Nunca supe explicármelo (tampoco es un rechazo violento; y no es una cuestión que me quite el sueño; y al fin ninguna de las varias que vi ahora me disgustó)… pero hoy se me ocurrió una pequeña cosa al respecto.
Imaginemos la típica escena: Jesús predica y el público lo escucha.
Que todo esto me suene a falso, debe ser culpa (medio suponía yo) del Jesús actuado;
y claro, no debe ser fácil…
Recién ahora se me ocurre pensar que, tal vez, lo menos convincente (y lo más difícil)
de la cuestión esté del otro lado: el público oyente.
Sean oyentes cercanos (discípulos o interlocutor circunstancial),
sean las multitudes… Jesús les enseña, y ellos ponen cara de… ¿de qué? cara de nada. La verdad,
parece que no supieran muy bien qué cara poner ¿no?
Y yo no tengo mucha seguridad de juicio que
digamos para la actuación —apenas te distingo un actor bueno de uno malo—
pero ¿no es raro? ¿Nunca vieron, actores y directores, la expresión del oyente devoto, (del fan) cuando siente que el maestro le habla palabras de verdad? —no necesariamente en clave religiosa; ni en público. En la vida real tienen que haber tenido aunque sea un atisbo: esos ojos emocionados, ese entusiasmo y —sobre todo— esa alegría. Bueno: la verdad es que yo nunca he visto una gota de aquello en las películas.
Me dirán que si hay algo de cierto en esto, y si es el papel de las multitudes (actuado por extras)
el más delicado, las cosas se presentan algo difíciles. Y sí, así parece.