Suficiencia y prestigio

Nos humilla haber creído una falsedad. Y cuando se trata de un desengaño religioso, la vergüenza y el dolor pesan el doble. ¿Por qué?

Es otro aspecto del caso Taxil, que a su vez se abre en varias derivaciones que me importan.

Dejemos aparte las posibles culpas en el caso particular -del lado engañador y del engañado. Aun sin eso, es claro un aspecto general del asunto. Digamos: el prestigio intelectual que resulta menoscabado. Sea el prestigio mío o el prestigio nuestro. Sea que resulte menoscabado a nuestros propios ojos o a los del adversario. Si hemos caído en el engaño… quizá no seamos más inteligentes; y entonces quizá la verdad no esté de nuestro lado.

… Al leer la ira de los diarios católicos después de que Leo Taxil confesara la verdad y dejara en ridículo a aquellos que habían creído con demasiada facilidad en la supuesta conversión, se reconoce que la humillación infligida fue enorme. También hay que tener en cuenta que aquella apologética católica ostentaba frecuentemente una actitud altiva y burlona hacia los adversarios, que eran tratados de ignorantes o irracionales…

J. F. Six

La suficiencia de los polemistas y apologetas, en suma. Los que de hecho vienen a suponer al adversario imbécil -en lo intelectual o en lo moral.

 

No son los polemistas religiosos -y específicamente los católicos- los representantes excluyentes de esta suficiencia, seguramente; ni, hoy por hoy, los más abundantes. Pero, bueno, a mí son los que más me importan. Y, por cierto, no me pongo del todo afuera.

 

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