… Aunque en el fondo estamos preocupados por cosas muy diferentes, y el silencio no reina sólo porque ella canta, y muchos ni siquiera miran y prefieren hundir el rostro en la piel del vecino, y Josefina parece por lo tanto esforzarse inútilmente en el escenario… hay algo sin embargo en su canto —y esto no puede negarse— que nos conmueve. Esos chillidos que lanza mientras todos están entregados al silencio, nos llegan como un mensaje del pueblo entero a cada uno de nosotros; el tenue chillido de Josefina en medio de esos momentos de graves decisiones es casi como la miserable existencia de nuestro pueblo en medio del tumulto del mundo hostil. Josefina se impone, con su nada de voz, con su nada de técnica se impone y nos llega al alma; nos hace bien pensar en eso. En esos momentos, no soportaríamos a una verdadera artista del canto, suponiendo que hubiera alguna entre nosotros, y a todos nos espantaría la insensatez de semejante concierto. Que Josefina no descubra jamás que la escuchamos justamente porque no es una gran cantante. Algún presentimiento de esto ha de tener, de otro modo ¿con qué motivo negaría tan apasionadamente que la escuchamos?; pero igual sigue cantando, tratando de alejar a chillidos ese presentimiento…
Franz Kafka– «Josefina, la cantante» o «El pueblo de los ratones» – (fragmento)
Franz Kafka– «Josefina, la cantante» o «El pueblo de los ratones» – (fragmento)