No sé si la selección será representativa; el libro me parece bastante bien, dentro de lo que puede gustar Bloy como cuentista (poco, a la mayoría; no demasiado, a mí). Hay algo de las truculencias y ferocidades que preveía. Conociendo su odio a los alemanes, yo temía además (por eso me demoré tanto en leerlo) que tuviera algo de panfleto: ya saben, esos recuentos morosos de las crueldades enemigas, para indignar a la tropa. Pero no, —ya debería conocerlo mejor—, Bloy no tiene nada de nacionalista (adjetivo cuya interpretación dejo a cargo del lector ), y aunque le duele terriblemente la humillación de su patria, y aunque no ahorra apóstrofes contra los «prusianos sanguinarios», no son ellos los malos de la película, ni son sus maldades el tema.
Creo que mi preferido es «El obstáculo», un cuento casi sin trama, como una especie de fotografía de la derrota y la desolación; tal vez lo trascriba en la página algún día. La edición (ed. El Cobre, España, 2002) no es gran cosa. Traducción dudosa, algunos pocos errores de ortografía («rebentar» «y «rebienta», en el mismo cuento; raro, sobre todo en estos tiempos de correctores automáticos). Como prólogo metieron el viejo artículo de Rubén Darío (de «Los raros») —un desatino. Y la nota de contratapa termina con este párrafo, tan dudoso en la redacción como en el pensamiento: