Acaso como primicia de la penitencia cuaresmal, un lector Pablo
—manifiestamente molesto por un post en el que yo
criticaba ciertos enardecimientos litúrgicos de ciertos
energúmenos tradicionalistas—
me alecciona con todos los lugares comunes de
la derecha católica local.
Así, por ejemplo, se extraña
de que yo lea a Castellani (y a Kierkegaard ! )
y a pesar de eso no parezca darme «cuenta del derrumbe de la religión, y cómo se expresa visiblemente en la modernización de la Misa …» etc.
Y además, que…. etc, etc , etc y más etcéteras.
Alguno de los de afuera pensará que Kierkegaard, al menos,
no es tan lugar común en esos ámbitos… pero sucede que en el catolicismo tradicionalista argentino
el danés es el único protestante relativamente respetado
y aun citado —no sé si leído.
Pequeño milagrito
de clara atribución: Castellani (y que podría acaso ilustrar la libertad del cura… y la falta de libertad de muchos de sus seguidores). Naturalmente, las citas generalmente son de segunda
mano (la de Castellani, justamente); selección de selección, pues,
y -como es al uso- tomando lo que al seleccionador le sirve para
confirmarse en sus pequeñas convicciones y usar en sus panfletos.
Así, este lector me recuerda que Castell-kegaard decía que
«no hay que hacer la religión más fácil sino más dificil».
Sí, yo había leído eso. Aunque —mea culpa— quizás no lo tenía tan presente.
Y en verdad, (para decirlo con acentos bergóglicos) «estas palabras me invitan a la reflexión, y me interpelan». Porque, mirá vos, justamente el domingo pasado, en la misa de mi parroquia, en el momento en que los fieles acababan de comulgar y el cura tomaba asiento, sucedió que el «animador» (joven entusiasta, robusto y sonriente barba candado) terminó su enérgico rasgueo en La Menor y tomando el micrófono nos invitó a «hacer un gesto de adoración comunitaria, y tomándonos de las manos…» … y no puedo decirles cómo siguió la cosa, porque ahí salí corriendo.
Pero ahora pienso que, de haber tenido yo más presente la frase aquella, debería haberme sentido más bien agradecido al muchacho de la barba candado (por no hablar del párroco): él me hace la religión difícil, a no dudarlo.
¿Eh? ¿Cómo?…. Aaaaaaaaahhh … ¿no se trata de hacer la religión difícil para nosotros, sino para ellos? ¡Ah, entonces está perfecto!