Pero resulta que a poco de tomar las riendas del imperio, Catalina aparece fuertemente sospechada de armar dos asesinatos contra posibles aspirantes al trono, ambos en cautiverio: uno de ellos, su esposo, el zar derrocado Pedro III; el otro, Iván, un príncipe medio loco.
… en el extranjero, los amigos de Catalina se sienten muy decepcionados. Voltaire
observa que «el asunto de Iván ha sido llevado de un modo tan atroz que uno
juraría que estuvo a cargo de devotos». D’Alembert observa «Es muy irritante,
tener que desembarazarse de tanta gente, y mandar a después a imprimir
que uno censura el hecho pero que no tiene la culpa». Después, los filósofos
se calman poco a poco y aceptan la razón de Estado. La admiración
que sienten por la lejana y generosa Catalina los mueve a una especie
de indulgencia resignada. Para calmar los escrúpulos de Voltaire, D’Alembert
cita un proverbio: «Más vale matar al diablo antes que el diablo os mate».
Y agrega: «Convengo con vos en que la filosofía no debe enorgullecerse demasiado
de tales alumnos. Pero ¿qué queréis? Hay que amar a los amigos a pesar de sus
defectos».
Por su parte, Voltaire sólo desea que lo convenzan, y olvidar esas pequeñeces.
«Son asuntos de familia, con los cuales no me mezclo», dice…
El romance de Catalina con los ilustrados franceses seguirá su historia, menguando al envejecer la emperatriz e imponerse su lado aristocrático-autocrático; y muriendo definitivamente tras la Revolución Francesa. Pero eso no me interesa ahora.Tampoco me interesa trazar paralelos con figuras del presente (leer historia no debería servir para fogonear los maniqueísmos políticos, sino más bien al contrario; digo yo, que casi no he leído historia).
Lo que me interesa ahora de la anécdota, al hilo de la entrada anterior, pasa más bien por la frase en negrita.
Lindo resumen de la cuestión, me parece. Sofisma siniestro. Sofisma que corre mucho, y parejo con su complementario: «Hay que odiar al enemigo a pesar de sus virtudes».