En uno de esos blogs católicos de derecha, de esos que están muy bien
informados de la actualidad eclesial (o clerical), con esa especie de pasión por «estar al tanto» que me recuerda invenciblemente al acopio de saberes en que invierte su vida la vieja chismosa de la vecindad, dictaminan que von Balthasar
no es un teólogo seguro.
Bien; ninguna novedad tal calificación de tal procedencia. Conocemos, más o menos, la regla con que miden católicos estos católicos: lo que les importa es una especie de pureza, de incontaminación. Un teólogo ( y mutatis mutandi un filósofo, un cura, un escritor, un blogger) se juzga según la integridad de su catolicismo; y tanto más íntegro (ortodoxo) será en cuanto defienda con más énfasis y con menos matices todas las cosas que hay que defender y con más energía repudie y ataque a los enemigos.
El que nos aporta municiones.
La calidad de sus razones, inteligencia, estilo,
espíritu, vida, caridad… es cosa secundaria. Es un lujo, vamos.
Mientras más abundantes y más largos y más pomposos sean los ensayos que Fulano escribe a favor de lo primero y en contra de lo segundo, más seguro será.
Un católico de buena línea, como también he oído por ahí.
Por contra, si Mengano coquetea con el enemigo, critica a los del propio bando,
trae novedades, descoloca, incomoda, disuena … tanto menos seguro será.
Es así de simple.
Una regla sencilla, en verdad; y de amplio uso;
sólo varían un poco los umbrales… Discutirán entre ellos
si Mengano está con los «dudosos» o con los «filo-progres» o los «progres»
o directamente con los herejes; pero si los umbrales para caer en el paraíso,purgatorio o infierno son discutibles, el orden es bastante claro.
Digamos, arrancando con Boff, Küng, Gutiérrez, Schillebeeckx en el último círculo del infierno… después podríamos poner,
yendo de lo más impuro a lo más puro…. a Rahner, Congar, Kasper;
Juan XXIII,
Pablo VI,
Maritain («el segundo»),
von Balthasar,
Danielou,
Henri de Lubac,
Juan Pablo II
Guardini,
Ratzinger-Benedicto XVI,
Pieper,
Fabro,
Garrigou-Lagrange,
Pío X,
Pío IX,
Gilson,
Meinvielle,
Cardenal Gomá….
La selección será algo caprichosa, pero
el ordenamiento no lo es tanto.
Pueden divertirse entrando a algún sitio o blog de estos («Ediciones católicas», «Radio cristiandad», «Panorama católico») y, buscador mediante,
corroborarlo, y estimar los umbrales de infierno y purgatorio en cada caso
(por ejemplo, no vaya a creer que Ratzinger aprueba el examen en todas las mesas…)
Y bueno, este ordenamiento podrá servir de algo. Dudo que de mucho.
Manejado como lo manejan estas gentes,
como primer criterio de lo que significa ser un
«verdadero católico», me parece un signo lastimoso de miseria y falta de libertad [*].
Pero hay que ser libre, para ser honesto.
Y hay que ser honesto, para ser cristiano.
Newman, por ejemplo; ese me da la impresión de ser un tipo libre, y honesto.
Y, me juego la cabeza, no era considerado
un católico seguro (más seguro sería Manning,
supongo) por los integristas de entonces;
converso, con sus reparos a la infalibilidad papal,
con su demasiado interés por el diálogo, sus
coqueteos con el mundo moderno, por el papel
de los laicos, el desarrollo de la doctrina… Humm…
[**]
Y hoy es uno de los pocos de aquellos tiempos que nos
dice algo.
Yo tengo la impresión (pero yo no sé nada) de que
hace un siglo, pongamos, España (de Argentina mejor ni hablemos)
estaba repleta de teólogos seguros; brutos (en lo intelectual,
lo ético y lo estético), pero seguros. Que llenaban bibliotecas con
ensayos contra los males del mundo moderno, y que combatían
-con un ardor y una intransigencia que haría la admiración de muchos de nuestros bloggers militantes- contras los errores y las herejías de … Unamuno. El pobre Unamuno; que, casualmente, también,
es uno de los pocos de aquellos tiempos que nos
dice algo.
Déjense de embromar.
Tal vez deberíamos pensar más en aquello de Lewis, sobre la impresión, el miedo visceral que nos provoca toparnos con algo vivo.
Lo cual acaso pueda aplicarse no sólo a Dios, sino también
al que de alguna manera es un «hombre de Dios».
Y recordar también aquella profecía de Jesús, que a los verdaderos cristianos serían perseguidos y enjuiciados por el mundo; quizás los perseguidos y los perseguidores no están exactamente donde nos gusta imaginar.
«Hoy se dice de un hombre que es razonable, como las putas dicen de un cliente que es serio.
», comentaba Bloy, refiriéndose al envilecimiento
de la razón en la edad contemporánea.
Y yo me acuerdo de eso, cuando oigo
hablar de teólogos seguros.
* … que encima se realimenta a sí mismo; puesto que uno debe citar sólo a los seguros para ser considerado seguro; los otros sólo se mencionarán para demarcar el campo enemigo. Pueden comprobarlo en esos sitios.
En los casos ambiguos, se tomará lo que nos guste. Así, de Pablo VI, se citará ad nauseaum su frase sobre «El humo de Satanás que ha entrado a la Iglesia», exclusivamente. (también los Rad-Trads del norte). No importa que el origen de la frase sea casi desconocido y mayormente irrelevante, y que parezca contradecir (en la interpretación que se le da) a montones de escritos y dichos del mismo papa de más peso; parece que ese día Pablo VI tuvo un lapsus de clarividencia, y alcanzó a vislumbrar por un instante lo que nosotros vemos siempre claramente; y bueno, algo es algo.
** Es conocido el párrafo de una carta privada de monserñor Talbot (un personaje cercano al Papa) al cardenal Manning, a propósito de las ideas de Newman sobre el consenso de los fieles : «La verdad es que una nube se ha puesto sobre el doctor Newman en Roma, desde que el obispo Newport lo delató por herejía… ¿Cuál es la incumbencia de los seglares? Ir de caza, pegar tiros, dar banquetes.
Esos son los asuntos que entienden; no tienen ningún derecho a inmiscuirse en los asuntos eclesiásticos…
El doctor Newman es el hombre más peligroso de Ingleterra.»