—… pero, aunque es cierto que tengo mi lado cínico, por lo común soy alegre y entusiasta. No querría dejar la impresión de que paso las noches despierto cuestionándome mis talentos, o preguntándome si llegó mi tiempo de jubilarme… Pero he estado tan ocupado, toda mi vida, hay tantas cosas que querría hacer y que no he tenido tiempo. Si en verdad me retiro de la animación, querría dedicar mi tiempo a cosas más importantes.
— ¿Como por ejemplo…?
— Hacer una película significa dedicarse a entretener un montón de gente. Esas cosas no son cuantificables. Quiero decir que entretener a muchas personas no es mejor ni peor que entrener y hacer feliz a una sola persona. Por ejemplo -esto sucedió pocos días atrás- yo uso aquel auto rojo de tres ruedas para ir al trabajo. Estaba estacionando, y un niño de unos cinco años que pasaba con su madre se detuvo y se quedó mirando con la boca abierta. Estaba fascinado, los ojos se le salían de las órbitas. Su madre lo llamaba, pero él no se movía. Después se acercó, lentamente, y extendió su mano como para tocarlo. Mi auto es un modelo artesanal inglés, con ese motor italiano descubierto en el frente; me preocupó que el niño pudiera quemarse, y le dije no sé qué …. «No toques, quema», algo así, sin pensar. El niño entonces se dio vuelta y se fue con su madre. Más tarde empecé a lamentarlo. Es verdad que yo estaba apurado, pero de todos podría haber inivitado al niño y a su madre a dar una vuelta en el auto. Podría haberle dado a ese niño una experiencia fantástica, de esas que una mente infantil no olvida. Cuando hablo de dedicar mi tiempo a cosas más importantes, me refiero a eso. Una experiencia personal de ese tipo es más significativa que cualquier película. Y si uno presume de saber entretener a la gente, bueno, ahí debería haberlo mostrado. Quizás la próxima vez, quizás con otro niño, me gustaría poder hacerlo.
— ¿Como por ejemplo…?
— Hacer una película significa dedicarse a entretener un montón de gente. Esas cosas no son cuantificables. Quiero decir que entretener a muchas personas no es mejor ni peor que entrener y hacer feliz a una sola persona. Por ejemplo -esto sucedió pocos días atrás- yo uso aquel auto rojo de tres ruedas para ir al trabajo. Estaba estacionando, y un niño de unos cinco años que pasaba con su madre se detuvo y se quedó mirando con la boca abierta. Estaba fascinado, los ojos se le salían de las órbitas. Su madre lo llamaba, pero él no se movía. Después se acercó, lentamente, y extendió su mano como para tocarlo. Mi auto es un modelo artesanal inglés, con ese motor italiano descubierto en el frente; me preocupó que el niño pudiera quemarse, y le dije no sé qué …. «No toques, quema», algo así, sin pensar. El niño entonces se dio vuelta y se fue con su madre. Más tarde empecé a lamentarlo. Es verdad que yo estaba apurado, pero de todos podría haber inivitado al niño y a su madre a dar una vuelta en el auto. Podría haberle dado a ese niño una experiencia fantástica, de esas que una mente infantil no olvida. Cuando hablo de dedicar mi tiempo a cosas más importantes, me refiero a eso. Una experiencia personal de ese tipo es más significativa que cualquier película. Y si uno presume de saber entretener a la gente, bueno, ahí debería haberlo mostrado. Quizás la próxima vez, quizás con otro niño, me gustaría poder hacerlo.