Sentía que se me abría un nuevo camino;
podía ganarme la vida con mi trabajo, llegar
a ser completamente independiente.
Y para mí, como para cualquier muchacha
de los años sesenta, la idea de la independencia
era la idea más querida.
Se trata de Anna Grigorievna Dostoyevskaia, en ocasión
de recibir la noticia de su primer trabajo: taquígrafa de
F. Dostoyevsky (que estaba escribiendo, a las apuradas,
El Jugador), a quien sólo conocía de nombre y con
quien se terminaria casando cuatro meses después.
Con lo dicho, se entiende que «los años sesenta» se refiere a la Rusia de 1860.