En mis tiempos escépticos (que en cierta manera
se prolongan) me irritaban los argumentos apologéticos
que agarraban profecías -por lo general
bastante ambiguas- del Antiguo Testamento,
y las veían cumplidas en Jesús (lo cual, encima,
lo ponían como argumento para demostrar la verdad
del cristianismo).
¿Realmente el profeta habrá querido decir eso, estaba
pensando en Jesús?, dudaba yo.
Pasó el tiempo, y oscuramente fui entendiendo que la pregunta estaba mal planteada (y probablemente también el argumento
del apologeta; en ese sentido, en rebelarse ante una exigencia
fuera de lugar, mi espíritu anti-apologeta bien podría
tener algo de razón…).
Aunque, aun hoy, me vería en
apuros para si quisiera explicar cuál es manera justa
de abordar la cuestión.
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