«[La Iglesia] (dice Bernanos) es un movimiento, una fuerza en marcha, aunque tantos devotos parezcan creer, finjan creer, que sólo es un abrigo, un refugio, una especie de albergue espiritual a través de cuyos cristales se pueden dar el gusto de mirar a los que pasan, a las gentes de fuera, a los que no son pensionistas de la casa»
Nadie puede lograr solo su salvación.
De no seguir la línea trazada por el Padre común de los fieles, se corre el riesgo de quedarse en el camino, sin apoyo y entregado al Mal, que merodea y hace su presa de las ovejas retrasadas, fuera del rebaño. Pero también, en sentido inverso, querer adelantar a la Iglesia es querer cambiar el orden querido, instituído por Dios mismo. Las herejías y los cismas en su mayor parte no han tenido otro origen.
El Cuerpo Místico de la Iglesia reúne lo que de las divinas enseñanzas ninguna personalidad individual o colectiva es capaz de contener, de guardar. Sólo a través de él puede la naturaleza humana apoyarse en lo sobrenatural.
La Casa del Padre es la Encarnación.
Ella ha sido encargada «por Dios para mantener en el mundo ese espíritu infantil, esa ingenuidad, ese frescor. El paganismo no era enemigo de la naturaleza, pero sólo el cristianismo la engrandece, la exalta, la pone a la medida del hombre, del sueño del hombre» [*]
(* Del «Diario de un cura rural»). Nadie puede lograr solo su salvación.
De no seguir la línea trazada por el Padre común de los fieles, se corre el riesgo de quedarse en el camino, sin apoyo y entregado al Mal, que merodea y hace su presa de las ovejas retrasadas, fuera del rebaño. Pero también, en sentido inverso, querer adelantar a la Iglesia es querer cambiar el orden querido, instituído por Dios mismo. Las herejías y los cismas en su mayor parte no han tenido otro origen.
El Cuerpo Místico de la Iglesia reúne lo que de las divinas enseñanzas ninguna personalidad individual o colectiva es capaz de contener, de guardar. Sólo a través de él puede la naturaleza humana apoyarse en lo sobrenatural.
La Casa del Padre es la Encarnación.
Ella ha sido encargada «por Dios para mantener en el mundo ese espíritu infantil, esa ingenuidad, ese frescor. El paganismo no era enemigo de la naturaleza, pero sólo el cristianismo la engrandece, la exalta, la pone a la medida del hombre, del sueño del hombre» [*]