Minimizando el riesgo

Nuestra experta en concilios empieza a responder a las expectativas de sus partidarios. Además de traer nuevos argumentos igualmente gruesos para incriminar a la Iglesia católica por su misoginia [*], se largó a hablar del aborto, fuerte y claro.
Bueno… digamos mejor, fuerte. Lo de claro… más o menos. Página 12 dio esta versión:
“Yo no estoy en contra de la vida, pero si hay alguna mujer que quiere abortar por algún motivo que parezca lo suficientemente serio, tiene que poder hacerlo en condiciones de seguridad en las que no arriesgue su vida”, concluyó.
Pero parece que en realidad no, no concluyó; parece que hubo un corte piadoso. Los demás ( La Nación, LNP, IB; Clarín miró para otro lado) traen una versión más larga y más sabrosa:
Yo no estoy en contra de la vida, pero si hay alguna mujer que quiere abortar por algún motivo que parezca lo suficientemente serio, tiene que poder hacerlo en condiciones de seguridad en las que no arriesgue su vida ni la de la criatura. Porque de lo que no nos acordamos nunca es qué pasa después con los niños que nacen.
Si realmente dijo eso, se comprende el corte de Página 12…


[* «…durante muchísimo tiempo dijo que en los varones el alma se anidaba antes que en las mujeres, como si [nosotras] fuéramos de segunda». Algún amigo debería advertirle a nuestra prestigiosa jueza que la expresión «de segunda» es una vulgaridad de mesa redonda de TV, miseria de lenguaje que denota miseria de pensamiento. Y que, siguiendo su razonar, la Anatomía del siglo XXI también las debe considerar «de segunda», al afirmar que su cerebro es más chico que el cerebro del hombre.]
# | hernan | 8-mayo-2005