—Yeshua, te pido que digas a estos bobos crédulos que tú no has convertido el agua en vino.
Mi tío Cleofás empezó a reír. Como siempre, su risa empezaba en un tono bajo, como un susurro que después iba ganando en intensidad; seguía siendo una risa sorda, pero más oscura y plena.
—Dilo —me pidió Santiago—. Nuestro primo se está cubriendo de ridículo con esta historia, y va a conseguir además que todos se rían de ti. Diles que no ha ocurrido.
—Ha ocurrido, y todos lo hemos visto —dijo Pedro.
Andrés y Santiago hijo de Zebedeo lo apoyaron con vehemencia. Entonces mi hermano Santiago se agarró la cabeza.
—Creo que expulsaste el diablo de esa mujer —dijo Jasón—. Creo que puedes rezar para que deje de llover, y la lluvia para. Esas cosas sí, creo en esas cosas. Pero esto no, no lo acepto.
El Mesías: Camino a Caná (Christ the Lord: The Road to Cana) – Anne Rice
El texto es del segundo volumen de la trilogía de Anne Rice (el tercero no fue publicado). No están nada mal. Aunque literariamente quizás no sean gran cosa (tal vez es la traducción la que no ayuda)
yo los he leído con interés y gusto. Y aun, creo, provecho.
* Actualizado: ni soy conceptista ni lo quiero ser. Aclaro, pues, que no pretendí jugar con las palabras (tragar=beber el vino ; ni lo había advertido, hasta que me lo hicieron notar). Pensaba simplemente en sintonía (supongo) con el tal Jasón: que los otros milagros (enfermedades, exorcismos, cambios de clima) son más fáciles de creer, menos incómodos, por ser más conciliables (no digo ‘reducibles’; pero…) con explicaciones naturales. Y lo de ‘ornamental’ se refiere a que, al lado de los milagros más frecuentes de Jesús -las curaciones- eso de convertir agua en vino para ahorrar un papelón a los organizadores de una fiesta, me parece menos urgente, necesario… y simbólico; casi frívolo, digamos.