Podríamos intentar algún paralelo con «El herrero de Wootton Major» de Tolkien, tal vez. Pero sospecho que sería algo forzado.
Me quedo con esta observación final de otro fan:
Leí alguna vez que Miyazaki
hizo Totoro con la esperanza
de que alentaría a los niños a
salir al aire libre, a juntar bellotas,
a explorar árboles… Para su decepción,
halló que los niños se quedaban en casa …
mirando Totoro.
Melancólica ironía, no sé si será verdad.
En todo caso -y ya que de asociaciones más o menos
libres hablamos- podemos traer aquello del
sabio que señala la luna y el tonto
que mira el dedo.
Y lo que decía el personaje de Castellani -literariamente-, de la necesidad de despreciar un poco a la literatura.
Formas de alienación -de idolatría, tal vez.
PS: Francisco me recuerda lo de Orfeo y Eurídice.