La santidad no se rige por ninguna fórmula,
o mejor dicho, se rige por todas. Reúne y exalta
todas las potencias, realiza una concentración
horizontal de las facultades más altas del hombre.
El solo hecho de percibir la santidad nos exige
un esfuerzo, algún tipo de participación
en su impulso inmenso […]
Si el historiador se atiene a una rigurosa exactitud para hacernos conocer la vida de un santo, muy poco podrá enseñar. Las viejas leyendas nos dicen mucho más de ellos, porque traducen en símbolos realidades profundas.
Lo decía Bernanos, a propósito de su biografiado
Santo Domingo (y a propósito de cosas como esta,
es de suponer).
Si el historiador se atiene a una rigurosa exactitud para hacernos conocer la vida de un santo, muy poco podrá enseñar. Las viejas leyendas nos dicen mucho más de ellos, porque traducen en símbolos realidades profundas.