* «…mucho más que un blog», diría un publicista, Bienvenidos a la fiesta es un mina de información para los lectores; y últimamente viene reseñando casi todo lo de Chesterton.
Archivo por meses: diciembre 2008
Alabanzas de llenos
Serví luego a un clerigón
un mes (pienso que no entero)
de lacayo y despensero.
Era un hombre de opinión:
Su bonetazo calado,
lucio, grave, carilleno,
mula de veintidoseno,
el cuello torcido a un lado;
y hombre, en fin, que nos mandaba
a pan y agua ayunar
los viernes, por ahorrar
la pitanza que nos daba;
y él comiéndose un capón
(que tenía con ensanchas
la conciencia, por ser anchas
las que teólogas son),
quedándose con los dos
alones cabeceando,
decía, al cielo mirando:
¡Ay, ama, qué bueno es Dios !
Dejéle, en fin, por no ver
santo que tan gordo y lleno,
nunca a Dios llamaba bueno,
hasta después de comer. …
Y está bien, el verso y la escena tiene una especie de valor ejemplar, eso de alabar la bondad de Dios tras haberse atracado de comida; como una parábola, casi; sencillita pero no sin filo.
Los que tienen razón
Yo diría que «tener razón» se aplica especialmente al que, en una cuestión disputada, que frecuentemente se reduce a una dicotomía, afirma (interna o externamente) el juicio correcto —verdadero.
Pero esto, sin ser poco, es bastante menos que «estar en la verdad».
Para empezar: uno puede arribar al juicio correcto por malos motivos, por premisas falsas y/o razonamientos rengos (hay malos prejuicios que aciertan); este tendrá razón, pero no estará en la verdad.
Para seguir: es de creer que «estar en la verdad» es algo profundo y orgánico, es cosa de toda el alma, no puede predicarse así nomás a propósito de tal juicio aislado (ni contabilizando juicios certeros vs juicios erróneos); algo parecido a lo que
pensaban Sócrates y Santo Tomás sobre la virtud y las virtudes. Y también, estar en la verdad implica una organicidad no solo entre distintos juicios, sino entre los planos: niveles de interioridad-exterioridad, teoría-práctica…
El caso emblemático: los fariseos tenían razón; pero no estaban en la verdad.
Podríamos cerrar con una fórmula: la cuestión no es tener razón, sino estar en la verdad.
¿Suena a hueco? ¿No sirve para nada? Veamos.
Yo recuerdo a menudo, y la he citado varias veces, aquella sentencia intranquilizadora de Simone Weil: «A veces son los imbéciles los que tienen razón»; intranquilizadora, sobre todo cuando se piensa no en juicios aislados o imbéciles aislados, sino en grandes causas y bandos. Pero recién ahora, a cuento de lo dicho, se me ocurren un par de vueltas de tuerca; y en distintas coordenadas.
Primero: trasponer del plano intelectual al moral. A veces son los malos los que tienen razón (y en cuestiones de moral; práctica y teoría).
Segundo: invertir la dirección, poner el acento en el otro término. Me explico.
Yo siempre leí la frase poniendo el acento en «tener razón», dando por supuesto que eso es lo decisivo. Esta lectura (la original, creo**) sirve de advertencia a los que se creen del lado de los inteligentes (o de consuelo a los que se sienten despreciados por la intelligentzia): ojo, que ser inteligente no es garantía (ni siquiera
en las grandes cuestiones, cuando se forman bandos antagónicos), a veces los inteligentes se equivocan en masa, y tener razón es lo que importa.
Pero, en otra lectura, si pensamos que «tener razón» no es lo decisivo, si «ser inteligente/ser imbécil» lo tomamos en un sentido más alto (estar en la verdad/estar en el error)… la sentencia sigue siendo verdad, pero en una dirección muy distinta: ojo, no te des por contento con estar del lado de los que tienen razón; a veces son los imbéciles los que tienen razón; y por imbéciles… no merecen tenerla. Y no se salvarán por eso.
Combínese este cambio de acento con la trasposición al plano moral, y vuélvase considerar el caso de los fariseos (y piénsese, por ej, en
las disputas por el aborto, etc).
Molestas paradojas para el pensamiento, decía la misma Simone.
Pero no frívolas ni irrelevantes, digo yo. Sobre todo para un cristiano.
* «Tener razón», en la acepción común, no implica el recurso exclusivo a la razón. Que haya verdades no estrictamente racionales, y cómo se relacionan razón, verdad y fe, es cuestión que no nos concierne ( que se calle Unamuno por ahora). Reemplácese por «estar en lo cierto» en caso de duda.
** Si no recuerdo mal, Simone pensaba en las discusiones que tuvieron lugar en Francia en el ’30 sobre la responsabilidad social de los artistas, en particular si los literatos debían tener total libertad —en todos los planos— o si debía limitarse esa libertad en consideración a los efectos nocivos y desmoralizantes que podían tener ciertos libros (sobre todo cierta militancia pacifista disolvente en boga) sobre la patria de los franceses. Previsiblemente, el bando de los intelectuales estaba por lo primero. Pero, dice Simone, al final eran los imbéciles los que tenían razón.
Casi nada
No somos casi nada.
Y acá estamos, viendo que todo funcione como antaño (y proponiéndonos vanamente
hacer backups más seguido).
Y ahí
va un poema de Poe, traduccción de Carlos Obligado.
Hay cualidades —entes incorpóreos—
que tienen doble vida. Ved su imagen
en la materia y la luz: dualismo
visible en cada sólido y su sombra.
Hay un Silencio doble —mar y orilla—
cuerpo y alma esencial. Habita el uno
los sitios solitarios que hace poco
la hierba recubrió. Tórnanlo leve
remembranzas de ayer, ciencia de lágrimas;
se llama «Ya no más», y siempre ha sido
el cuerpo del silencio: no lo temas.
No hay maleficio en él. Pero si acaso
un destino impaciente (¡oh, prematuro!)
te hace encontrar su sombra (elfo sin nombre
que reina en un desierto nunca hollado)…
encomiéndate a Dios.
Sueltos: de jesuitas y tradiciones
No sabía de su existencia, y por lo que veo en Google hay poquísimas menciones (sólo dos; de una de ellas extraigo la imagen, idéntica a la que yo vi). Si no hubiera ninguna, yo habría supuesto errata del mueblero; si hubiera muchas, simple ignorancia mía. En este caso, no sé qué pensar. ¿Alguien sabe si existen tales sillas, y el por qué de su nombre?
Y de paso: ¿alguno tiene experiencia de uso con la silla? ¿es recomendable, ergonómicamente hablando? (teológicamente, llegado el caso, sabré tomar las debidas precauciones).
Bien está. Aunque el tufillo de esa derecha católica española, aunque distinto al de por acá, me guste tan poco como este; aunque aquella militancia «anti progre» me fastidie tanto como esas jactancias de rebeldía adolescente (ay, somos «políticamente incorrectos»!), a pesar de todos los previsibles maletendidos y manoseos, bien está. Si Castellani no cupo en las sectas de por acá, menos cabrá en las de por allá, es de creer.
Quizás sea buena ocasión para hacer unos posts a manera de «Introducción a Castellani», que me han pedido alguna vez; visto con mis ojos, claro está. Puede ser.
Y de yapa un post sobre Juegos de cordel con enlaces.