… pero no se trata de la indulgencia que predica el mundo,
donde un ser humano se consuela a sí mismo a través de
otro ser humano, donde los hombres se consuelan recíprocamente
y dejan a Dios fuera. Cada ser humano es una estructura gloriosa,
pero lo que destruye a tantos es, por ejemplo, esa cháchara confusa
entre hombre y hombre sobre aquello que debería ser sufrido
y también madurado en silencio, esa confesión hecha ante
los hombres en lugar de ante Dios, esa apertura comunicativa
a este y aquel sobre aquello que debería ser un secreto, y un secreto
ante Dios, esta avidez impaciente de consuelo humano.
El hombre religioso, por el contrario, ha aprendido en el dolor del aniquilamiento que la indulgencia humana no sirve de nada; por eso, nada espera de ese lado, sino que está frente a Dios, sufre lo que significa ser un ser humano , y serlo ante Dios. Así, nunca podrá ser confortado por lo que la multitud mutuamente sabe, la multitud que tiene una idea mercantil de lo que significa ser un hombre, una noción elocuente y parlanchina, de décima mano, de lo que significa ser ante Dios.
Soren Kierkegaard
El hombre religioso, por el contrario, ha aprendido en el dolor del aniquilamiento que la indulgencia humana no sirve de nada; por eso, nada espera de ese lado, sino que está frente a Dios, sufre lo que significa ser un ser humano , y serlo ante Dios. Así, nunca podrá ser confortado por lo que la multitud mutuamente sabe, la multitud que tiene una idea mercantil de lo que significa ser un hombre, una noción elocuente y parlanchina, de décima mano, de lo que significa ser ante Dios.
Soren Kierkegaard