A cuento de la entrada anterior, caí a rehojear «Los papeles de Benjamín Benavides», una de las pocas novelas de Castellani. Bah, no sé si novela o ensayo novelado. Tampoco sé si es buena novela —diría que no; o si es de lo mejor de Castellani —diría que sí. En todo caso, de lo más representativo de Castellani: ahí está él, casi entero, con sus más y sus menos. Epa, entonces, juntando A con B (mejor obra : mala novela) ¿no hay que concluir que el cura vale poco como escritor? No. No me parecerá buena novela pero sí buen libro. Aunque, igual que con Bloy, no es algo que recomendaría fácilmente. Cuestión de gustos, póngale. Y veo ahora que me sigue gustando y generando tanta empatía como antaño. En rigor, bastante más. Párrafos que antes pasaba medio por arriba, ahora los veo mucho más sustanciosos (quizás más que la parte ensayística) y… sabios, si me permiten la palabra. Iré citando algunas cositas. Como esta.
Tengo tristeza de la crueldad humana. La crueldad humana anda suelta. Esta época es dura. Ha habido tantas injusticias y brutalidades en esta guerra, que la gente se ha endurecido, cada uno parece haber dicho: «¡Sálvese quien pueda, y el prójimo contra una esquina!» Aquí en Roma hay muchísima liviandad, las mujeres parecen haberse desequilibrado con el alboroto de la guerra (y los hombres son de por sí desequilibrados) y en las iglesias no hacen más que predicar contra la liviandad, pero la crueldad es peor. Aunque creo que las dos cosas marchan juntas. Quisiera estar escondido en un rincón de la Patagonia cavando la tierra y enseñando a la gente a ser buenos unos con otros, pero ni para eso sirvo. Por de pronto, ahora estoy detenido, con prohibición de salir, y a disposición del sargento sumariante. Y tengo miedo por don Benya y por mi niñita enferma.
Son las dos, y no tengo ni pizca de sueño, aunque me duelen los ojos y la cabeza. No dormiré en toda la noche, lo estoy viendo como si lo hubiese pasado. Mi madre y mis hermanos muertos sin haberlos vuelto a ver, mi familia no me quiere, no tengo nada que hacer en el mundo, estoy solo. A lo mejor se me muere la nena, y se muere la señora de la Embajada… ¿De dónde habrá sacado don Benya que no es cáncer? Pamplinas. El sí que tiene un buen cáncer encima ahora.
Hay para suicidarse. Pero el viejo del camp no se ha suicidado, no, no se ha….
«No dejarlo mal a Dios —dice don Benya—. Aguantar
para no dejarlo mal a Dios. Que Dios, por lo menos por nosotros,
no haga un mal papel en este mundo.»
Leonardo Castellani – Los papeles de Benjamín Benavides – (fin del cuaderno 3)
Falta contexto, pero igual creo que queda claro que aquello de «que Dios no haga un mal papel por culpa nuestra» no se refiere a cosas como la conducta de los cristianos en el mundo — no se trata de hacer quedar mal al cristianismo ante los incrédulos. Creo. Es otra cosa, mucho más fundamental. Aunque uno fuera el último hombre en la isla desierta, también tendría que aguantar (mantener el ánimo – no suicidarse – sursum corda) … para no dejar mal a Dios. Es un poco como lo de «dar gloria a Dios» («Laudem Gloriae»), expresado —en las letras y en la vida— de una manera algo tortuosa. Pero es que tal vez ya no nos quede otra manera.