…Por eso, cuando veo en este mundo de sombras y de egoísmo, que se levanta la voz justicialista de nuestro peronismo, me acuerdo siempre de aquello que dijo León Bloy: «Napoleón es el rostro de Dios en las tinieblas«.
Para nosotros, acepto esta frase por lo que significa, y haciéndole un poco de plagio a León Bloy, digo que para nosotros –y con mucha justicia y gran certeza- Perón es el rostro de Dios en la oscuridad, sobre todo en la oscuridad de este momento que atraviesa la humanidad.
Esta curiosa barbaridad es de Eva Perón. Si no me equivoco, en «La razón de mi vida»
también aparece una mención a Bloy, (quizás la misma cita, o quizás esta
otra:
«No concibo el cielo sin Perón» ). Para nosotros, acepto esta frase por lo que significa, y haciéndole un poco de plagio a León Bloy, digo que para nosotros –y con mucha justicia y gran certeza- Perón es el rostro de Dios en la oscuridad, sobre todo en la oscuridad de este momento que atraviesa la humanidad.
Bien, no hace falta ser un refutador de leyendas para suponer que estos lamentables textos esperpénticos en realidad no fueron escritos por Eva Perón. No importa.
El caso es que me causa gracia la relación de Bloy con el peronismo; inesperada y un poco incomprensible, aun para mí… También recuerdo, de mis tiempos de rebuscador incansable de librerías de usados [*], mi sorpresa al encontrar una edición «peronista» de «El Alma de Napoleón» de Leon Bloy, acompañada de algún escrito del general…
Y, política aparte, es extraño y un poco melancólico pensar que en la Argentina de hace medio siglo Leon Bloy era un escritor medianamente conocido; por cierto, creo que las únicas traducciones completas al español de sus diarios son argentinas: de la editorial Mundo Moderno (un nombre escasamente adecuado, diría yo; pero podemos pasarlo por alto). Y el caso de Borges (por quien lo conocí, dicho sea de paso), que lo leyó de joven y siempre lo recordaba.
Me pregunto cómo habrá sido eso, cómo una semilla tan exótica pudo prender (aunque sea efímeramente) en semejante tierra. No sé.
[* Demasiadas repeticiones de la palabra «de«. Es un defecto de la lengua española, dicen.]