Y, la verdad, pensar en todas esas visitas me da un poco de repulsión.
Sí, ya sé que no vale hacerse el elitista, que uno está acá para ser leído; pero, en casos como este, entiendo a aquellos que prefieren no figurar en las búsquedas de Google.
Podríamos -en un arrebato de optimismo- suponer que alguno de estos visitantes será cristiano, y que acaso intentará justificar su búsqueda apelando al consejo de Cristo, de «prestar atención a los signos de los tiempos». Todo puede ser. Pero, le diría, no creo que navegar en Internet te vaya a servir de mucha ayuda para discernir los signos de los tiempos, o para enterarte de que el Anticristo está viniendo; más bien al contrario.
… Deberíamos estar horriblemente tristes. He aquí que el día desciende, y llega la noche, en la que nadie trabaja . Somos muy viejos, y los que nos siguen son aún más viejos. Tan honda es nuestra decrepitud, que ni siquiera vemos que somos idólatras.
Cuando Jesús venga, aquellos de entre nosotros que todavía estén velando a la luz de una lámpara, no tendrán ya fuerzas para mirar Su Rostro, tan puesta tendrán su atención en los Signos que no pueden dar la Vida. ¡Será necesario que la luz los ilumine por atrás, y así, de espaldas, sean juzgados…!
(León Bloy)
Y, por cierto, en aque tiempo no había televisores ni computadoras -ni «cybers». Cuando Jesús venga, aquellos de entre nosotros que todavía estén velando a la luz de una lámpara, no tendrán ya fuerzas para mirar Su Rostro, tan puesta tendrán su atención en los Signos que no pueden dar la Vida. ¡Será necesario que la luz los ilumine por atrás, y así, de espaldas, sean juzgados…!
(León Bloy)