Lo que seduce a los que leen

Anduve el otro día paseando por las librerías de calle Corrientes, mirando mesas de saldos… Una cosa que me da curiosidad: la selección de títulos que incluyen esas colecciones baratas de libros más o menos «clásicos», siglo XIX para atrás. Siempre salen nuevas colecciones de esas, pero los libros son los mismos -o casi.
Natural, me dirán: son los clásicos. Son los que se leen siempre.
No sé… Algunos (La Ilíada, el Quijote) … son obvios e inobjetables. Otros (Lewis Carrol, Dostoyevsky, Nietszche…) entiendo que (nos) gusten a casi todos, están cerca…
Pero… se me ocurre que la inmensa mayoría de los títulos son inadecuados. Supongo que, en buena medida, una especie de prestigio, ante el cual multitudes de lectores con berretines culturales se inclinan. Pero estoy seguro de que la inmensa mayoría de esos que compran en esas mesas «La Divina Comedia» o «La etica a Nicomaco«, «La Crítica de la Razón Pura» … no pasan de las primeras páginas.

Y no es desprecio, no me pongo por arriba (a propósito elegí ejemplos que yo tampoco he logrado disfrutar): al contrario, me resulta enternecedor y hasta admirable esa voluntad de absorber la «buena cultura» (por más que venga mezclada a veces con el propósito de ‘haber leído’ a X, o de poblar la biblioteca con lomos respetables). Pero me da lástima, me parece un desperdicio: hombres que podrían haber disfrutado de buena -y apenas más humilde- lectura… qué necesidad habrá de imponerse esas penosidades y esas frustaciones…

Otro ejemplo, que siempre me da vueltas: ¿estoy equivocado si creo que Platón es disfrutable para una persona sin formación filosófica, pero mucho más partiendo de sus obras «moralistas» (Gorgias o Protágoras) que del Banquete y del Fedón (frecuentadísimos en esas selecciones, de más alto vuelo tal vez, pero mucho menos aprovechables) ? ¿o estoy mirando las cosas con un cristal demasiado mío?

Bueno, como sea. Hay un caso, que volví a encontrar en mi última visita, y lleva muchos años sorprendiéndome. Kierkegaard es un gigante, sin dudas (y es de los míos, si me permiten). Pero convengamos que no es un autor muy digerible, ni siquiera muy interesante para el lector promedio. Puedo suponer entonces que su aparición en estas selecciones se debe al nebuloso prestigio que ha ganado su nombre en el mundo intelectual, el padre del existencialismo, etc. Está bien.
Pero lo increíble es que su libro más frecuentado en las mesas de saldos sea … «El diario de un seductor«. Está siempre. Y si no es su libro menos interesante y más aburrido, no le pasa lejos. Y entonces … ? No quiero pensar que su éxito se debe a la conjunción del prestigio antedicho con un título que promete algo de … contenido erótico …. no ? Si es así —sería ridículo, pero no se me ocurre otra — me divierte enormemente imaginarme la desilusión del comprador; me encanta imaginarlo, algo impaciente en la página diez, francamente harto en la veinte, salteando hojas y buscando en los tramos finales algún episodio de alto voltaje… o al menos alguna buena receta para levantar señoritas.
Se lo tiene merecido.
# | hernan | 2-julio-2004