsey, or somebody…


-[Bertie] Can nothing be done?
-[Tía Dalia] The best plan woul be for you to go to him and tell him how much we admire him for being Lord Sidcup and what a pity it would be for him to go back to a ghastl name like Spode.
-What’s the next best plan?


-Jeeves -I said- a somewhat peculiar situation has popped out of a trap, and I would be happy to have your comments on it. I am sorry to buti in when you are absorbed in your Spinoza and have probably just got to the part when the second corpse is discovered, but …
La novela es de 1971. Me dio un poco de tristeza notar que para ese entonces el idioma inglés aún no había perdido perdido la palabra «gay» (en su significado original, claro está). O tal vez Wodehouse no había enterado (o no se daba por enterado).

Otro hallazgo de la semana pasada fue un tomo usado de los Comentarios de Maldonado, a los evangelios de Marcos y Lucas. Comentaremos.

Hace poco, saliendo de viaje de fin de semana, manoteé de la biblioteca «Tienda de antigüedades» de Dickens, creyendo que era lectura pendiente. Recién al pasar la tercera parte empecé a sospechar que en alguna época inmemorial (tal vez en otra vida) ya la había leído. Sospecha que se fue confirmando lentamente, sin llegar nunca (ni siquiera al terminar) a la certeza completa. Y bueno. No digo que Dickens no tenga lo suyo, pero el melodrama a veces da un poco de impaciencia… vio. Recordé -o creí- recordar al paso que esta novela era un folletín que salía en algún diario de la época; y que cuando al final la nena muere -ups! conté el final!- hubo una tormenta de lectores indignados. Otros tiempos, en verdad.
No recuerdo dónde leí hace poco esta sugerencia a los bibliófilos, para hacernos recordar que estamos de paso: mirar nuestra biblioteca y pensar que, con seguridad, tal o cual libro no lo volveremos a abrir jamás. Bueno… «Tienda de antigüedades», muy probablemente, nunca lo volveré a abrir.
# | hernan | 17-octubre-2005

Buta

Buta-connection es un sitio en francés sobre el estudio Ghibli. De lo mejor que he visto.
Vean, por ejemplo, la lista de películas, las galerías, los videos, el comentario de Totoro, los detalle de Omohide Poro Poro (con imágenes del manga original), las influencias de Miyazaki. Impresionante.



PS: Dije ayer que el estilo de Frederick Back no tiene mucho que ver con el anime -y por lo tanto con Ghibli. Pero debí haber notado que lo mismo podría decirse de «Mis vecinos los Yamada» … y es de estudio Ghibli, sin embargo.
# | hernan | 13-octubre-2005

El hombre que plantaba árboles

Un poco triste al pensar que no me quedan casi películas del estudio Ghibli por descubrir, anduve viendo si encontraba algo remotamente similar. Poco y nada hay, según parece. Pero,si no similares, algunas cositas interesantes he topado.

Digamos algo hoy sobre «The man who planted trees», de Frederick Back.

Este Back es un animador canadiense, admirado por Miyazaki y Takahata. Su estilo no tiene nada que ver con el animé, ni con Disney. Algo más … expresionista, supongo; con la textura de dibujos al lápiz, como esbozados a veces, colores suaves y difuminados, animación discreta pero muy dinámica -una cámara muy móvil, por decirlo así.
Las imágenes les darán una idea; corresponden a «El hombre que plantaba árboles», un cortometraje de 25 minutos, lo único que vi por ahora (aunque ya tengo un par más en carpeta).

El estilo de dibujo me gustó, aunque no puedo decir que me haya deslumbrado como lo de Miyazaki (pero bien puedo creer que esto se debe a que el tipo apunta más alto y a mí me falta sensibilidad plástica; y no descarto que con el tiempo me guste más). Pero la obra, en su conjunto, logró emocionarme.

Se trata de un cuento medianamente conocido (dicen) de Jean Giono, de 1953. Lo pueden leer completo acá (o acá o acá). El relato en off del corto sigue el texto al pie de la letra.

El tema es muy simple: un hombre solitario que, en una región casi desierta de los Alpes franceses se dedica durante muchos años a sembrar semillas (con disciplina estricta: cien por día) para hacer crecer un enorme bosque. Y se sale con la suya. Y muchos aldeanos de la zona ven mejorar sus condiciones de vida sin saber a quién deberían estar agradecidos.
Y no hay mucho más. Sin embargo, a pesar de lo elemental del asunto (o tal vez por eso mismo) la historia resulta memorable.

Parece que muchos leen en esta historia una especie de manifiesto ecológico. Yo no soy muy aficionado a las lecturas alegóricas, cuando la literal basta. Y, sin embargo, creo que a mí me emocionó por la (evidente… ¿no?) lectura religiosa … en el sentido más amplio de la palabra. Quiero decir que, para mí, se trata de una historia de santidad antes que de ecología. La alegría -y la envidia- de contemplar la vida de un hombre que hizo el bien a secas; que supo vivir, en suma; que se salió con la suya.
Y después de todo, los santos son los únicos que verdaderamente se salen con la suya.
# | hernan | 12-octubre-2005

Grande como antaño

De un carta de Simone Weil a su hermano Andre:
Te agradezco que me digas que el futuro necesita de mí; pero, tal como yo lo veo, el futuro no tiene más necesidad de mí que yo lo tengo de él. Si tuviera la máquina de viajar en el tiempo, no la volvería hacia el futuro, sino hacia el pasado. Y ni siquiera me detendría en los griegos; iría por lo menos hasta la época egeo-cretense. Pero este solo pensamiento me hace el mismo efecto que hace el relato de un milagro a un hombre perdido en el desierto. Me produce sed. Más vale no pensar en esto, puesto que este minúsculo planeta en que estamos encerrados sólo volverá a ser fecundo, grande y variado, como antaño lo fue, mucho tiempo después de que nosotros hayamos desaparecido. Si es que vuelve.
# | hernan | 12-octubre-2005

Tipos de lectores

Venía esta mañana en el subte, parado, releyendo algo de Simone Weil. Y de pronto me percaté que a cada lado tenía otros dos lectores (viajar en subte te hace dudar de eso de que «ya nadie lee»). Pispeé disimuladamente, como es de rigor: libros y tipos. A mi izquierda, un hombre (entre 30 y 40, algo agobiado, se me antoja, como castigado por la vida, esperando salvarse, pero esperando cada vez menos); a mi derecha, una chica (digamos, alrededor de 25; cara poco expresiva y no me parece inteligente). Los libros, despreciables ambos: a mi izquierda, «El código Da Vinci» a la derecha, «Padre rico, padre pobre» (o algún otro de la serie)

Sigo leyendo, mientras pienso, con alguna maligna arbitrariedad, que los tipos de lectores no parecen corresponderse con los libros. Mejor pegarían si los intercambiamos… pienso.

Quién sabe, se me ocurre ahora, si ellos no han pensado lo mismo respecto a los otros dos lectores del trío. Quién sabe si la chica no habrá pensado: «el flaquito este tiene el tipo de lector de Dan Brown, más que de Simone Weil», y el lector masculino no me habrá juzgado más bien en el tipo del filo-capitalista con berretines de éxitos financieros.
Improbable será, me digo; pero ciertamente no inmerecido.
# | hernan | 12-octubre-2005

Los buenos vinos y los buenos amigos

¿No se puede hacer nada para detenerlos? ¿Es demasiado tarde? ¿Nada está a salvo?
Miren: yo ya había comprado el vino. Ya lo había destapado, incluso, y me estaba tomando el primer vasito. A esa altura, no había por qué tratar de venderme nada. En todo caso, mientras estoy tomando un vino, podrías intentar venderme alguna otra cosa. Pero no. El publicista quiere venderme el vino que acabo de comprar. Y me lo estropea, vean. Me lo estropea.
Porque -aunque uno no es ningún catador y se limita a comprar vinos sólo un poquito más caros que los más baratos- el vino estaba rico.
Un Syrah, Colón.
Y miren lo que son las cosas (para que no digan que no entiendo para qué sirve la propaganda), es probable que haya influido en mi elección alguna vieja publicidad en la revista Jauja (Graffigna amigo de Castellani, claro…). Y aquella publicidad de 1969 era bastante feíta, no digo que no. Nada sofisticada. «En el placer de una copa… el sabor más refinado», decía. Eso, nomás.
Y hoy, 36 años después, con el vaso en la mano, uno inocentemente gira la botella y en la etiqueta de atrás (esa maldita compulsión por leer cualquier texto que se nos cruza!) se encuentra con esto:
VINO TINTO. (Hasta acá veníamos bien)
Es un vino de color profundo y cierta complejidad (empezamos a divagar un poquito…), que deja percibir la madurez de las uvas con las notas de café y las sensaciones de humo que le aporta la madera. (Bueh. Es el tipo de cosas que dicen apreciar los que saben. Delirante, pero algo simpático. Algo había que poner. Pasa.)
Misterioso y enigmático. (Bueno, ya podría terminar con esto, ¿no?. Pero no. Agárrense ahora.)
Te va a hacer acordar a ese amigo que se fue a vivir a otro país. Y que cada vez que vuelve, te sorprende por su evolución y te aporta sensaciones nuevas.
No hay derecho. Un poco de respeto, por favor. Un vino es -en su género- una cosa noble. No puede ser que un publicista pueda imaginar ese párrafo y estamparlo en la etiqueta de un vino con total impunidad. Peor: es de creer que le han pagado por eso. Es para desesperar del mundo.

A mí me da miedo, sobre todo, pensar en la imagen que el publicista debe tener de la gente que consume sus productos; me estremecer pensar que, en su concepción del mundo, es normal tener un amigo que se fue a vivir a otro país y cada vez que vuelve, nos sorprende por su evolución y nos aporta sensaciones nuevas. O que si no lo tenemos, nos gustaría tenerlo. Quisiera poder contestarle (con algo de violencia, incluso) que no, que está equivocadísimo, que yo no tengo tal amigo, y estoy contento de no tenerlo.
Pero esa contestación sólo tendría sentido si pudiera hacerla en nombre del consumidor normal. Y no estoy seguro. Quisiera estar seguro de que el imaginario de los publicistas es completamente irreal, pero no lo estoy. Tal vez, pienso… si hoy el mundo no es como estos publicistas lo imagina, mañana lo termine siendo. Y de pronto se me ocurre -y me da miedo pensarlo- que acaso la verdadera misión de los publicistas no sea convencernos de comprar tal o cual vino, sino de tener tales o cuales amigos…

Oscar Wilde, creo, pergeñó aquella paradoja de que la naturaleza (o la vida, o el mundo) imita al arte. Estamos en el siglo XXI. Cambien «arte» por «publicidad» y díganme cómo les suena. Y díganme si no tengo motivos para tener un poquito de miedo.
# | hernan | 11-octubre-2005

Descargo

Dice P. G. Wodehouse, en el breve prefacio de «El código de los Wooster» -una de las mejores novelas de la saga de Jeeves:
… Hace ahora cosa de catorce años, siendo yo un vehemente muchacho de algo más de treinta, empecé a escribir las historias de Jeeves, y mucha gente opina que ya debería dejar de seguir tomándome semejante molestia. Dice Carpers que ya lo hecho basta. Lo mismo juzga Cavillers. Mis amigos miran la perspectiva de los años venideros, y al prever que estas crónicas seguirán multiplicándose como conejos, se sienten abrumados.
Contra esto, sólo puedo alegar el hecho de que componer relatos sobre Jeeves me causa verdadero placer. Y, además, que mientras los escribo no ando frecuentando las tabernas…
Mutatis mutandis…
# | hernan | 5-octubre-2005