El que esté libre de fundamentalismo…

No seré yo quien tire la piedra. No estuve muy lejos de creérmela, sin embargo. Casi llegué a considerame inmune a los enardecimientos adolescentes de los fundamentalistas, casi me creía con derecho a desdeñar las católicas indignaciones contra abusos o despropósitos litúrgicos: vamos, una mala canción de misa o un cura creativo/desacralizador no son cosas para alterarle el ánimo a uno, o disparar fantasías de manifiestos o denuncias al obispo ni nada. Estamos grandes, estamos curtidos, sabemos relativizar lo relativo, y tolerar con humor las humanas limitaciones. Estamos a un cachito así -miren- de la impasibilidad que reclamaba Spinoza: «No reír, no llorar, no odiar, sino comprender».

Pero todo tiene su límite; lo comprobamos al topar con barbaridades excesivas, que nos hacen perder esa impasibilidad. A mí me pasó al ver con este afiche de Ponyo, la última de Miyazaki, en México. Ya el título («El secreto de la sirenita») es bastante idiota; el lema «Tenía cara de angelita y cara de pescado» es … doblemente idiota; pero el afiche, con una cola de sirena sobredibujada es… una atrocidad que clama al cielo. Me arruinó el día -y más de un día

Parece que en Argentina también van a usar ese maldito título, esperamos salvarnos al menos de ese afiche.

Puestos en modo Ghibli, y un poco a modo de desagravio, digamos que hemos subido la reseña de otra película (Porco Rosso), pronto vendrá Whisper of the heart.

Y recomendemos una larga serie en Youtube (más de 40 partes) sobre el ‘backstage’ de Mononoke, con subtítulos en inglés. Montones de detalles interesantes.

Y a modo de contrapeso, buenas noticias en España: Aurum (distribuidora española, que ha mostrado mayor seriedad y respeto que las de por acá) anunció el lanzamiento (en DVD) de casi todas las películas de Ghibli, en algunos casos con nuevos doblajes. ¡Por fin!

Y, simpática curiosidad, me llega la noticia de un compositor argentino, Lucas Guinot, que ha compuesto una canción instrumental (tango moderno, podría decirse) con el título «A don Hayao Miyazaki» (acá, aparece en el listado de canciones a la derecha).

Y ya que de animé trata la entrada (sí, de eso trata, lo siento, disculpe)… Anduve picoteando algo más, por fuera de Ghibli; pero no mucho; y casi nada ha logrado engancharme. No me interesan, definitivamente, ni Satoshi Kon (Millenium Actress, Tokyo Godfathers) ni Mamoru Oshii (Ghost in the Shell).
Un poquito mejor me cae Makoto Shinkai, pero su encanto se me hace algo limitado. 5 cm por segundo me gustó más que la anterior, aunque se me hace que ‘hasta aquí llegó’. Climas demasiado obvios, patetismo chorreante. Pero es el único que tiene ‘sensualidad’ (en el sentido que usamos esa palabra para Miyazaki; aunque no tengan mucho que ver), su manejo de la luz es único.
Tampoco está mal La chica que saltaba en el tiempo -aunque tampoco es nada del otro mundo. Suelen fastidiarme las tramas con viajes en el tiempo, pero acá no hay tanto absurdo lógico porque el salto al pasado lo sitúa a uno en el mismo punto, con la posibilidad de dirigir la historia hacia otra dirección (si pensamos en lo de los «universos paralelos», que algunos físicos modernos imaginan, la cosa tiene algo de consistencia; el único defecto sería la conservación de la memoria sobre lo vivido en «la otra rama»).
En cuanto a series, volví a ver alguna (Cowboy Bebop está bien, pero no resiste bien una segunda vista; zafa por los capítulos finales); empecé algunas nuevas y las abandoné tempranamente a todas, excepto una (Azumanga Daioh) que me enganchó hasta un punto que me avergüenza confesar. Bien de adolescentes, dibujo y animación rudimentarios, humor totalmente episódico y básico -de hecho proviene de un comic en tiras, como de un diario. Además, buena parte de los chistes se pierden en la traducción. No sé por qué me hizo tanta gracia; no me animaré a recomendarla, pero el hecho es que la disfruté -y la disfruto- mucho.

Deja un comentario

Para comentar en el blog hay que autenticarse con cuenta de Google (Gmail), Twitter, Facebook, Windows Live (Hotmail) (o Disqus, o wordpress.com). También recibo comentarios por mail, a hjg.com.ar@gmail.com.