Al entrar a una casa decidle el saludo de paz.
Si la casa es digna, irá vuestra paz a ella; mas si no es digna, volverá la paz a vosotros.
Entendemos la expresión «dar la paz» como una especie
de metáfora, ya que el sentido primario de la palabra «dar» se refiere
a la donación o traspaso de cosas materiales; así,
en un sentido analógico, tenemos expresiones como «dar saludos«, «dar el pésame«, «dar amor«, «dar gracias«… Ningún problema.
Lo curioso es que acá Jesús parece extremar la analogía, como si lo que se da —la paz— fuera una especie de sustancia que se traspasa de uno a otro, algo casi material, que puede irse … y volver.
Podríamos mentar muchos ejemplos míticos, desde «el mana» de los melanesios hasta «la fuerza» de Star Wars, o la energía de algunos autoayudantes. Pero, ¿estará Jesús pensando en algo así ? Cuál es el sentido de la advertencia «mas si la casa no es digna, la paz volverá a vosotros» , como tranquilizando a los discípulos para que no teman derrocharla, como si la paz fuera una cosa que pudieran perder al darla ?
No seré yo tan progresista como para imaginar a Jesús creyendo en el mana o cosas parecidas; aunque podría plantearme si acaso estaría adaptándose a la mentalidad de sus oyentes, hablando un poco en imágenes afines al pensamiento mítico de su tiempo. Pero tampoco me cierra demasiado; dudo mucho que los judíos de su tiempo tuvieran ideas por el estilo.
En la Catena Aurea sólo encuentro esto:
(San Jerónimo)
…. al entrar en una casas pedid la paz para esta casa,
y (en cuanto esté de vuestra parte) calmad las discordias.
Si sufrís alguna contradicción, vosotros tendréis
la recompensa por la paz que habéis ofrecido, mientras
que los que rehusaron la paz tendrán la guerra […]
(San Remigio) … y si ninguno quisiera oírle, no por eso la palabra del predicador será inútil; porque volverá a éste la paz cuando le recompense el Señor por su labor…
(San Hilario) Los Apóstoles saludan la casa con el sentimiento de la paz; pero no la dan, sino más bien la expresan […] si la casa no merece recibirla, el ministerio de la paz quedará encerrado dentro de la conciencia de los Apostoles
Nada que me ilumine demasiado; siempre podría el discípulo
—burdamente si quieren— preguntarse:
Si doy la paz y no la reciben, me será devuelta;
pero … cuando sí la reciben, no me es devuelta ? La pierdo?
(San Remigio) … y si ninguno quisiera oírle, no por eso la palabra del predicador será inútil; porque volverá a éste la paz cuando le recompense el Señor por su labor…
(San Hilario) Los Apóstoles saludan la casa con el sentimiento de la paz; pero no la dan, sino más bien la expresan […] si la casa no merece recibirla, el ministerio de la paz quedará encerrado dentro de la conciencia de los Apostoles
Respuesta posible que se me ocurre ahora. Precisamente, porque al «dar la paz» no estamos dando una cosa material, porque la paz es de esos bienes que sólo se pueden incrementar compartiéndolos: no era necesario dar advertencias o consuelos para el caso exitoso (dar la paz y que el otro la reciba). Está claro que en este caso no perdemos paz, sino que la ganamos. Sí tal vez para los fracasos: porque ahí es cuando sentimos que hemos «perdido la paz» (en otro sentido, me dirán; no sé…). Después de todo, esto no está muy lejos de los Padres de la Catena, me parece. Pero me suena a explicación un poco demasiado espiritual, un poco racionalista incluso; y que no pega del todo con el texto literal (Jesús habla de la paz que «va» y que «vuelve»..)
Tal vez alguno tenga una explicación mejor. O tal vez —esta es una posibilidad que nunca sé si cabe plantearse— a los lectores del evangelio se nos escapan cosas que sólo entendían los contemporáneos.