Mil desatinos

…Oh, secretos de Dios, que no me hartaría de procurar dar a entenderlos si pensase acertar en algo, y así diré mil desatinos, por si alguna vez atinase, para que alabemos mucho al Señor.

Dije que no era cosa soñada, porque en la morada que queda dicha, hasta que la experiencia es mucha, queda el alma dudosa de qué fue aquello: si se le antojó, si estaba dormida, si fue dado de Dios, si se transfiguró el demonio en ángel de luz.
Queda con mil sospechas, y es bien que las tenga, porque ­como dije­ aun el mismo natural nos puede engañar allí alguna vez; porque aunque no hay tanto lugar para entrar las cosas ponzoñosas, unas lagartijillas sí, que como son agudas por doquiera se meten; y aunque no hacen daño, en especial si no hacen caso de ellas ­como dije­ porque son pensamientillos que proceden de la imaginación y de lo que queda dicho, importunan muchas veces.
Aquí, por agudas que son las lagartijas, no pueden entrar en esta morada; porque ni hay imaginación, ni memoria ni entendimiento que pueda impedir este bien.
Y osaré afirmar que si verdaderamente es unión de Dios, que no puede entrar el demonio ni hacer ningún daño; porque está Su Majestad tan junto y unido con la esencia del alma, que no osará llegar ni aun debe de entender este secreto. Y está claro: pues dicen que no entiende nuestro pensamiento, menos entenderá cosa tan secreta, que aun no la fía Dios de nuestro pensamiento.
Oh, gran bien, estado adonde este maldito no nos hace mal! Así queda el alma con tan grandes ganancias, por obrar Dios en ella sin que nadie le estorbe, ni nosotros mismos.
¿Qué no dará quien es tan amigo de dar y puede dar todo lo que quiere?…

Santa Teresa de Jesús
1515-1582
Las Moradas (Moradas quintas)
# | hernan | 30-julio-2004