Perdón (y ni siquiera puedo prometer que no se repetirá).
Es que al fin vi las dos películas que me quedaban
de Miyazaki.
Después tal vez armemos un comentario
panorámico de las siete (algo
notable es el desacuerdo entre los admiradores sobre cuáles son las mejores: al punto que no hay una de las siete películas que no sea
considerada por algunos como la preferida).
Pero hoy quiero decir dos palabras sobre Kiki.
Hoy, que es un aniversario de cierta relevancia en mi vida
(hace 20 años, aprendiendo a vivir solo a Buenos Aires, sorteo
del servicio militar con número bajo, y esas raras rachas
de felicidad que uno a veces liga de joven; y no hablo de la colimba! ) no
quiero dejar de agradecer (a quienes corresponda, de Dios, y de Miyasaki para abajo) la profunda y limpia felicidad que me ha procurado
este fin de semana
«Kiki’s delivery service» («El servicio de entregas de Kiki»); una historia
muy simple y redonda de una bruja de 13 años que aprende a vivir
sola en una ciudad, como un rito de iniciación. Bellísima.
La pueden conseguir, en video o DVD, acá.