Una graciosa y atípica salida de tono del autor, tratando de las ecuaciones de onda en el siglo 18:
Se publicaron hasta finales de siglo muchos otros artículos, de los que los anteriores son sólo una muestra, sobre la cuerda vibrante y la cadena colgante. Los autores continuaron sin estar de acuerdo, corrigiéndose unos a otros y cometiendo toda clase de errores al hacerlo, incluyendo contradicciones con lo que ellos mismos habían dicho e incluso probado. Formularon afirmaciones, argumentos y refutaciones sobre la base de razonamientos poco rigurosos y, a menudo de, simplemente, predilecciones y convicciones personales. Sus referencias a artículos para probar sus argumentos no demostraban lo que afirmaban y también recurrían al sarcasmo, la ironía, la invectiva y el autobombo. Mezclados con estos ataques estaban los acuerdos aparentes para buscar favores, particularmente con D’Alembert, que tenía una considerable influencia con Federico II de Prusia y como director de la Academia de Ciencias de Berlín.
Las cosas no han cambiado para mejor, ciertamente. Pero,
para todos los que viven -o hemos vivido- ese mundo
moderno de papers, congresos y subsidios, puede resultar
una especie de consuelo.
[*Lástima que la edición española -Alianza- sea un poco descuidado. Pero tratándose de un libro lleno de fórmulas matemáticas, encontrar que la primera fórmula tiene un error evidente… es deprimente]