Los milagros y las cartas

Internet monk (buen blog, calvinista o ex, o algo así; en inglés) se pregunta por qué las cartas de San Pablo no mencionan nunca los milagros de Jesús (dejemos cosas como la Encarnación y la Resurrección aparte; eso excede el concepto de «milagro»).
Toda una cuestión.
De las respuestas aportadas por los lectores, selecciono y retoco algunas de las que me parecen más atendibles:

  • Los evangelios, para esa altura, ya estaban establecidos en la tradición oral (y estaban empezando a ponerse por escrito). Las cartas son una forma de expresión diferente, se trata no tanto de contar cosas ya sabidas (y que, al estar fijadas en la enseñanza oral ni necesitan repetición ni permiten reelaboración personal) sino de expresión personal, espontánea y libre. De hecho, los milagros no aparecen en las cartas de Pablo ni en las demás [objeción 1: sin embargo sí se relatan en las cartas otros episodios de los evangelios; objeción 2: no se trata sólo de que no se relatan los milagros, sino de que no se hace alusión a ellos: no se usan]

  • Pablo predicaba a un mundo en general pagano, no judío. Pero los milagros eran argumentos de peso para los judíos, para los otros era más bien motivo de escándalo. [objeción: en Corintios cita expresamente el «don de milagros» como uno de los carismas; además, como se dijo, tampoco las otras epístolas los mencionan, y algunas iban dirigidas a judíos]

  • Para cuidar su «autoridad de apóstol». Pablo se distinguía de los otros apóstoles por no haber sido un discípulo de Jesús durante su vida terrena. Al mismo tiempo, se encarga varias veces de recalcar que él no es menos que los otros apóstoles, que predica el mensaje de Cristo con la misma autoridad que ellos. Pero no podía hablar de los milagros si no era remitiéndose a la autoridad de los otros. Por eso, mejor no meterse con eso. Sólo hablará de Cristo crucificado y resucitado («que se apareció a los Doce, y por último a mí») [objeción: suena sugestivo, pero algo traído de los pelos]


  • Por cierto, no hay que descartar que se trate de un detalle no significativo, una pura casualidad. Pero si no conviene descartarlo, tampoco conviene conformarse con eso demasiado rápido. En general, digo.
    # | hernan | 19-mayo-2005