—Tal vez— el genio no sea más que la capacidad
de atravesar las «noches oscuras». Los que carecen de él son
los que, no bien llegan al borde de la noche oscura, se desaniman
y declaran: no puedo; no estoy hecho para esto; no entiendo nada.
(Como esos que dicen: me gusta la poesía, pero cada vez que he intentado escribir un poema, era tan malo que se me quitaban las ganas de seguir.)
Por eso el talento es, en general —casi siempre— —prácticamente siempre— una condición del genio. Antes de abordar la noche oscura, el hecho de haber igualado o superado a los mejores en una especialidad (los mejores contemporáneos) constituye una poderosa defensa contra la creencia en la propia incapacidad y contra el desánimo.
Y también acá, no creo que haga falta limitar esto a las artes
de escribir poesía o tocar el violín. Vivir. La santidad.
Y la noche oscura, en el sentido estricto (*).
(Como esos que dicen: me gusta la poesía, pero cada vez que he intentado escribir un poema, era tan malo que se me quitaban las ganas de seguir.)
Por eso el talento es, en general —casi siempre— —prácticamente siempre— una condición del genio. Antes de abordar la noche oscura, el hecho de haber igualado o superado a los mejores en una especialidad (los mejores contemporáneos) constituye una poderosa defensa contra la creencia en la propia incapacidad y contra el desánimo.
Por otro lado, este pensamiento de que el talento es escudo contra el desánimo podría ser causa de desánimo, para los que se reconocen sin talentos (en uno u otro sentido), mejores en nada. Adivino que esto a Simone le tendría sin cuidado (¿qué buscabas, un libro de autoayuda?). Y si el talento es un don (y casi por consiguiente, entonces, el genio) sería pecado de envidia rebelarse contra ese hecho; este no es lugar para igualitarismos. Pero también podría ser que no se trate solo de talento nato, sino también de habilidad -parcialmente- adquirida. Habilidad que, como el talento, no sería importante por sí sino por servir de apoyo; ganar confianza para seguir. Podría ser.
Y podría ser también que esto arroje alguna luz sobre la obligación (grave, tal vez) del no-talentoso de aplaudir al talentoso.
* No me cae muy bien el uso demasiado extendido de la expresión (como las trivializaciones sobre aquello de «cargar las cruces»); la «noche oscura» de que habla San Juan, me parece, no la cruza (ni la vislumbra) cualquiera, que es un estado alto, a no confudir confundir con cualquier sequedad o pena de las que tenemos todos.