La obra, según las palabras prologares del cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, «procura excitar todavía más nuestra fraternal sed de encuentro. La recibimos con la humildad que nos da la conciencia de ser caminantes hacia la unidad de hermanos, con la humildad de quien se sabe heredero de una alianza y de formar parte de la numerosa herencia de la promesa».
… y dicen que uno es demasiado criticón y poco respetuoso
con la jerarquía eclesiástica!
Si así fuera, no habría podido resistir la tentación de recopilar otros párrafos similares y armarme, a semejanza del generador aleatorio de textos academicos posmodernos, un generados de prosas bergoglianas.
Y no me digan que la tentación no es grande.
No puedo asegurar, eso sí, que algún día no caiga en la tentación de armar alguna cosa más modesta: una simple antología, o algo parecido a aquel permutador de zambas. De carne somos.