Le explicaba hoy a un amigo, que anda pensando en empezar su blog,
los pro y los contra que veo en los comentarios abiertos.
Y le decía que, en mi caso, la cosa no pasa tanto -hoy- por el temor
a insultos o ataques. Más bien es que sospecho que mis lectores son demasiado variopintos (pocos pero variopintos) para llevarse bien entre ellos y discutir con fruto (y para eso son los comentarios).
Es algo análogo a esa especie de delicadeza (o timidez; o egoísmo, o falta de fe) que nos retrae de intentar juntar a ciertos amigos que uno tiene.